Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Hemeroteca

Ignacio Gracia Noriega

Francisco Rodríguez: un empresario singular

Las ideas de un destacado emprendedor asturiano

Hay de todo, y muy variado, en la viña del Señor, y como los empresarios vendimian también en esa viña, podemos distinguir varias especies entre los muchísimos en ejercicio: bastantes menos son buenos empresarios, y una minoría los que reflexionan en voz alta sobre sus ocupaciones y empresas. Entre éstos se contaba el inolvidable José Cosmen, que afirmaba que la primera obligación del empresario es hacer dinero. Si en su empresa hay ganancias es porque las cosas marchan bien, y con las cosas en marcha es como se crean puestos de trabajo. A este principio básico, Francisco Rodríguez añade que no se habrá superado la crisis en tanto no se creen puestos de trabajo, y los puestos de trabajo, y los puestos de trabajo los crean los empresarios ricos y los mantienen las empresas creadas por ellos. Lo demás es demagogia. La demagogia del falso empresario que asegura que su propósito es crear puestos de trabajo, cuando a lo que aspira es a la subvención. Al empresario le corresponde conseguir que su empresa vaya bien y lo demás se dará por añadidura: porque una empresa que va mal no puede mantener puestos de trabajo estables.

Francisco Rodríguez es de los empresarios españoles que más reflexionan sobre la economía, la empresa y el mercado, y de los pocos que verdaderamente creen en el mercado libre y no se oculta con circunloquios para afirmarlo. El mercado libre es, entre otras cosas, un mercado al que no se le pongan demasiadas trabas burocráticas. El Estado, como bien sabía Jovellanos, tan anglosajonizante en muchas cosas, no tiene la función de crear riqueza, sino la de asegurar unas condiciones en las que los ciudadanos puedan crearla. Todos lo contrario que los estados burocráticos e intervencionistas del presente. Pero un mercado libre exige el cumplimiento de unas reglas, y, para explicarlo, Francisco Rodríguez recurre a una comparación boxística: no se puede boxear contra un púgil de peso superior, porque la derrota es segura. Su crítica al Mercado Común es rigurosa y razonada, y conforme con sus convicciones de liberal confeso. Lo que empezó siendo una alianza económica terminó convirtiéndose en una inmensa estructura política regida por la burocracia y el intervencionismo, contrarios al liberalismo político desde la raíz. El Mercado Común, intervencionista e imponiendo su normativa a través de burócratas que desconocen los problemas o sólo los conocen de modo general, no respetan los pesos, como en el boxeo, y tal vez ni siquiera las medidas. Y no debemos olvidar que lo que garantiza un país libre es un mercado libre.

Francisco Rodríguez, además de gran empresario, es un intelectual en activo, que ha pronunciado conferencias, dictado cursos, escrito y publicado libros. El título del más reciente es “Parada, pero no fonda”, que, traducido, significa que no hay que dormirse en los laureles. Los reconocimientos a su labor le mantienen más despierto como intelectual y empresario: ese empresario “con muchos éxitos, muchos empleados, muchas sociedades, muchos proveedores y clientes, y que probablemente ha conseguido mucho dinero”, según resume su amigo Otero Novas.

La Nueva España · 21 junio 2014