Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Hemeroteca

Ignacio Gracia Noriega

Sed de venganza

Lamento que el mismo día, 13 de marzo pasado, hayan aparecido en LA NUEVA ESPAÑA mi artículo «En defensa de Goñi Tirapu», en el que dejo caer un ligero varapalo contra el PP de Llanes, y en las páginas del Oriente la noticia de que ese partido continúa interesándose por mi restitución como cronista oficial. Aparte que agradezco a los sucesivos portavoces del PP llanisco, Ricardo Duyos, José Luis Avín y Félix Sánchez de Posada, que hayan defendido ese caso contra la irracionalidad y la prepotencia, con lo que demostraron que pertenecían a un partido democrático, que respeta la libertad de prensa y opinión, la oposición actual, aunque también defiende este caso a su modo, no se ha tomado la molestia de ponerse en contacto conmigo ni con mi abogado, ni de conocer mi punto de vista, ni de informarme sobre una cuestión que me parece que me afecta. Y no creo que eso sea tan difícil, dado que uno de esos concejales dispone de mi número de teléfono y, además, dos de mis mejores amigos en Llanes, Juan Duyos y Ramón Díaz Álvarez, «el Capi», son militantes de ese partido. De manera que es inexplicable que no cuenten con la parte más interesada en este arduo problema. ¿Es qué temen que si lo hacen tome represalias contra ellos el periodiquillo local? Debieran saber que no podrán conseguir nada de ese periodiquillo hasta que no ganen las elecciones (que esperemos que sea pronto, para librar a Llanes del oprobio).

Ya he hecho pública mi postura sobre este caso en diferentes ocasiones. No tengo el menor interés en seguir siendo el cronista oficial de Llanes, ni siquiera entendiéndolo como distinción honorífica, ya que rechazo figurar en la lista de honores del Ayuntamiento de Llanes al lado de sujetos como Cosme Sordo Obeso, Manuel «Lolo» Maya Conde y don Ignacio Quintana Pedrós, pero exijo que se cumpla la ley, que es ni más ni menos una sentencia firme del Tribunal Superior de Justicia. Asimismo, mi única condición para poner este cargo a disposición de la Asociación de Cronistas Oficiales de España es que mi sucesor, y el del ilustre prehistoriador don Fernando Carrera Díaz-Ibargüen, lo sea por sus méritos y conocimientos, y no porque le haya nombrado a dedo Trevín, como a Manuel «Lolo» Maya Conde, auténtica nulidad en el aspecto intelectual y chaquetero deleznable en el político: siempre al sol que más caliente. Hay personas más capacitadas, con mayores conocimientos, pasado más digno y más desinteresadas en su «amor hacia Llanes», que ese lamentable sujeto, que como un rayo de luz atraviesa un cristal, pasó de franquista a trevinista, sin romperlo aunque manchándose.

No obstante, la alcaldesa de Llanes, como demostración de su absoluta incapacidad política, tiene la facultad, cada vez que abre la boca, de reafiirmarme en que no debo facilitarle las cosas. Yo no comprendo las fuentes de ese rencor, de ese odio reconcentrado y visceral del PSOE llanisco hacia los pocos (aunque cada vez más) ciudadanos libres que alguna vez se permitieron criticarlo. A Goñi Tirapu le persiguen por medio de la Justicia, y a mí (que también me persiguieron judicialmente, aunque sin ningún resultado) no me reconocen que haya sido repuesto en mi cargo por la Justicia, a la que con tanto empeño acuden cuando les conviene y a la que desatienden cuando el fallo de los tribunales no les favorece, sin que les importe hacer ostentación de su calaña totalitaria y fascistoide: sí de ellos dependiera, nos enviaban a todos los disidentes a Siberia, y si no estuviera Llanes en Europa, a lo mejor hacía gala de su otro nombre, «Mexiquito».

Tan grave como que la Alcaldesa se resista a admitir un fallo del Tribunal Superior de Justicia y de, en general, sus despreciables modales políticos, es que mienta vergonzosamente cuando afirma que yo no soy la persona idónea para el cargo de cronista oficial dadas mis continuas «críticas hacia Llanes». ¿Es qué en Llanes está prohibida la crítica, como en tiempos de Franco, cuando el periodiquillo local sólo hacía loas al dictador y a los indianos ricos? Además, ¿cuántos años hace que no aparece la palabra «Llanes» en mis escritos? ¿O es que consideran ahora que «crítico por omisión», como me reprochaba cierto ex franquista reconvertido al trevinismo «por mor de intereses creados», que diría el poeta? Repare la Alcaldesa que ni siquiera en la serie de indianos que estoy escribiendo en LA NUEVA ESPAÑA figura uno solo de Llanes, para evitar susceptibilidades y salidas de pata de banco, como que no salte la «señorita del pan pringao asturmejicana» invocando a «papá», que era «el mejor joyero del mundo, junto con un judío de París» (y perista de los expolios del «Vita»), como ya hizo con Hugh Thomas, no sea que quienes la lean se partan de risa.

Es muy triste, en fin, que en Llanes haya una alcaldesa tan poco informada o que ve las cosas con tales orejeras que confunde Llanes con el PSOE y al PSOE con Trevín. Debo recordarle a esa mandataria que yo pertenecí al PSOE mucho antes que ella, en los tiempos duros, cuando ser socialista acarreaba gastos, incomodidades y problemas de muy variado tipo. Por desgracia, yo siempre anduve en Llanes con el paso cambiado. Cuando todo Llanes era franquista, yo estaba en la oposición al régimen. Ahora que muchos llaniscos se dicen trevinistas, me he permitido criticar el trevinismo, lo que ha ocasionado una represalia tenaz contra mí, sin vuelta atrás, por parte de los antiguos franquistas, que me odiaban por haber sido antifranquista, y de los actuales socialistas, que me odian por haberlos criticado. Los extremeños se tocan. Por fortuna, a mí ya no me alcanzan estas vilezas, y si la Alcaldesa insiste en su revancha y ahora pretende que el cargo de cronista oficial deje de ser vitalicio allá ella si está decidida a seguir haciendo el ridículo.

La Nueva España · 16 marzo 2009