Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Mirador de sombras

Ignacio Gracia Noriega

Dos viajeros franceses

Los españoles no están seguros de ser europeos y Europa no está segura de que lo sean

España tiene un problema endémico: los españoles no están seguros de ser europeos y Europa (esto es, Francia, Inglaterra y Alemania) no están segura de que lo sean Ese problema lo achacaba De Gaulle a los latinos con respecto a Roma: nunca se sabía si eran parte de Roma o lo disimulaban. España, en su momento de grandeza, le dio la espalda a Europa, y con la decadencia se aísla, poco menos que si fuera China o Japón. Al aislamiento sucedió el atraso, la mala gobernación, el complejo de inferioridad, la dependencia extranjera. Dependencia incluso política: la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis en 1823, según Stendhal, "ha retrasado medio siglo, si no más, la civilización de España". Los españoles avanzados pretendieron remediar la situación mirando hacia donde no quisieron mirar sus antepasados, y como suele suceder, se pasaron de europeístas en la tendencia afrancesada, nefasta en el aspecto político como en el cultural, pero temo que no tan arrasadora y devastadora como el anglosajonizamiento que se ha impuesto desde unos veinte años: el afrancesamiento, a fin de cuentas, era una realidad cultural, mientras que la anglosajonización ofrece quimeras técnicas y laborales, y convertir a los españoles en bilingües y ponerlos a estudiar matemáticos en inglés es una imbecilidad, porque las matemáticas son lo mismo en inglés que en español, y se supone, aunque se olvida, que los españoles del futuro van a vivir y a trabajar en España, a no ser que toda la población emigre.

En los siglos XVIII y XIX numerosos viajeros franceses e ingleses recorren España como un país exótico y lejano: algo así como Marruecos. Gautier ve España como Oriente y se ríe de la ridícula pretensión de los burgueses de las ciudades por parecer "europeos", como si fueran sudamericanos. Es una visión romántica de alguien que se siente muy satisfecho de ser francés entre gente atrasada. Stendhal, que visita España un poco antes de Gautier, en 1837, juzga a nuestro país de manera menos literaria y suficiente, pero uno y otro, Gautier y Stendhal, coinciden en que los dos lastres de España son Cataluña y el afrancesamiento. Es-paña hubiera marchado mucho mejor sin Cataluña. Si Portugal hubiera quedado con nosotros y Cataluña se hubiera ido a donde le apeteciera, a Turquía o a Berbería, nuestra economía habría sido más floreciente y hubiera habido libre comercio: pues los españoles no compraban las excelentes telas inglesas a un franco la vara porque compraban las catalanas, inferiores en calidad y a tres francos la vara En compensación, los catalanes admiraban a Rousseau, amaban "lo que es útil a todos" y eran "tan liberales como el poeta Alfieri, que era conde y aborrecía a los reyes, pero miraba como sagrados los privilegios de aso condes". No le producían los catalanes buena impresión al autor de "La Cartuja de Parma", el cual, después de su bien amada Italia, mostró atención hacia los temas españoles ("El cofre y el aparecido", "El filtro"), distorsionándolos un poco. Pero cuando pisaba España, sabía mirar.

La Nueva España · 7 enero 2016