Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Mirador de sombras

Ignacio Gracia Noriega

"Anomalía congénita"

Los efectos de la corrección política en el lenguaje y los diccionarios

La "corrección política" ya ha iniciado el acoso de los diccionarios, sean históricos, biográficos o de la lengua, hasta el punto que, de seguir por este camino, no serán necesarios historiadores ni lingüistas para su redacción: bastará con las aportaciones de políticos elegidos de reconocida solvencia en materia de "corrección política" y de particulares tan bienintencionados como desocupados. La actitud de estos cimeros de la "corrección política", a pesar del "buenismo" inherente a sus propuestas, dista de ser razonable, sino que es más bien mágica. Cada cosa tiene su nombre y algunas cosas por sus propias características, pues la mecánica de la lengua es implacable, poseen nombre desfavorable, en cuyo caso se les cambia el nombre, y así, al ciego se le llama "invidente" y a la "criada de servir", "empleada de hogar". No porque la "empleada de hogar" vaya a ejecutar labores de más prestigio que las domésticas para las que ha sido contratada, ni porque el ciego vaya a ver por ser "invidente"; pero, cuando menos, deja de ser ciego. Muchos pueblos primitivos creían que en el nombre está contenida la esencia de la persona, por lo que cambiando de nombre, cambia la persona. Espero que los que dicen "subsahariano" en lugar de negro no crean que por ello el negro se vaya a volver blanco, sino se trata de un vulgar caso de hipocresía (no llamar a las cosas por su nombre) y de racismo (el blanco buenista supone que el término "negro" es ofensivo, lo que implica el convencimiento de la superioridad de lo blanco).

Ahora, los familiares de los afectados por cierto problema que los singulariza, exigen a la Real Academia de la Lengua que no considere a ese problema como "enfermedad", sino como "anomalía congénita". Desde luego, es una terminología que no está al alcance de todo el mundo, por lo que vayamos al diccionario, ya que del diccionario se trata. "Anomalía" vale por "irregularidad", y, en su tercera acepción, por "malformación, alteración biológica congénita o adquirida". ¿No está describiendo la enfermedad, que no es otra cosa que una "irregularidad del organismo') En cuanto a "congénito", es lo nacido con uno mismo, lo connatural. De verdad, ¿alguien cree que por decir "anomalía congénita", es decir, "mi niño tiene una anomalía congénita" (lo que, por lo demás, será rigurosamente cierto), el niño va a ser de otra manera, o, sencillamente, espera que no se conozca el significado de esas dos palabras poco habituales? Decir "anomalía congénita" no es otra cosa que una pedantería tal vez inocente pero en cima medida sonrojante. Estamos cercados por la pedantería. Basta con ver los anuncios con que nos bombardea la TV o escuchar a políticos y tertulianos La Real Academia de la Lengua es de las pocas instituciones de este reino creada con un objetivo definido: velar por la pureza de la lengua Y la mejor manera de velar por esa pureza, en esta época del igualitario internet, es librarla de la pedantería.

La Nueva España ·10 abril 2015