Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Mirador de sombras

Ignacio Gracia Noriega

Severino y el Fisco

Las palabras del expresidente de FADE en el juicio por fraude tributario

Ha agarrado el Fisco a Severino García Vigón, expresidente de la patronal FADE, con la fuerza de un mihura y le ha dejado tan descangallado como a mí el catarro, que pese a que el médico me asegura que no es gripe sino catarro, me tiene desde hace más de una semana hecho un guiñapo. O yo nunca tuve catarros hasta ahora o no me di cuenta de que fueran tan malos. Ni ganas de comer tiene uno, ni de leer, ni de hablar; en cambio, se tose de lo lindo, aunque no conozco a nadie en su sano juicio que tenga ganas de ejercer el arte de la tosedura.

No sé si será o no será, pero tan cierto como que Inglaterra perdió las colonias americanas por asunto de impuestos, Severino García Vigón perdió sus negocios por el mismo motivo. En el primer caso, Inglaterra salió perdiendo y en el segundo perdió Severino, y aquí Inglaterra ni ganó ni perdió porque éste no era asunto suyo.

Confieso que aunque nunca tuve una particular amistad con Severino García Vigón, siempre que coincidimos recibí de él trato afectuoso. En las intervenciones públicas que le escuché siempre se expresó con claridad y brillantez, lo que en una región como ésta, y de una casta como la de los empresarios, no es poco. Habla con seguridad y sabe lo que dice. Recuerdo una intervención suya en los cursos de verano de La Granda sobre la necesidad de reducir el número de concejos asturianos en todos los aspectos irreprochable. Lo reprochable es que no se le haya hecho ningún caso, dado que su argumentación no se basaba en reducir el número de los municipios por oscuros motivos políticos sino por evidente motivo económico: reducir el gasto público. Ahora, procesado por fraude fiscal, Severino García Vigón pronunció unas palabras en su última intervención antes de que su caso quedase visto para sentencia. “La Nueva España” resume ese discurso con el que yo al menos me considero de acuerdo. Reconoce que su proceder fue "erróneo y equivocado" y aconsejó a los empresarios que paguen sus impuestos para que no llegue el día en que se encuentren en tan triste situación como la suya, y cargando la nota irónica como maestro del buen decir acabó haciendo el elogio del pago de los impuestos por encima de toda otra obligación, "aunque la empresa y los trabajadores se tengan que ir al carajo".

La cuestión es muy compleja y muy vidriosa. ¿Qué es antes y más importante, pagar los impuestos o hundir la empresa y, con ella, los puestos de trabajo a que ésta dé lugar? Herbert Spencer no le negaría razones a Severino García Vigón. El hombre libre es quien dispone de su dinero libremente; el Estado es el Fisco. Releer hoy "El individuo contra el Estado" tal vez no sea lo más recomendable en el tipo de sociedad en la que vivimos. Pues el Estado-Fisco, padre de la sociedad del bienestar, actúa despóticamente si aumenta las restricciones más allá de las necesarias, y esas restricciones se manifiestan también en forma de impuestos. ¿No sería lo ideal que cada individuo pudiera controlar y distribuir sus propios impuestos, en lugar de que sea el Estado quien lo haga por a obligándole a soltar “la pasta” que luego se empleará en realizar el mapa del clítoris de las mujeres de no sé qué tribu africana o situar embajadas de Cataluña por todo el planeta, o costear el carísimo y para muchos incomprensible "estado de las autonomías según mandato constitucional"? Yo creo que si cada uno administrara su propia contribución fiscal lo haría con más sentido común y economía que el Estado y no llegaría a casos como éste en que el impuesto es más importante que la empresa y el puesto de trabajo.

La Nueva España ·25 enero 2015