Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Mirador de sombras

Ignacio Gracia Noriega

Un mundo nuevo

Cambiar la sociedad ha sido la aspiración de utopistas y revolucionarios

Durante la transición, que ahora rechazan quienes no tuvieron ocasión de participar en ella o salieron malparados, todo el mundo invocaba la democracia: no solo Adolfo Suárez y Felipe González, que era ya obsesivo, sino gente ajena a la política, como un presidente de una comunidad de vecinos o de un club de fútbol de Tercera Regional. Todo aquél que no estaba de acuerdo con sus planteamientos eran antidemócrata, que era lo peor que se podía ser. Después apareció la palabra "solidaridad", que no tardó en ser incorporada al escenario publicitario: el bolígrafo solidario, el colchón solidario, etcétera. Y de lo que no se hablaba era de "libertad". Lo que importaba era la "democracia". A nadie se le ocurra advertir que la democracia sin libertad era la "democracia orgánica" del franquismo o el siniestro sistema policial de la república democrática alemana.

Aquéllos eran tiempos ilusionados. Todos querían algo y suponían que la democracia iba a proporcionárselo, como en la película "Bienvenido, Mr. Marshall" lo proporcionarían los americanos. Incluso el poeta Aquilino Duque improvisó una letrilla: "Quieren divorcio los laicos, matrimonio los clérigos, ser guapos los feos y democracia los estalinistas". Y así fueron las cosas hasta que las ilusiones se desvanecieron y, con ellas, la democracia se fue desgastando.

Habrán observado que en las pasadas elecciones apenas se habló de democracia, y como es norma, tampoco de libertad. En cambio, se volvió a la retórica de aquella "sopa de letras" de partidos que discrepaban en cuestiones de detalle y que se quedaron en extra parlamentarios y de ahí al pozo oscuro de la desaparición. Aquellos partidos que en 1976 resultaban anacrónicos hablando del cambio y de la revolución, resucitan. Ahora se habla de "un mundo nuevo", de una mayor representatividad social. ¿Desde cuándo los representantes del "pueblo soberano" han permitido que se representaran sus representados'? En ese caso, ellos sobrarían. En cuanto al "mundo nuevo", recordemos las admiradas palabras de Miranda en "La tempestad" de Shakespeare: "¡Oh maravilla! ¡Cuántas criaturas hermosas veo aquí! ¡Qué hermosa es la raza humana! ¡Oh mundo nuevo y espléndido, qué bellas son tus gentes!", a lo que comenta Próspero: "Todo es nuevo para ti": algo así como "Ya te irás enterando". Cambiar la sociedad y el mundo ha sido la aspiración de utopistas y revolucionarios; en eso estamos ahora en España, de acuerdo con los programas de algunos partidos. Hemos vivido, en efecto, un siglo de grandes cambios, el siglo XX La gran revolución industrial de 1917 cayó por si sola después de setenta años de espanto y China evoluciona hacia el capitalismo salvaje. Si era esto a lo que se aspiraba, ¡menudo resultado! Y no me parece que Pablo Iglesias, Cayo Lara y Pedro Sánchez estén más dotados ni preparados que Lenin y Mao para crear "un mundo nuevo (y feliz)". Al menos Karina cantaba...

La Nueva España · 28 enero 2016