Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Mirador de sombras

Ignacio Gracia Noriega

Eli Wallach, el último superviviente

El actor de físico peculiar que trabajó con los más grandes

Después de haber sobrevivido a "Vidas rebeldes" (1960), la última película de Clark Gable y la "estación terminal" de Marylyn Monroe y Montgomery Clift, Eli Wallach estaba en disposición de sobrevivir a Hollywood entero, como así sucedió, con las excepciones de Olivia de Havilland y Kirk Douglas. Clark Gable era el rey del "viejo cine" y Marilyn y Clift representaban aspectos inquietantes del nuevo. Frente a la solidez mítica de Gable, Marilyn era la nueva estrella que pretendía leer a Dostoievski y Clift alguien que iba para galán que acabó interpretando a Freud y ambos, Marilyn y Clift, eran un par de desequilibrados. Wallach formó parte de las vanguardias de ese desequilibrio. Nacido en Brooklyn (Nueva York) en 1915, procedía del teatro. Intérprete de Tenessee Williams y asociado a Elia Kazan, esa combinación tuvo un nombre importantísimo: el Actor's Studio. Su primera actuación en el cine fue la versión de una obra de Williams dirigida por Kazan, "Baby Doll", en 1956, que consagra a Carroll Baker como mito erótico (modificado por John Ford dándole el papel de sacrificada maestra de escuela en "El otoño cheyenne") y convierte a Wallach en un ejemplo brillante de cómo los excesos teatrales pueden adaptarse al cine sin gran perjuicio de la película. Tras liberarse de la tutela teatral de Kazan para pasar a la sobriedad cinematográfica de Donald Siegel en "The Line-up" (1958), en 1960 consigue su primer gran éxito popular interpretando al bandolero de "Los siete magníficos", de Sturges, versión en "western" de "Los siete samurais" de Kurosawa, con un reparto de figuras de la época (Yul Brynner, James Coburn, Robert Vaugh), de las que solo prevaleció Wallach, gracias a su poderosa condición histriónica. Años adelante profundiza esa figura de bandolero, esta vez en escenarios de Extremo Oriente, en "Lord Jim" de Brooks. Su físico peculiar lo mismo se adaptaba al emigrante italiano expansivo y tramposo que, a pesar de sus grande narices, al bandido mejicano o al mongol en "Genghis Kahan" de Henry Levin. Repite el éxito popular en "El bueno, el feo y el malo", de Sergio Leone, el cual, después de haber revolucionado el "western" con dos actores de saldo, Clint Eastwood y Lee van Cleef, añade a su tercera película de la serie un actor de prestigio como Wallach, quien se encuentra en su salsa actuando de manera incontrolada. Su truculencia le hace un actor especialmente dotado para la comedia, lo que dice mucho de su ironía, y hace una divertida composición en "Como robar un millón y..." de William Wyler, y vuelve a ser bandolero en el episodio de George Marshall en "La conquista del Oeste".

Supo como pocos combinar a la perfección dos materiales muy explosivos: el histrionismo y la truculencia. Al final se vuelve más sosegado pero no deja de ser traidor y muere comiendo bombones en la ópera en la tercera parte de "El Padrino", de Ford Coppola. Todavía no hace una semana tuvimos oportunidad de verle en la reposición televisiva de "Wall Street", de Oliver Stone, donde incorporaba aun anciano muy viejo pero con mucho poder.

La Nueva España · 3 julio 2014