Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Por los caminos de la Asturias central

Ignacio Gracia Noriega

Los mil días de Tribuna Ciudadana

La historia de una asociación plural y liberal que ya es uno de los símbolos de Oviedo

«Es indudable que cuando a finales de los setenta Lola y yo empezamos, junto con otros muchos asturianos de ‘nación y pación’, como decía Alarcos, a ilusionarnos con el autoimpuesto deber de espolear la cultura, exponiendo la desnuda de afeites en la plaza pública como algo gozoso, gratificador y divertido, para nuestro bien y el de cuantos lo quisieran entender así, andaba yo muy lejos de que llegaría el día en que esta mujer mía, entusiasta y convencida de que cuanto hicimos en esa dirección ha merecido la pena, me pediría un prólogo para un libro que recogería la historia de ese quehacer colectivo que creó lo que hoy son tres incuestionables realidades culturales asturianas: el premio de Novela Corta Tigre Juan, Tribuna Ciudadana y el Círculo Cultural Valdediós», escribe Juan Benito Argüelles en el prólogo al libro «De Tigres, Tribunas y Círculos», de Lola F .Lucio: una hermosa y monumental obra, en muchos aspectos enciclopédica y en general fervorosa y nostálgica–pues el tiempo no pasa en vano y muchos amigos quedaron ya por el camino, aunque la obra permanezca–, que sin duda merece los honor es de una reedición, siquiera sea en formato más modesto.

Pues se trata de historia viva de un período de la historia cultural de Oviedo y de Asturias: y quien dice «historia cultural» dice «historia general», de un Oviedo que fue altavoz de las figuras más relevantes de la literatura, del arte, de la ciencia, incluso de la política, de este tiempo. Tribuna Ciudadana se presentó en sociedad como «una asociación cultural que surgió de la sociedad civil y que pretende fomentar el desarrollo de la ciencia, el arte y la cultura en sus más amplias y variadas facetas, a través de la promoción y realización de todo tipo de actividades de carácter divulgativo». Ese programa, sencillo y a la vez inmenso, no ha variado al cabo de treinta y cuatro años. Tribuna Ciudadana continúa siendo Tribuna Ciudadana contra viento y marea, y ya se ha convertido en una institución ovetense que encarna como ninguna otra el espíritu plural y liberal de la ciudad: esa ciudad en la que, según Palacio Valdés, «la burla es la deidad a la que se rinde culto incesante». Más apropiado sería que hubiera dicho «humorismo», como decía Pérez de Ayala, que consideraba el sentido del humor de los asturianos como el más británico del mundo, incluido el del Reino Unido. Y donde hay humorismo hay tolerancia. Juan Benito, su fundador, es uno de los grandes humoristas y Tribuna Ciudadana, su creación, un modelo de tolerancia.

En la declaración de principios se invoca la «sociedad civil». Es un término muy respetable que los españoles, a pesar de la «democracia», no acaban de entender del todo. Hay más «democracia» que «sociedad civil», lo que revela que algo anda descompensado, por lo que instituciones como Tribuna Ciudadana son imprescindibles y de permanente valor.

Que se haya mantenido en sus principios a lo largo de treinta y cuatro años, en los que otras asociaciones culturales contemporáneas acabaron languideciendo o desapareciendo, demuestra que es una institución necesaria y arraigada, y que prevalecerá, y pasados los años, en un futuro que no veremos, los signos distintivos de Oviedo serán el Naranco, la Catedral, la calle Uría y...Tribuna Ciudadana.

Ha transcurrido mucho tiempo, y con él mucha historia, de la grande y de la pequeña, de la general y de la local, desde que el 18 de abril de 1980, Rafael Martínez Nadal pronunció su conferencia sobre «Siete viñetas de García Lorca». El conferenciante vivía en Inglaterra, donde había estado exiliado, y tenía «talante, aspecto, indumentaria y modales británicos». Su amistad con García Lorca se remontaba al otoño de 1923.

En la primavera de 1980 se encontraba en Madrid dando un ciclo de cinco conferencias sobre el poeta de «Romancero gitano» y «Yerma» en la Fundación March, y la recién estrenada directiva de Tribuna pudo ponerse en contacto con él para proponerle el desplazamiento hasta Oviedo para abrir el curso de Tribuna, actuando Andrés Amorós como intermediario. Lola Lucio recuerda que llegó en tren el 17 de abril y permaneció en Oviedo hasta el domingo siguiente. Durante la conferencia, tuvo un recuerdo para el musicólogo Eduardo Martínez Torner, también amigo suyo durante la estancia de ambos en Inglaterra.

Desde aquel lejano 18 de abril de 1980 hasta el 2 de mayo de 2014, Tribuna Ciudadana ha sido escenario de mil actos culturales. Mil días, pues, de cultura y diálogo, son muchos días puestos uno detrás de otro.Mil días componen una historia singular, tal vez única, de la que es posible que no hay precedentes y es seguro que no habrá imitadores, dados los rumbos del tiempo presente, para nuestra desgracia y penuria. En estos mil días, Tribuna, que empezó siendo una institución muy de su tiempo, que como dice María Luisa Bengoa «empezó con todo el encanto maravilloso que implicó la Transición», ha sobrevivido y prevalecido, lo que, «no es nada fácil de conseguir, y menos en estos tiempos», según Ramón Rodríguez.

Si Tribuna sobrevive y prevalece se debe en primer lugar a la fidelidad de sus socios y al entusiasmo de sus directivos. En su época «clásica», por así decirlo, disponía de un «estado mayor» muy reducido y muy activo, compuestos por Juan Benito, que era su cara al público, su portavoz y relaciones públicas; Lola F. Lucio y el desaparecido e inolvidable José M.ª Laso, cuya misión más visible era acompañar a los conferenciantes desde su llegada a la ciudad hasta el momento de la conferencia. Y después de la conferencia, era él quien abría el fuego del coloquio, al que los asistentes suelen mostrarse remisos hasta que no se caldea un poco el ambiente.

Laso, el hombre más erudito de Oviedo, según Juan Benito, se empapaba de la especialidad de cada conferenciante y estudiaba a fondo el tema de la conferencia para poder abrir el coloquio e intervenir en la sobremesa de la cena que seguía al acto, con conocimiento y autoridad. Siempre puntual y atento, de traje gris y con la gran cartera de cuero en la mano, acompañaba a los conferenciantes a las emisoras de radio, a la televisión, a los periódicos para que les hicieran entrevistas, y después a comer en «Casa Conrado». No se desprendía de la cartera, y al café, recurría a ella para sacar, de entre las obras de Gramsci y multitud de artículos propios publicados y por publicar, una breva de Álvaro para no incrementar la factura de la comida con un cigarro habano. Laso era un personaje admirable y entrañable. Todo lo que emprendía lo hacía con ilusión. Tribuna Ciudadana fue una de sus ilusiones. Habría disfrutado muchísimo asistiendo a la conferencia número mil.

Mil días de Tribuna Ciudadana son un acontecimiento histórico, pero no una meta. La meta está todavía muy lejana, todavía queda mucho por hacer, y, como en el poema de Robert Frost,

¡Qué bellos son los bosques y sombríos!, pero tengo promesas que cumplir y mucho camino que andar antes del sueño.

La Nueva España · 17 mayo 2014