Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Mirador de sombras

Ignacio Gracia Noriega

Blas de Otero: que trata de España

Pinceladas en torno al mejor representante de lo que se dio en llamar poesía social

Blas de Otero nació en Bilbao en 1916: "Porque la verdad es que amo a Moscú más que a mi brazo derecho; pero Bilbao soy yo de cuerpo entero". Como poeta es un caso singular entre los poetas de los años cuarenta (finales) y cincuenta del pasado siglo. Es, con seguridad, el mejor representante de lo que se dio en llamar poesía social, o civil, comprometida, de denuncia, etcétera. Hay casi tantas denominaciones para este tipo de poesía, rezagada de la revolucionaria de los años veinte, como poetas. Su vinculación en España con el Partido Comunista era clara y los propios poetas no la niegan (tal vez lo ha-ya hecho alguno en los tétricos sótanos de la Policía política-social), aunque la mayoría fueron de plena observancia, de absoluta ortodoxia, y otros fueron Blas de Otero: "A los 52 arios sigo pensando lo mismo que Carlos Marx con la única diferencia de que le copio un poco y lo digo más bonito". La poesía de Blas de Otero, en efecto, es de evidente intencionalidad política, lo que no fue obstáculo para que fuera un' buen poeta, aunque fácilmente encasillable. Pero a pesar de su "compromiso", no se parece a los demás poetas de la cofradía, aunque no por eso dejó de escribir versos muy políticos y algunos pareados del todo insignificantes, como "la sombra de un avión, qué cabrón, a reacción", que seguramente influyeron en los que se coreaban durante la Transición, como "sí, sí, sí, Dolores a Madrid", que se atribuía a Alberti (aunque como poeta de combate, Otero era superior al autor de "Marinero en tierra"). El proclamado marxismo de Otero tal vez sea una declaración de militancia, porque en su poesía se le nota poco. Es evidente que leyó más a Antonio Machado, a Unamuno, a Quevedo, y esa presencia de los poetas late en su poesía más y mejor que las especulaciones económicas e históricas de Marx. Su marxismo es de carné, pero su poesía es de ley, de acero vizcaíno, como la de Unamuno. Atormentado, casi religioso en sus primeros libros, "Ángel fieramente humano" y "Redoble de conciencia", de eco whitmaniano, la derivación hacia la poesía de combate le vuelve más ligero, pues él mismo escribe que quiere escribir de día, para el hombre de la calle, y qué terrible sería si no se parase, si no le escuchara. En consecuencia, la poesía de "Pido la paz y la palabra" y "En castellano" no es adorno ni intimidad, sino mensaje. Un mensaje para que todos lo entiendan, aderezado en algunos casos con rasgos de humor, caso rarísimo en un poeta comunista. Y deshilando versos, este presunto marxista en realidad resulta ser un noventayochista:

Torno
los ojos a mi patria,
Meseta de Castilla
la Vieja, hermosa Málaga,
Córdoba doblando la cintura,
mi Vizcaya de robles y nogales...

Ningún poeta español moderno, y mucho menos un poeta de izquierdas, nombró tanto a España ("Que trata de España" se titula un libro de 1964), a sus pueblos y ríos, a sus poetas. También acude a la poesía popular con aprovechamiento crítico ("Aquel paxarillo, / que vuela, / madre, ayer le vi preso"), a frases hechas con el correspondiente comentario y con referencia culta, en este caso a Larra ("Escribir en España es hablar por no callar"), y con muchísima frecuencia a alusiones y préstamos literarios de San Juan de la Cruz, fray Luis de León, Cervantes, Quevedo, Darío, César Vallejo, Antonio Machado. Las retahílas de topónimos, también frecuentísimas, son unamunianas y de García Tassara:

Ávila.
Toledo.
Lágrimas de piedra, ardiendo
en la cara
del cielo. Alba de Tomes.

Poeta español ("España, espina de mi alma") que dice con tristeza, con eco de fray Luis: "Madre y maestra mía, triste, espaciosa España".

La Nueva España · 3 mayo 2016