Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


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Ignacio Gracia Noriega

Qué tropa

Las reacciones ante la fortuna oculta del exsecretario general del SOMA

Ya se ha dicho de Villa todo lo que había que decir. Lo maravilloso es que, salvo Antón Saavedra y algún otro, lo dicen quienes hasta ahora estuvieron callados como tumbas. Villa tuvo un poder en Asturias y fuera de ella como no se recuerda. Nombraba presidentes a dedo después de arrojar a Rafael Fernández del tren en marcha incluso saltándose al vicepresidente del Principado. B. Fernández, para nombrar otro sujeto que le convenía aunque le salió rana y, habiéndole decepcionado, dijo de él que no se puede fiar uno de quien al hablar mira para la bragueta. Entonces gobernaba Felipe González, que si hubiera estado Rajoy en la Moncloa seguro que le habría permitido más poder. Ahora que cayó, todo el mundo se echa las manos a la cabeza por el poder que tuvo. No se recuerda de dónde procedía, ni quién era, ni cómo llego a dominar de manera absoluta el sindicato minero, hasta el extremo que el SOMA-UGT no parecía una sección de UGT sino UGT una sección del SOMA. Sindicalistas de proyección nacional como Lito, en Asturias parecía que no existían. ¿Quién le concedió tanto poder por qué? ¿Se trata de un misterio o de una casualidad? ¿No habrá quién, aprovechando la polvareda levantada por su caída, desvele el misterio o justifique la casualidad?

Sin duda continuara siendo un misterio como el atentado de Atocha. Lo que no es un misterio es su reconocido arte de negociar, que se fundamentaba en la "chequera". Si él era el amo de la "chequera" y del bolígrafo, ¿por qué extrañarse ahora de que se haya quedado con una cantidad indeterminada a modo de comisión? Como dice un economista amigo mío, a toda esta gente vamos a tener que estarle agradecidos, porque habiendo podido quedarse con miles de millones, se quedaron con cientos.

Dos cosas sorprenden en el caso Villa: la inmediata expulsión del partido y del sindicato de los que fue amo y señor: y la rapidez con que se difundió la noticia más allá de Pajares y fue acogida por la prensa nacional cuando tal parece que hubo una ley del silencio" con el "caso Marea", más sórdido y canallesco. ¡Se trata de la freudiana "muerte del padre", o, sencillamente, de liquidar los últimos vestigios del socialismo obrero, al cual había domado, en una primera fase, el propio Villa? De aquel viejo socialismo noble, valeroso, sacrificado y de honradez a prueba de bomba de Pepe Llanos, Emilio Llaneza, Romanillos, Cayo y Marcelo García, Jesús Zapico y tantos otros, no queda nada: ni siquiera Villa, que vino a sustituirlos en plan gran líder sindical y hombre de acción, a pesar de los pesares y de su demagogia pseudorrevolucionaria, Villa estaba más próximo al viejo socialismo que el Socialismo de la agente guapa" pero descafeinada de Pedro Sánchez y de las `'invenciones federalistas". Ahora todo el mundo hace leña de él, incluido Pedro Sánchez. Pero no olvidemos que si Asturias dio alguna figura política desde la transición acá, esta figura fue Villa, y antes de que él le anulara, Rafael Fernández, un hombre con sentido de estado mientras el sentido de Villa era sindical y político de partido, esto es, de vuelo más corto. Pero todos los demás, a babor y a estribor, qué tropa más gris.

La Nueva España · 25 octubre 2014