Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Despedidas & necrológicas

Ignacio Gracia Noriega

Algo nuevo para no ser nadie

Produce cierta tristeza leer en un no demasiado antiguo recorte de «La Nueva España» unas declaraciones del conocido hostelero Fernando Martín a Ángel Fidalgo: «Abro Trascorrales con mi hija María porque el invierno en el Palacio de Luces, en Lastres, se me hace muy largo, y también porque no me encuentro muy realizado. Y, además, me di cuenta de que a mis años no soy nadie y que necesito algo nuevo». Y ese «algo nuevo» era el nuevo Trascorrales muchos años después de que el viejo Trascorrales hubiera marcado una época en la hostelería ovetense: como dice el gran Ubaldo, de La Paloma, «un antes y un después». Pero, por desgracia, la nueva etapa de Trascorrales apenas pudo ser dirigida por Fernando Martín como capitán de puente y capitán de máquinas. Al poco tiempo, una cruel enfermedad se apoderó de él y acabó llevándole a la tumba, cuando estaba a punto de iniciar una nueva vida y de volver a empezar, no desde cero, sino «desde Trascorrales», ese «nuevo» que necesitaba «para ser alguien». Afirmación ésta, hecha, según Ángel Fidalgo, «con socarronería», pues Fernando Martín, en su larga trayectoria como empresario y como cocinero, «lo había sido todo» en la hostelería ovetense y también en la hostelería española. Fue un empresario emprendedor, que realizó numerosas variantes dentro de la hostelería, desde la sidrería, al bar de carretera y de copas, al restaurante de lujo y a la cocina de altura. Empezó siendo Fernando el del Pelayo, o si se prefiere Fernandito; después fue Fernando el de Trascorrales y últimamente era Fernando Martín. De acuerdo con sus méritos, podríamos decir don Fernando.

La biografía de Fernando Martín es la de una constante búsqueda y de una innovación constante en todos los órdenes. Empezó, como es sabido, en el negocio familiar del Bar Pelayo, sidrería, marisquería y restaurante muy conocido en el centro de Oviedo, desde donde, por ejemplo, el cachopo de carne se difundió primero al bar los González en la calle San Bernabé, y pronto a toda Asturias. En el bar de la gasolinera de Argame, en la recién inaugurada carretera de Mieres, animó un establecimiento legendario de pollo al ajillo y copas duras, donde se demostró que el alcohol no es tan nefasto para el conductor como se pretende ahora. Por fin en Trascorrales, en la plaza de ese nombre, inventa la hostelería del Oviedo antiguo alimón con Belarmino Álvarez Otero: Fernando Martín con el restaurante sofisticado y Belarmino, en Tigre Juan, con el primer pub que funcionó en Oviedo hasta horas muy altas. Dios les agradezca a ambos, los dos ya en su gloria, los buenos ratos que nos hicieron pasar.

Con el nuevo Trascorrales, en la calle del poeta Carlos Bousoño, Fernando estaba dispuesto a reverdecer sus éxitos. «Abro con la ilusión con la que siempre empecé todas las cosas», dijo. Pretendía adaptar alta cocina a una época de crisis: cocinar vacas gordas para el calamitoso tiempo de vacas flacas que vivimos. No pudo cumplir ese proyecto. Pero cumplió en lo demás.

La Nueva España · 18 febrero 2012