Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


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Ignacio Gracia Noriega

Pedro Romano

Sobre la profecía de San Malaquías relativa al fin de los tiempos y el juicio final

Por una extraña casualidad, el primer Papa que abdica (ya que en tiempos fue rey) en la época moderna es el último de la inquietante profecía de San Malaquías: «De Gloria Olivae». Después de este último lema vendrán el fin de los tiempos y el juicio final en medio de un caos político, social y cósmico, y antes la santa Iglesia romana será perseguida con saña. En esos tiempos calamitosos, que recuerdan un poco a los descritos por Platón en «Critias», su diálogo más enigmático e inacabado ocupará la sede de Roma, según se lee en el anexo a los lemas de los Papas, «un romano llamado Pedro, que apacentará las ovejas en medio de grandes tribulaciones, pasadas las cuales, la ciudad de las siete colinas será destruida y el juez tremendo juzgará al mundo».

Esto es puro Apocalipsis: pero a la destrucción de la Roma eterna, si nos guiamos por el último libro de las Escrituras, sucederá la Nueva Jerusalén, en la que las doce puertas eran doce perlas y las calles de la ciudad eran de oro puro transparente como vidrio. No se asegura que Pedro Romano sea un Papa, ya que no posee lema: algunos tratadistas lo equiparan con el Anticristo, el cual se supone que ya ha nacido en Palestina, hijo de un obispo corrupto y de una ramera: ahora andará por los cincuenta años. Y aunque el Papado de Pedro Romano sea tal vez efímero, no se podrá decir que será un «Papa de transición», como se dijo de Juan XXIII y de Benedicto XVI, ya que será el último. A Pedro Romano le corresponderá guardar el rebaño o dirigirlo al abismo. En cualquier caso, van a ser tareas muy difíciles las que aguardan al sucesor del dimisionario Benedicto XVI, que vuelve a ser Joseph Ratzinger.

El caos político y social ya lo tenemos servido. Sistemas políticos que se preveían para siempre apenas han durado cuarenta años, y de la sociedad del bienestar se pasó a una situación de desánimo e incertidumbre. Ya no se cree en nada, los valores han sido sustituidos por el hedonismo y el nihilismo. Feijoo daba como señales de la proximidad del juicio final «cuando varones y hembras se mezclasen sin distinción de sexo; cuando la abundancia de víveres no aminorase su precio; cuando los pobres no hallasen quien los socorriera; cuando los templos fueran ocupados por los ídolos...».

En eso estamos: en una nave que parece que se hunde y en la que la marinería ha decidido no seguir luchando contra la tempestad. Pero como escribió Jorge Guillén (y esto sí es comprobable, de momento), «aunque la Historia ocurre vertiginosamente, los minutos son muy lentos». Todavía habrá tiempo de dar muchas veces cuerda al reloj.

La profecía de San Malaquías abarca los lemas de 111 papas, desde Celestino II, elegido en 1143 («Ex Castro Tiberis») hasta «De Gloria Olivae», que, como se ha visto, correspondió a Benedicto XVI. Es un profecía plenamente milenarista, calculada para que la lista de papas termine hacia el año 2000. Después del último, le corresponde reinar a Pedro Romano. Sería una humorada que el nuevo Papa tomara como nombre Pedro: Pedro II, para cerrar un círculo de piedra.

La Nueva España · 1 marzo 2013