Ignacio Gracia Noriega
70 años
Repaso a siete décadas de vida
Hace muchos anos, supongo que cuando leí a William Butler Yeats por primera vez, encontré estos versos en un breve poema titulado "Imitado del japonés":
¡Cosa más asombrosa!
Setenta años viví.
(Vivan las flores de la primavera
que de nuevo están aquí).
Entonces los setenta años me quedaban lejísimos y, sin embargo, ya están aquí: pasaron los años intermedios en un vuelo y de pronto, casi inesperadamente, me encuentro setentón. Como quien no quiere la cosa, han transcurrido 70 años desde aquel 17 de agosto de 1945 en que nací, hacia las dos de la madrugada, según me dijeron.
En estos años que pasaron tan rápidos, pasaron muchas cosas. Yo nací seis años después de terminada la Guerra Civil y once días después de acabada la Segunda Guerra Mundial. Después de tanta guerra, me tocó vivir en una época pacífica. Las guerras, que las seguía habiendo, sucedían más allá de nuestras fronteras, en Corea o Suez. En España hubo una guerra en Ifni, que se libró casi en secreto. En España no nos esterábamos: además, todavía éramos niños. Otra guerra posterior, la de Vietnam, ya nos cogió en la Universidad y salimos en manifestación pro el Paseo de los Álamos a protestar contra ella. La consecuencia inmediata fue una escorribanda por el parque de San Francisco arriba. Y, la secundaria y principal, la negación del certificado de buena conducta, lo que nos obligó a algunos a hacer el servicio militar como soldados rasos, con fusiles Mauser que ya habían disparado en la guerra de Marruecos y sin balas. Montherlant decía que las generaciones que no habían participado en una guerra eran generaciones perdidas. No sé qué decir. Aquel tiempo, de nuestra juventud estaba lleno de movimiento: cine-clubs, teatros de cámara, revistas literarias, conferencias, gran actividad editorial... Ahora, todo eso ha desaparecido. También desapareció la dictadura y las gentes de mi generación fueron las encargadas de encauzar y administrar el nuevo sistema, para bien o para mal. Fue una generación que estuvo durante muchos arios en primera línea de la política, mientras la cultura continuaba monopolizándola la generación anterior. Una figura que ahora está en trance de desaparición la del escritor, entonces empezaba a decaer. Ya no eran posibles escritores como Unamuno y Ortega, los escritores se volvían cortesanos y el país se llenaba de hispanoamericanos que cultivan una literatura camelística. pero nos tocó estar en el mundo al mismo tiempo que Thomas Mann, Heidegger, Sartre, William Faulkner. Yo apenas salí de Asturias en 70 años. Tal vez haya renunciado a algunas aspiraciones y ganado tiempo. Todavía pienso, con Vauvenargues, que no se envejece mientras se piensa que lo mejor está por llegar. Pero creo, con amargura, que el mundo hacia el que se dirige esta sociedad no es el previsto por nuestra civilización.
La Nueva España · 17 agosto 2015