Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Por los caminos de la Asturias central

Ignacio Gracia Noriega

El socialismo asturiano

El socialismo asturiano disfrutó de gran prestigio nacional e internacional gracias a la huelga de 1934 y, por extensión, a las grandes huelgas contra el franquismo de 1962 y 1963. Tanta era la fama del socialismo asturiano, a través de la sección minera de la UGT (por aquellos tiempos no estaban generalizadas siglas como SOMA, PSOE, etcétera, sino que diciendo "socialistas" se entendía todo el mundo) que Cayo, dirigente minero de El Entrego, hizo un viaje a Inglaterra invitado por la Trade Union y regresó maravillado de ver colgados en las paredes de los locales unionistas mapas de Asturias y hasta fotografías de Manuel Llaneza. La revolución de octubre de 1934 tenía para los partidos y sindicatos socialdemócratas europeos el aspecto romántico y épico de una intentona obrera que ellos no había tenido necesidad de hacer.

En España, la tendencia socialdemócrata de la Segunda Internacional era corregida por una retórica pseudorrevolucionaria que se aceptaba como reconocimiento de la larga lucha contra el franquismo y que se exhibía en los mítines en las montañas y en campo abierto, mientras que cuando habían de hablar en los centros urbanos, los dirigentes se mostraban más recatados. La participación de las organizaciones socialistas contra el franquismo fue muy escasa, y aunque hubo socialistas valientes que participaron en ellas, lo hicieron como Indalecio Prieto en el Pacto de San Sebastián: a título personal, por que el socialismo, escindido entre los del exterior y los del interior, entre los de México y Toulouse, etcétera, apenas tenía organización, o no la tenía en absoluto. En vísperas de la muerte de Franco se encontraban todavía en los famosos "cuarenta años de vacaciones" a los que se refirió Ramón Tamames. En las grandes huelgas de comienzos de los años sesenta del pasado siglo, la presencia socialista fue muy escasa, y su participación en la huelga fue dirigida desde la joyería de Herminio en El Entrego y el despacho de abogado de Emilio Barbón, en Pola de Laviana. Donde sí fueron protagonistas y directores, en colaboración con los anarquistas, tan reacios a los pactos, fue en la revolución de 1934, de la que Indalecio Prieto, uno de sus iniciadores, declaró en México en 1942: "Me declaro culpable ante mi conciencia, ante el Partido Socialista y ante España entera de mi participación en aquel movimiento revolucionario. Lo declaro como culpa, como pecado, no como gloria". Pero los potentes servicios de "agitprop" lo convirtieron en un "movimiento glorioso", cuando una revolución innecesaria que adopta las formas de levantamiento armado contra un régimen legalmente constituido" (sí, la misma república contra la que en 1936 se levantarían los militares africanos con mejores resultados y por lo que ahora claman, considerándola "el jardín del Edén", los nietos de los que pretendieron derribarla a la brava) y que además fracasa como fracasó ésta, es cualquier cosa antes que una revolución: digamos en este caso, el primer episodio de una terrible guerra civil.

Pero con sus gravísimos errores y grandes logros, debidos en buena parte al buen sentido y al gran sentido político y sindical de Manuel Llaneza, el socialismo asturiano, y el minero asturiano como una de sus encarnaciones, fueron conocidos en el mundo entero. Si un asturiano iba a Madrid, era inevitable que le preguntaran si había huelgas en las cuencas mineras, cuando en el propio Oviedo habla que enterarse por "Le Monde" de que habla huelga en Mieres, según Juan Benito.

Consecuencia, tal vez, del esplendor revolucionario, es el mito de la antigüedad del Partido Socialista asturiano. Como es sabido, Pablo Iglesias, Antonio García Quejido, Jaime Vera y otros consiguieron en 1874 y en Madrid el desarrollo de una asociación que contaba con 250 afiliados, de la cual surge el 2 de mayo de 1879, con ocasión de un banquete celebrado en una tasca de la calle de Tetuán, junto a la Puerta del Sol, el partido Socialista. En 1882 en Asturias todavía no funcionaban las sociedades de resistencia aunque en 1883 se constituye un Casino Obrero en Oviedo. Hacia 1886 se recibían en Sama veinte ejemplares de "El Socialista", pero la celebración del primer 1 de mayo en 1890 (aprobado como Fiesta del Trabajo por el Congreso Internacional de París) no tuvo repercusión en la región: no obstante, pocos días más tarde, el 5 de mayo, doscientos mineros de Carbayín se pusieron en huelga.

La primera Agrupación Socialista se crea en Gijón el 4 de diciembre de 1891 y el 28 de febrero de 1892 se constituye la de Oviedo. El 26 de febrero de 1892, Pablo Iglesias llega a Oviedo por tren, en un vagón de segunda clase. Por aquel tiempo, era motivo de discusión si Pablo Iglesias hacia el recorrido ferroviario en primera y en la estación anterior a la de su destino pasaba a un vagón de tercera o si hacía en tercera todo el trayecto. Su llegada a Oviedo no le dio la razón a unos ni a otros. Viajó en segunda. En la época de la reorganización del partido socialista a partir de 1974, la casa del pueblo más antigua todavía en pie, aunque en ruinas, era la de Barredos, y la bandera socialista superviviente a las persecuciones y al tiempo fue la de Canana, enterrada durante años en un tiesto.

El voto socialista asturiano, gracias a la decisión de Agustín González, Avelino Pérez y otros, fue decisivo para la designación de Felipe González como secretario general en Suresnes. ¿De dónde habían salido aquellos doscientos votos de apoyo, habida cuenta que hasta septiembre de 1976 no había una verdadera organización política ni sindical ni siquiera carnets que eran la manera de controlar el número de militantes a través de sus cuotas? De asambleas a mano alzada, en el mejor de los casos. Posteriormente, el voto asturiano influyó en la designación de Zapatero como secretario general. Y nuevamente interviene el voto asturiano, como es natural, en la elección del actual secretario general, pero en esta ocasión la representación asturiana lo hizo con el voto dividido. Se conoce que unos habían recibido una inspiración especial, que fueron los que votaron al caballo ganador, y los otros lo hicieron según se lo pedía el cuerpo. La diferencia entre Pedro Sánchez y Eduardo Madina, de todos modos, no parece profunda, y en ningún modo recuerda a la disyuntiva entre Prieto y Largo Caballero, en el que Asturias tendía hacia Prieto a pesar de su posición socialdemócrata. Los actuales candidatos del socialismo en otro tiempo serían miembros de las Juventudes. Como Zapatero, son juveniles, sonrientes, altos y delgados y no tienen ninguna experiencia de gobierno. Y esto, tratándose de un partido que puede gobernar, es muy peligroso. También es relativamente peligroso su discurso radical, aunque es norma del partido socialista no hacer en la ciudad lo que vocea en la montaña. De todos modos, yo me pregunto si el PSOE no cuenta con políticos veteranos, con amplia experiencia de gobierno, que podrían volver a la primera línea política a intentar desenredar lo que ellos mismos enredaron con el experimento Zapatero. ¿Por qué un político que fue jefe de gobierno hace años no puede volver a serlo? ¿Por qué otro a los setenta años no puede estar en activo? ¿Por qué hay que dejar paso a los jóvenes? No veo que este motivo sea serio. Y los experimentos, ya se sabe, con gaseosa.

La Nueva España · 26 julio 2014