Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


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Ignacio Gracia Noriega

Los golfos y las instituciones

El lamentable "caso Urdangarín" ha salpicado a la única institución española que permaneció relativamente libre de sospecha durante los últimos treinta años. Golfos, como se evidencia, los hay en todas partes e incluso próximos a las instituciones más prestigiosas, pero no encuentro yo razones suficientes para que lo que haga un yerno, muy alejado por 1o demás de la sucesión al trono en categoría de consorte, pueda afectar a la institución real. De la misma manera que los siniestros desmadres de algunos sacerdotes no ponen en cuestión, a pesar de los que, en estos casos, como en el de Urdangarín, se proponen pescar en río revuelto, a la Iglesia. Hay curas aficionados a la carne fresca de la misma manera que hay políticos corruptos, y, curiosamente, los mismos que cuando se produce algún caso escandaloso de corrupción saltan en defensa de la "clase política", voceando que en ella los cacos son minoría, cuando se denuncia a algún cura homosexual, el clamor salta hasta el Vaticano: siendo, por lo demás, los que se escandalizan con las andanzas del cura grandes defensores del vicio que practica, el cual niegan que sea vicio (salvo si lo practica un cura) e incluso hasta algunos avanzados proponen que su información y difusión se extienda a las escuelas.

Es evidente que hay dos varas de medir, o, utilizando la imagen evangélica, dos puertas, y a los curas homosexuales y a Urdangarín les toca pasar por la puerta estrecha. Por eso no me extraña que el Rey, no solo como suegro, sino como jefe de Estado, haya recordado a los apresurados que solo los jueces pueden impartir justicia y que se debe respeto a los derechos de cada persona. Desde ciertas trincheras políticas e ideológicas, a Urdangarín no se le pretende juzgar como golfo, sino como representación de la Casa Real, cosa que desde luego no es, sino el marido de una de las infantas. No obstante, ya se escuchan voces que proponen hacer realidad un deseo: la monarquía está tocada por este escándalo, así que vuelta a desempolvar el himno de Riego y la bandera tricolor. En una tertulia de la TV del Gobierno, cuyos tertulianos no se enteraron de que gobierna Rajoy o Rajoy no se enteró de que hay dos cadenas televisivas del Gobierno, o no le importa, ya que todos ellos bandean a babor, más ese melifluo monumento a la corrección política que es Fernando Ónega, todos ellos exculparon a Pepiño Blanco y cargaron las tintas contra Urdangarín. Se llegó a decir que la monarquía había desempeñado un cierto papel durante la transición, pero ahora está de más. Rajoy y el PP no van a mover un dedo en defensa de la monarquía, aunque les pongan de presidente de la República a Felipe González: la "corrección política" ante todo. Pero yo me pregunto, ya que se quiere que el juicio contra un yerno sea un juicio condenatorio contra la Corona, ¿por qué esta ha de desaparecer y no se ha pedido, que yo sepa, la desaparición de aquellos partidos que en punto a corrupción han acogido y patrocinado casos mucho más escandalosos y sonrojantes?

La Nueva España · 26 febrero 2012