Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Mirador de sombras

Ignacio Gracia Noriega

Thackeray

El autor de «La feria de las vanidades» es superior en algunos aspectos a Charles Dickens.

Que William Makepeace Thackeray sea menos conocido en España que Charles Dickens no significa ningún tipo de valoración. Tan sólo obedece, seguramente, a que las novelas de Dickens han sido más traducidas y gozaron de mayor éxito. Aunque la disyuntiva se produce también en Inglaterra, donde, según escribe William Entwistle, «lo que nos inclina a Dickens más bien que a Thackeray (o viceversa) no es tanto un criterio artístico como algún motivo particular derivado de la experiencia o el deseo de escapar a la realidad. Es posible que nos gusten los dos, pero es poco probable que nos gusten en igual medida».

En efecto, no pueden gustarnos en igual medida porque no encaran la realidad de la misma manera. Los desarrollos novelescos de Dickens son sentimentales, en tanto que los de Thackeray suelen ser sarcásticos: en este sentido, de acuerdo con mi experiencia de leer, puedo preferir Thackeray a Dickens, aunque no haya escrito «Los papeles póstumos del club Pickwick» ni «David Copperfield», pero Dickens tampoco escribió «La feria de las vanidades» ni «La historia de Henry Esmond». Thackeray no llegó a poner en pie un personaje como Pickwick, aunque el coronel Newcome es asimismo entrañable, pero Becky Sharp tiene más fuerza que otros personajes femeninos de Dickens, y en el tratamiento de novelas de época, «La historia de Henry Esmond» y «Barry Lyndon» son superiores a «Historia de dos ciudades», de Dickens.

Thackeray tenía más en cuenta las novelas del siglo XVIII, al Defoe de «Moll Flanders» y al Henry Fielding de «Tom Jones», que Dickens, cuyos intereses eran más acuciantes en la medida en que sus novelas se desarrollaban entre sus contemporáneos. Con sus novelas, Dickens hizo crítica social efectiva, y gracias a ella fueron posibles importantes reformas en el sistema carcelario, de la educación, etcétera. En cambio, Thackeray se interesaba en la reconstrucción de épocas y en la recreación de ambientes: su «Henry Esmond» fue publicado en 1852 en tres volúmenes con tipografía dieciochesca y ortografía arcaica para dar la impresión de que se trataba de las memorias de un coronel de la época de la reina Ana. Recientemente, esta novela ha sido publicada en español por Alba Editorial, lo que permite leer en excelente formato una verdadera novela clásica; espero referirme a ella con más amplitud. En cuanto a «Barry Lyndon» fue adaptada al cine por Kubrick, pero por desgracia el público de Kubrick no era exactamente un público de gustos victorianos. Y Thackeray fue junto con Dickens (y con Jane Austen, las Brönte, George Eliot, Trollope, Hardy, etcétera) el más relevante novelista inglés del siglo XIX, el siglo de oro de la novela en Inglaterra, en Europa y, en consecuencia, en todo el planeta Tierra.

Thackeray nació en Calcuta, en una familia de funcionarios de la Compañía de las Indias Orientales, el 18 de julio de 1811. En esta ocasión, fue un 18 de julio que no tuvo nada de maléfico.

La Nueva España · 3 agosto 2011