Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Mirador de sombras

Ignacio Gracia Noriega

La princesa del pueblo y el presidente de la gente

Los títulos que la España castiza da a sus personajes más populares

La España castiza se ha distinguido desde antiguo por conceder títulos eximios a sus personajes populares. El caso más representativo de la segunda mitad del siglo pasado fue el de la Faraona, título por el que se conocía a la inabarcable Lola flores, sin perjuicio de que Curro Romero fuera el Faraón de Camas, aunque debían pertenecer a dinastías distintas. Lola era una fuerza de la naturaleza y una estupenda hacendista, pues habiendo tenido un serio y sonado encontronazo con el fisco, propuso que cada español le aportara una peseta en gracia de su popularidad: de este modo, el desembolso económico de sus admiradores no era grande y ella saldaba la deuda. Así se echan las cuentas y se solucionan los problemas. Lola, sin que por ello tuviera que abdicar de su título de Faraona, para lo que verdaderamente estaba llamada era para ocupar el ministerio de Hacienda: pero a nadie se le ocurrió darle un asiento en el consejo de ministros, pese a que más tarde los hubo de sonrojo público y hasta alguna folclórica de menos categoría que ella.

Otro título que aún se recuerda entre los aficionados es el de "Papa negro" que ostentaba el Padre de los Bienvenida. El título se lo concedió el crítico taurino "Don Modesto", que ya había nombrado Papa a "Bombita", y como en aquel tiempo no podía haber dos Papas desde el Cisma, a Bienvenida le correspondió el de "Papa Negro", título con el que se conocía al general de los jesuitas. Con enorme generosidad, Bienvenida afirmó que si hubiera tres sillas papales, lo que sería volver a los peores tiempos del Cisma, sentaría en la tercera a "Machaquito". Y tenemos también al Príncipe Gitano y a tantos otros que no se enumeran por falta de espacio.

La España actual, pese a la informática y toda la pesca, continúa siendo castiza y zara-gatera como en el verso de Machado: por eso Pedro Sánchez anuncia como programa algo tan anticuado como "progreso", mucho progreso. Volvemos al siglo XIX, qué se le va a hacer. Y se continúa encumbrando a los personajes que ocupan mucho espacio en los medios y así Belén Esteban por "famosa" (una profesión magnífica y única la de "famosa") es la princesa del pueblo, y Pablo Iglesias, más populista que popular, es el presidente de la gente. Lo de "princesa del pueblo" haría las delicias de Felipe "Igualdad", aquel fantoche que incurrió en lo único que evitan los miembros de las casas reales: la demagogia política. A Belén la hicieron princesa porque es la reina del papel "couché" y de los programas televisivos a los que acude con su nariz de boxeador y con un lenguaje digno de tesis doctoral. La princesa del pueblo se distingue porque no dice nada comprensible pero lo hace con entonación cada vez más ceremoniosa En cambio, al presidente de la gente se le entiende bastante bien, aunque no todos los días dice lo mismo. Con una coleta y un cinturón hizo su presentación en los "medios", que fueron quienes lo auparon. Ahora ha llegado a lo más alto. Ser presidente de "la gente" es una novedad que indica que "la gente" es la que vota por él: los demás, quién sabe qué serán.

La Nueva España · 4 febrero 2016