Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Personas y hechos de Asturias

Ignacio Gracia Noriega

Jovellanos en Sevilla

Don Joaquín Alvarez Suárez, presidente del Centro Asturiano de Sevilla, y, a lo que conjeturo, persona cortés y tolerante con las opiniones ajenas (no como otros), me envía un folleto destinado a recordar la efeméride jovellanista relacionada con la bella ciudad del Guadalquivir que se cumple este año: el 220 aniversario de su toma de posesión como Oidor de la Real Audiencia de Sevilla. En rigor, éste es año de conmemoraciones jovellanistas, ya que se cumplen también los doscientos cincuenta años del nacimiento del prócer y los doscientos de la fundación del Instituto Asturiano. ¿Servirán estas fechas para que se recuerde en toda su profundidad a Jovellanos, se lean sus escritos, se tomen en cuenta sus propuestas para Asturias, tan generosas y atinadas y, en muchos casos, tan actuales? Me temo que no. Asturias está peor que en toda su historia, más a la deriva que nunca, en manos de incapaces que sirven a intereses foráneos, hasta el .unto que cabe repetir el sombrío diagnóstico que hizo en el siglo XVIII, el viajero Edward Clarke: Asturias parece más «una región saqueada que un país en manos de sus propios dueños». Y por mucho que demagogice Villa en Rodiezmo, que no hubiera puesto a quien puso donde está, porque, como dice el refrán rústico referido a la matanza del «gochín», «tanta culpa tiene el que mata como el que tira de la pata».

Por lo menos, el Centro Asturiano de Sevilla nos recuerda a Jovellanos y esto es importante: no sólo con el relieve creado por el escultor José Luis Iglesias Luelmo, sino también con el folleto que lleva por título «1944: un año para Jovellanos». De este modo, el mencionado Centro añade a las actividades recreativas y asistenciales que le son propias, una importante dimensión cultural. Bien es cierto que no se libra de cierta dimensión cultural. Bien es cierto que no se libra de cierta contaminación política debida al trasiego de alcaldes y otros políticos con el pretexto del homenaje a Jovellanos; pero esto parece inevitable en este país, hoy por hoy, porque entre el ansia de los socialistas por coparlo todo y tanto político profesional como hay, aparecen políticos por todas partes, hasta en la sopa. Lo malo es que también hablan y el pintoresco Pepote de la Borbolla se permite echarle un desaforado piropo a Tini Areces, que merece comentario: «Mantiene fidelidad a las ideas a lo largo de toda su vida, basada en la solidaridad. Esas ideas no han cambiado». No le quito mérito a las ideas de Tini Areces y a su indiscutible actividad como dirigente comunista; pero si esas ideas que tan decididamente ha defendido en la clandestinidad no han cambiado, ¿qué pinta ahora en el PSOE? ¿Es que no hay diferencia entre comunistas y socialistas o bien PSOE, inexistente en 1975, se ha convertido en un frente popular de oportunistas?

Hecha esta matización necesaria, señalemos que el discurso de Areces, titulado precisamente «Un año para Jovellanos», es ajustado y notable. Otro trabajo titulado «Jovellanos y la Audiencia de Sevilla», de Miguel Carmona Ruano, es una buena contribución al jovellanismo, en uno de sus aspectos menos estudiados. También se publica un extracto de la conferencia «Jovellanos y Sevilla», del catedrático A. M. Bernal, aunque el texto clave del folleto es la conferencia, también titulada «Jovellanos y Sevilla», de José Caso, el primero de nuestros jovellanistas. Con actos como éstos, el «bombo» de un Centro Asturiano suena de forma más profunda y perdurable, pues como escribió su presidente, don Joaquín Alvarez, han hecho realidad que «Jovellanos esté presente en todos nosotros».

La Nueva España · 12 septiembre 1994