Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Mirador de sombras

Ignacio Gracia Noriega

Lorenzo de Cancio y los apaches

La presencia española y asturiana en el Oeste americano

Hace algún tiempo, Tino Pertierra escribió en estas páginas sobre la novela «Resiste Tucson» que «los enemigos de los indios no eran colonos norteamericanos ni el Séptimo de Caballería, sino los españoles». Es natural. El virreinato de la Nueva España se extendía al norte de Río Grande hasta los grandes horizontes sin fin. Por la costa del Pacífico Norte llegaba hasta Alaska, siendo Noopka el establecimiento más septentrional de España. Españoles fueron los primeros europeos que se adentraron en el Oeste americano y de aquellas aventuras quedan el relato de las andanzas de Cabeza de Vaca, las relaciones de Pedro Castañeda Nájera y fray Marcos de Niza, el recuerdo mítico de las Siete Ciudades de Oro de Cíbola, la Fuente de la Eterna Juventud, las exploraciones de Coronado y Hernando de Soto, una cruz negra sobre las aguas del río indicando «Non Plus Ultra» y muchos nombres: Santa Fe, San Antonio, El Álamo, Nevada, Alburquerque, Laredo, Salinas, Nueces... Vázquez Coronado, «el más grande explorador que jamás pisó el continente del Norte», según Charles F. Lummis, fue el primer hombre blanco que vio búfalos durante su estancia con los indios quiviras.

De las tribus indias del Suroeste, la más conocida, gracias a la literatura popular y al cinematógrafo, es la de los apaches, mas en territorios de la Corona de España también había comanches, navajos, pueblos, wichitas, kiowas, yumas, mohaves, yaquis y hasta algunos flecos meridionales de los cheyenes. El cura Morelos, valiente, sanguíneo y sanguinario y masón, uno de los ensotanados luchadores por la independencia de México, era comanche. Según testimonios de la época, la mañana que lo fusilaron desayunó con mucho apetito.

El asturiano Lorenzo de Cancio, nacido en San Esteban de Tapia, municipalidad de Castropol, en 1729, se distinguió en las luchas contra los apaches en el territorio de Coahuila, en las Provincias Internas del Virreinato de Nueva España. Destinado al presidio de Santa Rosa del Sacramento (los presidios eran haciendas fortificadas establecidas a lo largo de la frontera india), fue más tarde gobernador de Coahuila. Murió en México, a consecuencia de heridas de flecha recibidas durante la campaña de Sonora en 1772, y dejó un puñado de cartas, publicadas por Elviro Martínez, en las que relata sus enfrentamientos con apaches y comanches en un amplio territorio comprendido entre el río Coahuila y Sierra Madre. En sus cartas asistimos a descubiertas, emboscadas, acampadas, robos de caballos, seguimientos de pistas, persecuciones, ataques y retiradas, problemas de aprovisionamiento, etcétera. A veces se confunden apaches con comanches; los apaches son peores. Pertenecen de manera plena al género western. Cancio fue un hombre de acción en tierra apache que vivió la época de «Resiste Tucson» y que podría ser protagonista de una novela para la que tengo título: «Los presidios del Norte».

La Nueva España · 18 agosto 2011