Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Libros

cubierta del libro

José Ignacio Gracia Noriega

El paso de Faes

Premio de Novela “Casino de Mieres”, 1988

Prólogo de Eduardo Méndez Riestra

Casino de Mieres 1988, 208 páginas

En las solapas del libro figuran una serie de Comentarios acerca del autor. Dicen así:

«“Gracia Noriega es un narrador nato, que, en sus semblanzas y artículos no pierde el hilo ni siquiera cuando entrecruza varias historias o deriva, aparentemente, por meandros laterales ajenos a la cuestión. Ahora le vemos en su verdadera salsa de fabulador, Y nos preguntamos cómo no se le ocurrió escribir novela mucho antes. Pero nunca es tarde si la dicha es buena, y ésta es buenísima”, SARA SUÁREZ SOLÍS.
El viaje del Obispo de Abisinia a los Santuarios de la Cristiandad es... una novela impar, que se lee con una mezcla de tensión por el relato, como siempre ha de suceder con toda novela, y de suave sonrisa, como homenaje a un humor que, a veces, es posible que sea de Chesterton, otras de José María Castroviejo o de Álvaro Cunqueiro, y las más de ellas de honda raíz astur”, JUAN VELARDE FUERTES.
“Acostumbrados a una novela que se interroga a sí misma en complicadas volutas psicológicas, testimoniales o metaliterarias, quizá pueda resultarnos refrescante este intento de José Ignacio Gracia Noriega de recuperar la fascinación de la narración oral, de la tercera persona omniscente y el goce de una maravilla que no precisa justificarse funcionalmente en el relato”. (El País, a propósito de El viaje del Obispo de Abisinia...)
“Gracia Noriega se suma con «El viaje del obispo de Abisinia...» a la narrativa mágica y jocunda del Noroeste -Cunqueiro, Castroviejo, Risco, Casares y Conde- con una nouvelle muy cercana a la materia de Bretaña y en la que la villa de Permalles es la villa mítica y el obispo Juan de Gondar y su séquito de canónigos claveros, enanos y ciegos recogen una trama entre dionisíaca y piadosa, volteriana y liberal (...). Sobre un relato preciso de exacta y bella prosa, la historia cobra brillos y notas de, una estética del ciclo artístico, servida por el autor con rejuvenecida vigencia” (ABC)
“José Ignacio Gracia Noriega (...) pertenece a una especie en vías de desaparición, a un género que en tiempos más civilizados, cuando la Ilustración, abundaba en nuestras provincias como en las del resto de Europa: el erudito local abierto a las novedades del ancho mundo, tan curioso de la historia de su comarca como enterado de la moderna literatura extranjera, a la vez progresista y conservador, entusiasta y socarrón”, EL MARQUÉS DE TAMARÓN.
“Ignacio Gracia Noriega no sólo es uno de los mejores literatos asturianos de los últimos tiempos (y no manejo una idea avara del término «últimos tiempos»), sino el personaje más literario que las Asturias han parido en los últimos tiempos”. JUAN CUETO ALAS
“Don José Ignacio Gracia Noriega es el arquetipo del escritor «en general», o sea del escritor público, como se decía antaño”, JESÚS EVARISTO CASARIEGO.
“He comprobado, en estos últimos años, que incluso quienes critican sus actitudes reconocen que es un artista de la escritura. Y como a muchos artistas, a Ignacio Gracia se le atribuyen genialidades y desafueros de leyenda, la mayoría de estos últimos, si no todos, seguramente falsos o cuando menos exagerados. En realidad, él mismo tiene bastante de personaje de leyenda, por su tendencia a la desmesura, que le ha convertido en un polemista terrible, que no sólo no rehúye nunca el choque, sino que lo provoca”, JOSÉ MANUEL VAQUERO.
“Yo apostaría a ciegas por la pluma de Gracia Noriega como una de las más brillantes de mi generación”, JOSÉ LUIS GARCÍA DELGADO.
“Gracia Noriega (...) ha adquirido gran notoriedad gastronómica, humorística y sociológica. Se parece a las cataratas del Niágara, porque para él el aforismo latino de ni un día sin escribir una línea es una fruslería., Lo suyo son cien, quinientas o mil. Y las lecturas (...). Es el primero que lo pasa bien entreteniéndose y nos transmite su propio contento”, MANUEL F. AVELLO.
“José Ignacio Gracia Noriega es uno de los más importantes escritores y articulistas que tiene actualmente Asturias; fecundo autor -casi oceánico- no ha olvidado el mundo de la narrativa”, VÍCTOR ALPERI.»

El libro lleva un Prólogo de Eduardo Méndez Riestra, titulado Relación de treinta pesos:

«Nunca me había atrevido a hacerlo. Quiero decir que nunca me había atrevido a formularlo, aunque mis impulsos eran fuertes como un toro de lidia antiguo o como Robert Mitchum en sus buenos tiempos. Yo tenía dentro de mí el deseo de pergeñar unas líneas de, digamos, prólogo a esta nueva novela de José Ignacio Gracia Noriega que en el año de 1988 acaba de obtener el premio Casino de Mieres. Y tenía fuera el compromiso urgente con su autor. Pero, también dentro, algo me impedía unir horizontalmente más de siete u ocho palabras ordenadas, porque en los últimos tiempos tengo la sensación de que el mundo está abarrotado de palabras -más que palabras, frases- brillantemente huecas y perfectamente superfluas; de que sobra tanta literatura que acaso el cuento de Cortázar El fin del mundo del fin cobre pronto realidad.
Quiso lo innombrable que hace unas fechas cayera en mis manos un breve relato del fulgurante Guillermo Cabrera Infante, infante de la saga del otro Guillermo, Brown, of course. Pues bien, de aquel relato nace éste, por cuanto que me alumbró y dio fuerzas para hacer lo que tanto deseaba pero no osaba. Me sentí de pronto tomado de la mano de un hermano al que claro que no descubría entonces, como es de suponer, por poner, permítaseme, de manifiesto.
El relato se titulaba Listas y revela el amor del autor por este género listante o listinto, tan insólito como apasionante. Me sentí él, hasta el punto de no saber si aquello era suyo o era mío. ¿Por qué no habría de ser mío si siempre había conocido en mis adentros semejante seducción frente a las listas o las relaciones más variopintas que pensarse pueda? Por eso elijo tal modalidad para este prólogo un tanto análogo y por tanto lúdico. Esta es mi relación (que no delación) de treinta razones de peso.
1. J.I.G.N. es un viejo amigo al que creo conocer.
2. Él vale mucho (con esta expresión tan popular pero no por ello -antes al contrario- incierta).
3. Infinitas fuentes literarias pueblan su cosmos creativo.
4. Ama los westerns clásicos, los caminos leves y los viajes cortos.
5. El firmante obtuvo el Premio Casino de Mieres en su primera convocatoria (1980), por lo que resulta una especie de Decano o así y por la cual razón no ve como locura prologar aquí y ahora.
6. En aquel novelín, Viaje de los caballeros sin rostro..., dicen que J.I.G.N. era inspirador de uno de los personajes, ignoro cuál.
7. Gusta José Ignacio de los whiskies suaves y del Rioja colorado, y para nada de los llamados «cuba-libres», como yo, ni de porquerías o vulgaridades semejantes.
8. Se debate entre el gran tirón de los universales más cosmopolitas y una cierta necesidad de arraigo aldeano, como toda persona bien nacida.
9. Probablemente lo primero lo colma en el mundo de lo imaginario y lo segundo en el de lo real cotidiano.
10. Las anteriores fronteras, claro, son artificiales, porque no hay duda de que hay ósmosis constante entre ambos mundos.
11. Es un anarquizante lúcido que gusta con frecuencia de hacerse pasar por reaccionario, como Borges gustaba.
12. Por eso a veces encuentra hermanamiento con algunos carcamales notorios.
13. Ama el arte fílmico, en especial los thrillers y otras cintas de los años cincuenta.
14. Gusta de las polémicas, porque sabe que de las mismas suele salir alguna luz para retratar a los cretinos y que todos puedan reconocerlos en las fotos.
15. Disfruta con la buena cocina, que es un arte tan noble como cualquier otra que también lo sea.
16. Goza en chigres y tabernas, porque sabe que allí hay vida sin tapujos ni remilgos.
17. Le gusta provocar, lo que es síntoma de jovialidad.
18. Hace gala de humour, lo que a veces es mal entendido en un país que sigue bien lleno de señores de luto mingotianos.
19. Escribe con la misma facilidad y fluidez con que otros ven televisión o hacen calceta. Y escribe bien.
20. Desprecia la vulgaridad de los groseros, tan frecuente.
21. Está gordo cual Ubú entonelado, sobre todo porque es moda guardar línea, estoy seguro. También luce sombrero tirolés y curioso bigotillo como seña de identidad (sostiene que, ya que no somos judíos ni mediterráneos ni nórdicos, sólo podemos ser raza alpina, en especial él y yo).
22. Es un colaborador insaciable de las prensas diarias, semanales y mensuales, lo que por un lado le beneficia y por el otro tampoco.
23. Se ríe de las flores y de los floreros, lo que está muy bien, por tontos.
24. Ha publicado ya, si no yerro, ocho libros, lo que está igualmente bien para su edad media.
25. Aborrece a los hablantes porque, puesto a elegir raíces, apuesta sólo por Raíces profundas.
26. Simpatiza sin embargo con el bable cuando es «suave como una sonrisa matutina», que dirían los Modern Jazz Quartet.
27. En esas condiciones él mismo practica ese habla arcana y algo menos útil que el inglés, que le merece gran respeto.
28. Cambió la ciudad por el pueblo, porque sabe que se puede vivir en Los Ángeles, New York, Dublín o Gijón sin salir apenas de Llanes.
29. En realidad, propende a flemático inglés cargado de ironía y de común sentido, virtudes ambas menos habituales de lo que pudiera creerse.
30. Tiene un sentido de la amistad antiguo, que le hace ser amigo hasta la muerte de sus amigos, a menos que se enfade con ellos por causa justificada (lo que los revela como falsos). Y, aun en ese caso, los sigue queriendo en la distancia.
Muchas otras personas -incluso yo mismo- podrían añadir más notas con qué enriquecer este retratomatón de nuestro personaje. Les quedaré muy agradecido si lo hacen en el espacio en blanco que dejo más abajo. En pago, les invito a leer la novela que sigue, donde es fácil que el lector disfrute como un enano (con perdón) y corrobore la veracidad de lo que he dicho. He dicho.»

El libro lleva una Nota del autor en la que se dice:

«Este relato tiene un narrador, don Egidio, que, como Marlow en algunas novelas de Conrad, participa a la vez en la acción como personaje secundario. Sin embargo, como no pudo asistir a todos los hechos que se relatan, se ha preferido la narración en tercera persona. La descripción de los personajes históricos principales (Posada Herrera, Iñigo Noriega, el propio Faes, etc.), es totalmente imaginaria. Se ha evitado, no obstante, la caricatura. Don Iñigo, por ejemplo, relata al comienzo su huida por mar, que es el episodio que prácticamente cierra la novela. Entre los dos relatos hay ciertas diferencias, y el narrado por su protagonista (el primero) es menos fantasioso que el real. Ello se debe a que don Iñigo se la está contando a oficiales mejicanos ante los que no quiere fanfarronear y también a que han transcurrido años desde aquel suceso que consideraba que no «había sido nada extraordinario», por lo que ha olvidado algunos detalles. Las historias proceden de cartas de la época (inéditas) y algunos episodios fueron relatados por los escritores llaniscos José Saro Rojas, Demetrio Pola Varela, Vicente Pedregal Galguera y Fernando Carrera.»

El libro lleva la siguiente Dedicatoria :

«A Ignacio Pedregal, que me proporcionó el argumento.»

Antes de comenzar la narración figura una Advertencia, que dice así:

«Algunos de los personajes principales de este relato son históricos, y los hechos que se relatan también lo son, sobre poco más o menos. Sin embargo,la historia que sigue es, en todos sus términos, una ficción.
Se advierte que la cronología de algunos personajes y sucesos históricos está modificada ligeramente por conveniencias de la narración»