Ignacio Gracia Noriega
Charles Péguy: el poeta en el frente, el balazo en la frente
El recuerdo de un patriota que se dejó la vida en la I Guerra Mundial
Charles Péguy murió el 5 de septiembre de 1914 de un balazo en la frente, casi en los albores de la Gran Guerra. Por su edad (había nacido en 1873) podía no haber ido al frente, pero él consideraba que su responsabilidad era estar allí: de lo contrario, poemas como "Notre Patrie" hubieran quedado en pura retórica, y a pesar de las características de parte de su obra, era todo lo contrario de la retórica, como también lo era del "poeta puro". Más bien era un poeta místico medieval, trasplantado a una época extraña, que él sabía que no era la suya aunque no le desconcertaba. Los títulos de algunas de sus obras así lo reflejan: "Misterio de la caridad de Juana de Arco", "Misterio de los Santos Inocentes", "Pórtico del misterio de la segunda virtud", "Marcel o la ciudad armoniosa". En esta presencia de la Edad Media como si se tratara del pórtico de una catedral gótica recuerda a Claudel, aunque no en la amplitud del verso ni en las actitudes políticas. Su poesía es más moderna que la de Claudel, a fin de cuentas un clásico, y en ella se reúnen la prosa rítmica, el versículo y el verso libre, con la ingenuidad y el colorido de los vitrales catedralicios y la sencillez de los misterios medievales, como es el caso de "El tapiz de Santa Genoveva y Juana de Arco". Pero también tendía a la antigüedad clásica, componiendo "Los siete contra Tebas" en 1912, y pocos meses después "Los siete contra París" o bien "Eva", en la que desarrolla el tema bíblico en tres mil cuartetas con un tono que él comparaba con el de la "Macla": a fin de cuentas, nuestra tradición es bíblica y homérica.
Un poeta corno Péguy resulta caótico para la rectilínea mentalidad moderna. Era cristiano creyente y practicante y socialista por amor a los humildes, poeta místico y polemista político, patriota que muere en el campo de batalla y antinacionalista que figuró entre los más ardientes defensores de Dreyfus en el polémico juicio que escindió a la intelectualidad francesa en dos bandos irreconciliables. De un lado Zola y su "J' accuse", y de otro el ultranacionalismo un tanto de opereta de los Maurras y Barrés. Péguy, el poeta cristiano, se alineaba al lado de los ateos y de los enemigos del orden social establecido, contra la gente de orden, y por medio de los artículos publicados en "Cahiers dé la Quinzaine", fue de los más decididos defensores del militar acu-sado injustamente. Péguy, que consideraba la labor más noble remediar el mal universal y para ello pretendía establecer la república socialista universal, tenía un conflicto personal que algún crítico calificó como "comelliano" entre el deseo y el deber. En lo demás, en su aspecto más hondo, el poeta establecía un diálogo consigo y con la divinidad. A raíz de una peregrinación a Notre-Dame de Chartres escribe uno de sus poemas más hermosos, lleno de imágenes marinas y de latidos sagrados. Seguramente muchos se sorprenderán de que un socialista haya escrito estos versos, pero la culpa no es del poeta, sino de la imagen que los socialistas han impuesto de sí mismos.
La Nueva España · 11 septiembre 2014