Ignacio Gracia Noriega
Juvenal: El mayor satírico
Afirma que "muchas mujeres de buena familia se dedican al puterío por gusto" y que la justicia la administran corruptos
Algunas frases de uso común incluso en esta época como "propter vitam vivendi perdere causas", "mens sana in corpore sano" y "panem et circenses" (cuya traducción española era "pan y circo", y en la actualidad, "pan y toros" y "pan e internet", son fruto del demoledor ingenio de Juvenal, el más implacable de los satíricos latinos. Sus sátiras sarcásticas y mordaces, de estilo vigoroso y gran penetración social y psicológica, superan en (mala) intención el tolerante humorismo de las de Horacio y el desenfado de las de Persio. Juvenal es un autor sombrío, a quien indignan los vicios y las costumbres que contempla a sus alrededor, y aunque a veces produce la risa, el fondo de su sátira siempre es amargo. Sus versos incisivos y sin contemplaciones, recorren todos los estamentos de la sociedad del Alto Imperio, desde Mesalina hasta los maridos complacientes, los gladiadores guaperas y los homosexuales avaros, trazando un panorama muy vivo de la Roma de su tiempo, pues criticando las costumbres, se retrata la sociedad. Esas costumbres no era exclusivas de la época de los Antoninos, y en la actual, un autor de la severidad de Juvenal encontraría mucho materia para sus críticas.
Denuncia que "dormir en Roma cuesta un ojo de la cara" a causa de los ruidos, que los adúlteros tienen el estómago fuerte y muchas mujeres de buenas familias se dedican "al puterio por darse gusto". El que quiere hacer méritos acude a "los banquetes vergonzantes del César", los picapleitos "dicen falacios enormes", la justicia es administrada por corruptos y "la púrpura contrata al picapleitos permitiéndole vivir con un bombo y fachada riqueza propios de la clase superior", la riqueza muchas veces procede de los crímenes y los griegos, con sus "ingenio pronto audacia sin límites, cháchara a flor de labio y más torrencial que la de Iseo", están en todas partes, por lo que el poeta exclama: "¡No puedo soportar una Roma griega!". Hoy Juvenal, además de criticar los vicios de su época, tendría asunto inagotable exponiendo los vicios nuevos, ya apuntados en la suya.
Nació hacia el año 60 d. C. y murió hacia el 130. Orador de poco éxito, la virulencia de sus sátiras fue la causa de su destierro a Egipto. Lo que revela su éxito como satírico, ya que daba en el blanco y no le preocupaba dirigir sus versos contra quienes tenían poder para expulsarle de Roma durante una temporada. Su prestigio se prolonga durante la Edad Media, siendo uno de los autores más leídos en la escuela y su nombre continúa siendo sinónimo de satírico. Un poeta no menos mordaz, Quevedo, le cita mucho y le imita en ocasiones:
Mucha tiniebla y grande noche cierra
cuanto destina el hombre, y todo para
en pretendida muerte y poca tierra.
Percibió el terrible agravio de la vejez, en la que "el que perdió los dos ojos siente envidia de los bizcos" y los que envejecen lo hacen "vestidos de luto, con tristeza perpetua, gemidos incesantes y desgracias siempre renovadas" El viejo "no recuerda el nombre de los sirvientes ni reconoce la cara del amigo con quien cenó la noche anterior". Ya no se trata de fustigar costumbres o de ofrecer imágenes muy vivas de la vida romana, como en la novela de Petronio, sino de algo más serio y más hondo. Sabe, como Horacio, que huye la flor del día, pero él añade que al marchitarse lo hace una manera desastrosa.
La Nueva España · 31 mayo 2015