Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Los grandes clásicos

Ignacio Gracia Noriega

Catulo: El poeta ocioso y deslenguado

Siempre fue contrario a la política populista de Julio César ya que su clase era la de los senadores conservadores

Cayo Valerio Catulo (85-54 antes de Cristo) nació en buenos pañales en Verona, lo que le permitió dedicarse en exclusiva a la poesía, salvo el breve periódico en que acompañó a Bitinia al pretor Cayo Memmio, con quien acabó muy enfadado, porque no le dejaba meter la mano en el cajón. Para no dar su tiempo por perdido del todo, visitó algunas ciudades del Asia Menor como Pérgamo, Éfeso y Esmirna, regresando por vía marítima a Roma, donde se sentía a sus anchas y donde continuo su vida habitual de amores, juergas hasta el amanecer y literatura, añadiendo a sus temas poéticos el ataque a los políticos del momento, principalmente a Julio César, con una violencia y una procacidad que hoy nos resultan inconcebibles, cuando cualquier chiquilicuatre puede sentirse ofendido por la mínima alusión que no sea laudatoria. A César le dice, y es de lo más suave: "César, no me preocupa demasiado querer agradarte, ni saber si eres blanco o negro". El desprecio es peor que el insulto para alguien encumbrado. Contra Pompeyo y Cina no rehuye la chismografía de alcoba: "En el primer consulado de Pompeyo y Cina, los dos disfrutaban de Micila: ahora, en su segundo consula€do, continúan los dos, pero cada uno de ellos se ha multiplicado por mil. ¡Fecunda semilla del adulterio!". Si hay que decir las cosas por su nombre, se dicen, ¡faltaría más ! : "Eres mucho hombre, Nasón, pero no es mucho hombre quien te acompaña. Masón, tu eres mucho... maricón". Tenía de manera preferente en su punto de mira a Mamurra, protegido de Julio César y compinche de sus correrías nocturnas. a quien flagela con su desdén y su verso. Mamurra, a su entender, era un nombre excelente para un bujarrón.

Catulo era muy contrario a la política populista de Julio César. Su clase era la de los senadores conservadores, defensores de la República, la cual, no se comprueba en Catulo, no era tan austera corno los excesos del futuro imperio pudieran dar a entender. Conservador que disfruta de una vida muy cómoda, aunque a veces se queja de falta de dinero (pero su familia acudía entonces a rellenarle la bolsa), consideraba a César un desclasado y un enemigo, y le insultaba cuanto "Muy bien se avienen los lascivos maricas, el bardaje de Mamurra y César" Pero, al cabo, la política no era su mayor interés, sino un tema adicional que le permitía expresare con desparpajo. Catulo es el poeta de léxico feroz y de poema; desvergonzados, pero también el primer lírico de Roma en el aspecto cronológico, y el primero que confiesa indiscreciones sobre sí mismo sin tomarse en serio: "Vivamos, querida Lesbia, y amémonos, /y las habladurías de los viejos puritanos, nos importan un bledo". No se recata al relatar sus andanzas a pelo y pluma. Sabe que hay que aprovechar el día porque no vuelve, pasa sin dificultad de la ironía al sarcasmo y dirige la mirada hacia su interior sin ocultar lo que ve: "Mísero Catulo, deja de hacer locuras, y lo que está perdido, por perdido tenlo". Amatorio y satírico, es un lírico escatológico, demostrando que la poesía admite mucho más que sones suaves. Sus versos tienen continuidad desde Anacreonte a Omar Khayyam: "Muchacho que escancias vino de Palermo, sírveme copas de vino más fuerte".

La Nueva España · 3 mayo 2015