Ignacio Gracia Noriega
Aurora Batista: casi una diva
Homenaje a una actriz a la que los directores no supieron sacar partido
Fallece a los 86 años Aurora Batista y en las necrológicas se destaca que era hija de un republicano, que fue la heroína del cine histórico del franquismo y que en los últimos años rompió con la dictadura. Además, era una actriz de teatro y cine, que es lo que menos se destaca. Estamos como en los tiempos en los que la calidad de un personaje dependía de sus actividades políticas y en los que todo intelectual que se preciara era ante todo un "comprometido", de acuerdo con la vetusta terminología sartriana, que sorprendentemente se sigue empleando todavía en la España de la posmodernidad, de manera que no se comprende cómo con tanto "comprometido" y tanto hijo de republicano en ejercicio el franquismo duró tanto tiempo y el que dio nombre a ese régimen murió en la cama, como lamentan los más caracterizados enemigos de aquel sistema, muchos de ellos a toro pasado. Supongo que en Francia, a estas alturas, a nadie se le ocurre apuntar que tal o cual muerto ilustre participó en la resistencia ni en los EEUU que cualquier ciudadano en las mismas circunstancias (es decir, que sea ilustre y haya muerto) tuviera como méritos destacados que un antepasado hubiera participado en la Guerra de los Estados luchando en el bando abolicionista. Sería muy conveniente que se aprendiera a distinguir en este país entre la obra y la biografía, que siempre es más importante la obra y que las actitudes políticas sólo representan un aspecto secundario y a veces mínimo de la biografía, salvo en algunos casos muy especiales, como los de Santiago Carrillo o el poeta Marcos Ana.
Aurora Batista, nacida en Villanueva de los Infantes en 1925, era, antes que franquista o antifranquista e hija de republicano, una actriz, como eran actores y de izquierdas Francisco Rabal y Adolfo Marsillach, aunque hubieran interpretado a curas, alféceres provisionales y policías. Aurora Batista, a las órdenes de Juan de Orduña, interpretó algunos personajes históricos que le proporcionaron gran popularidad, como Juana la Loca en "Locura de amor", Agustina de Aragón y Teresa de Jesús. Hubiera podido ser una diva a la manera de Ana Magnani, pero el cine español nunca dio la talla para crear estrellas (Penélope Cruz, que dudo que lo sea, y Banderas han sido catapultados desde Hollywood). Intérprete en el teatro de Eurípides ("Medea"), Shakespeare, Calderón y Benavente, nunca se libró de la gran elocuencia de la teatralidad, reafirmada en su caso por un fuerte temperamento, y no tuvo directores que supieran moderarla y sacar partido de sus virtudes y limitaciones. En 1964, Miguel Picazo le encarga un personaje realista en "La tía Tula", en un positivo intento de aprovechar a las grandes figuras del cine anterior (como hizo Carlos Saura en "La caza" con Alfredo Mayo). Pero su éxito no supuso un cambio de rumbo en su carrera y ya en las siguientes películas se despeñó por el melodrama. En cualquier caso, la prefiero como Concha en las "Sonatas" de Bardem, aunque ahí se enfrenta a una verdadera diva: María Félix.
La Nueva España · 1 septiembre 2012