Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Mirador de sombras

Ignacio Gracia Noriega

Un escritor inca

Se cumple el IV Centenario de la muerte de Felipe Huamán Poma de Ayala

Ahora que se vuelve a la leyenda negra antiespañola, que, como es natural y muy propio de este reino, nació aquí, y el Maduro, el Evo y demás se permiten decir desatinos propios de su universal ignorancia, con desconocimiento absoluto de las Leyes de Indias, del P. Vitoria, de fray Bernardino de Sahagún o del frenético P. Las Casas, quien por defender a los indios fue injusto con los negros, debiéramos preguntarnos cuántos escritores sioux o apaches en lengua inglesa hubo en Norteamérica en la época de la expansión hacia el Oeste, o en el francés en la India bajo dominio de Francia. Cierto que en estos y otros países hubo posteriormente buenos escritores en la lengua de quienes los colonizaron y recuerdo en este momento un libro muy hermoso, "Vísteme de hierba", de la escritora yabnktonnai sioux Susan Power. Pero me estoy refiriendo a escritores de otras épocas, de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX. Entonces no hubo ninguno.

Vamos a recordar, no con propósito beligerante, sino porque se cumple el cuarto centenario de su fallecimiento, al escritor peruano de lengua española Felipe Huamán Poma de Ayala (1534-1615). Por sus segundos apellidos se deduce que, como su compatriota y coetáneo Garcilaso de la Vega el Inca, era mestizo, hijo de Huamán Malqui de Ayala y de Juana Curi Ocllo, india cristianizada y bautizada. En rigor no era inca, sino descendiente de los yarovilcas de Huánuco, señores de Chichayasuyo y anteriores a los incas. Por lo que su padre podía mirar a los incas por encima del hombro y tratar a los españoles de tú a tú.

Como perteneciente a la vieja aristocracia, recibió doble educación, correspondiendo a su medio hermano mestizo, el P. Martín de Ayala, iniciarse en los estudios humanísticos. Su biografía es más de un español en las colonias que la de un indio. Ocupó cargos administrativos, se enfrentó al corregidor de Lucanas, que le desterró; viajó durante treinta años y escribió su justificación, titulada "Nueva crónica y buen gobierno", rebosante de noticias curiosas sobre el imperio incaico: allí se cuenta que el Inca salía a pasear acompañado de su servidumbre y de música de flautas y tambores; cuando peleaba contra sus enemigos lo hacía desde sus andas, lanzando proyectiles de oro fino; se alimentaba de un maíz especial, blanco y blando, como el algodón, y bebía una chicha muy suave. Los incas enseñaron a los demás indios a mascar hojas de coca, que aprovechaban tanto como el español el tabaco. El indio borracho y consumidor de coca tiene no menos categoría que los pontífices del Inca y engañaba al pueblo tanto como ellos. El Inca se bañaba cada dos días, pero no lo hacía en menguante ni en creciente, y para sus amores escogía a señoras principales. Noticias como éstas abundan en su obra, lo que la hace espacialmente amena. Por conocer muy bien las costumbres y el pasado de su pueblo, Garcilaso de la Vega y Felipe Huamán aportaban datos muy significativos que no estaban al alcance de los cronistas españoles. De ahí el interés costumbrista y folclórico de sus obras, además de los muchos datos que aportan sobre la historia antigua de Perú.

La Nueva España · 3 diciembre 2015