Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Mirador de sombras

Ignacio Gracia Noriega

Don Julio Caro Baroja,
un sabio independiente

Una de las figuras intelectuales más destacadas del siglo XX

Don Julio Caro Baroja nació en Madrid el 13 de noviembre de 1914, "alrededor de las ocho de la tarde". Añade, en su libro "Los Baroja", que "tocaban a retreta en el cuartel vecino, según me solía decir después mi madre". Pertenecía a una familia de gente ilustrada y liberal, entre la que se contaba un famoso conspirador romántico, Aviraneta, y su abuelo don Serafín era ingeniero y aficionado a la zarzuela; pero los verdaderamente importantes eran sus dos tíos ("dos magos"), como él liberales, independientes, solterones y un poco cascarrabias, Ricardo, grabador y autor de algunas novelas y aventuras, y don Pío, el mejor novelista español conjuntamente con Cervantes y Pérez Galdós. Don Julio, tal vez influido por el ambiente familiar, también se dedicó a escribir, y como su tío don Pío publicó muchos libros, escritos como él un poco al desgaire y con poco respeto hacia la gramática, lo que es marca de fábrica de los Baroja. No denominaremos a don Julio novelista porque sus ocupaciones específicas tuvieron otro sentido que no se integra por entero en la ficción, pero sus trabajos como etnólogo, antropólogo, historiador y memorialista no son ajenos a la narrativa. Escribió mucho en la soledad de su gabinete y después del éxito popular de "Las brujas y su inundo" casi se convierte en una figura renombrada. Sin duda debe figurar entre la media docena de españoles más destacados del siglo XX en el aspecto intelectual. Su obra titánica, llevada a cabo en solitario, sólo es comparable a la de don Marcelino Menéndez Pelayo, aunque la de don Julio es más especializada y, en consecuencia, más abarcable.

Estudió el fascinante mundo de la brujería, las "vidas mágicas" de gentes del pasado, el judaísmo y la Inquisición, los vascos y los saharauis, los mitos y los ritos, la España prerromana y la biografía de su familia, el movimiento de las estaciones y el sentido profundo de las fiestas: hasta escribió un artículo sobre Stendhal, uno de los novelistas preferidos de su tío. A esto se añade una actitud vital y política obstinadamente independiente. Despreciaba a los Laín Entralgo, Tovar, Cela, Torrente Ballester y demás tropa no tanto por haber sido franquistas sino por haberse hecho demócratas de repente cuando el dictador ya era pura decrepitud: "Yo veo ahora a todos mis contemporáneos diciendo: “!La democracia!”. Y uno se dice: ¡Hombre, eso en el año 40 podrías haberlo pensado igual!". La obra de Caro Baroja, que abarca desde el urbanismo como una parte de la antropología hasta los pliegos de cordel y que incluye libros deliciosos como "El señor inquisidor y otras vidas por oficio", hoy no serían capaces de sacarla adelante media docena de departamentos universitarios con internet y toda la pesca. Lo que demuestra que para realizar una obra gigantesca corno la suya lo importante es disponer de tiempo y una mente rectora. Combatió supersticiones y no creía que las cosas fueran a mejorar en el futuro: “Este país de monjes y soldados se convierte en un gigantesco mercado donde todo se vende y todo se compra”. ¡Aunque no pudo imaginar hasta qué extremos!

La Nueva España ·14 noviembre 2014