Ignacio Gracia Noriega
Las ediciones de «Ulises»
El alto consumo en España de la novela de Joyce es una excelente noticia
Cátedra ha publicado otra versión de «Ulises», la enciclopédica novela de James Joyce, a cargo de Francisco García Tortosa (1999), y, al cabo de diez años, en 2009, alcanza la séptima edición. Esta es una excelente noticia, que merece ser destacada y glosada, y un motivo para que renazca alguna confianza en un país cuyo prestigio internacional, desde hace seis años, está por los suelos, y sólo destaca en el concierto europeo por el número de parados y por las hazañas individuales y colectivas de algunos deportistas de élite.
El hecho de que un número considerable de españoles haya agotado siete ediciones de una novela que Fernando Lázaro despachaba con una sola línea («novela de difícil estilo»), revela que de la misma manera que el país pasó de la alpargata al 600, ahora está pasando de la Generación del 98 a «Ulises».
El cambio es importantísimo: mucho más que los éxitos de la selección española (me resisto a llamarla La Roja: hasta ahí podíamos llegar), Fernando Alonso o Nadal. «Ulises», tal vez la novela central del siglo XX, y la que cierra un gran ciclo épico, iniciado en «La Odisea» de Homero, entró en España sin ninguna espectacularidad, como era previsible, sólo para uso de un público minoritario, con la salvedad del extravagante propósito político de traducirla al gallego, para demostrar que una lengua medieval podía soportar la culminación de la modernidad narrativa, y, naturalmente, sólo quedan fragmentos de aquel inútil esfuerzo, que certifica que el separatismo no es ocurrencia popular ni de la burguesía, que en Vascongadas siempre miró hacia Inglaterra y en Cataluña hacia Francia, sino de intelectuales de pueblo resentidos: curas sin feligreses, médicos sin enfermos, abogados sin clientes, escritores sin lectores, políticos sin electores, según Maeztu.
La primera traducción completa y seria de la apabullante novela es la de J. Salas Subirat, publicada en Argentina en 1945; la siguiente en 1976, la de J. M. Valverde, aquel poeta que al final de su carrera se propuso traducirlo todo, y, en efecto, tradujo a Shakespeare y a Joyce. La de Cátedra es la más reciente y la más fiel. Salas Subirat acierta mucho (y falla mucho). La de Valverde es académica y ésta de García Tortosa y Venegas Lagüens tiene el mérito de traducir un libro ya clásico como una novela, y no como arqueología.
Podemos señalar que a «Ulises» se han referido Antonio Machado, que la considera «obra de poeta» (y está en lo cierto), Juan Ramón Jiménez («mundo acumulado en el que se oye el rumor de todos los siglos») y Ramón Pérez de Ayala, que no la entendió y en la página que le dedica, muestra su desconcierto. No obstante, Ayala es el escritor más próximo a Joyce entre los españoles, no sólo por alumnos de los jesuitas y por su formación clásica. En «Prometeo» repite explícitamente el tema de Ulises. Lo que en Joyce fue gran metáfora, en Ayala es apoyatura sentimental.
La Nueva España · 24 de febrero de 2011