Ignacio Gracia Noriega
La bandera de España
La crisis de identidad del PP frente a sus rivales
El estupor causado por el dirigente socialista Pedro Sánchez fotografiándose con una gigantesca bandera de España como fondo merece un par de minutos de reflexión Es algo que Rajoy no se ha atrevido a hacer en tres años y medio como jefe del Gobierno, lo que hace más significativo el gesto de Sánchez Los socialistas, hasta ahora, ondeaban siempre que podían la bandera republicana (durante la Transición, aceptaron mucho después que los comunistas la bandera nacional) y se encontraban a sus anchas entre banderas separatistas. A la gente del PP, por su par-te, la bandera española les produce tenor pánico, no sea que la izquierda, buena parte de ella del pasado estalinista, la califique de franquista. Pedro Sánchez, que se arriesga a pactar con partidos de extrema izquierda, sin importarle lo mal que le salen al PSOE estas jugadas, hace un guiño a la derecha para tranquilizarla con una bandera de proporciones descomunales. A su vez, Pablo Iglesias reconoce la existencia de "una doctrina social de la Iglesia", cosa que tal vez no hubiera acepta-do su homónimo del siglo XIX. No sé qué le habrán enseñado en la Facultad o si el día que se habló de la "Rerum novarum" "piró" clase. Pero el guiño está hecho por parte de la izquierda, que en algunos aspectos se muestra más "de derechas" que el PP, que evita la bandera nacional y des-precia al electorado católico en cuestiones cruciales como el aborto. En realidad, el PP es un conglomerado electoral indefinido apoyado en el voto de la derecha, pero no se puede hacer política socialista con ese tipo de voto. Por tener contenta a la izquierda, el PP ha renunciado a todo lo que, en opinión de sus asesores de imagen, podría identificarla con la derecha tradicional, de la que también recibe votos. Decía Malraux que si la derecha renuncia al sentido nacional pierde su razón de ser, del mismo modo que si la izquierda cede ante el dinero se convierte en una astracanada. Es lo que está ocurriendo en España, a babor y a estribor. Aquí no hay derecha ni izquierda, sino unos tipos que son más listos que otros. El descalabro del PP no obedece a la corrupción, como pretende Rajoy, sino a que ilusoriamente contó con unos votos fijos y en razón de esa suposición quiso resultar "políticamente correcto" a una "progresía" que no le votaría bajo ninguna circunstancia. A Rajoy le hundió la "corrección política". Ahora, el PSOE se hace español y Podemos cristiano. ¿En qué queda entonces el PP?
La gigantesca bandera española de Pedro Sánchez y el fracaso de partida de los pintorescos radicales que pretenden imponer la utopía antes que sentido común en las ciudades en las que gobiernan desmontan el "voto del miedo" en el que Rajoy cifra sus esperanzas para noviembre. Si resulta que la izquierda reconoce la bandera española y la doctrina social de la Iglesia, a lo mejor es porque no son tan malos. En cuanto a presión fiscal, el español conservador, con Montoro, lo ha aprendido todo. Entonces, ¿qué motivos hay para votar al PP? Han incumplido todas sus promesas electorales: por ahí, nada hay que hacer. Quizá reserven como arma secreta a una veterana dirigente que demostró su firmeza de carácter dejando de fumar.
La Nueva España ·9 julio 2015