Ignacio Gracia Noriega
Publicaciones de la Fundación José Barreiro
Galería de personajes, de Andrés Saborit, publicado por la Fundación José Barreiro, con prólogo de Etelvino González, es un libro interesante, ya que, aparte de la mayor o menor vigencia de los personajes cuyas semblanzas reúne (Fernando de los Ríos, Álvaro de Albornoz, Manuel Azaña, Santiago Ramón y Cajal, Fidelino de Figueiredo, José García Mecadal, Salvador de Madariaga, José Ortega y Gasset y Darío Pérez), rescata la íntima y prolongada relación de Saborit con Asturias. No era Saborit un buen escritor, si nos atenemos a los aspectos técnicos, literarios, del oficio; pero, en compensación, aporta multitud de datos y noticias curiosas sobre los personajes más variados. «Asturias y sus hombres», en una edición muy deficiente hecha en Toulouse, era libro que guardaban como oro en paño los viejos socialistas asturianos. Ahora, la Fundación José Barreiro tiene la pretensión de reeditarlo, teniendo en cuenta, claro es, los errores de fechas y nombres que, por desgracia, abundan en el texto. Pero un libro con esa carga histórica y sentimental bien merece una edición digna, como la de otra publicación de esta fundación, de la que tengo noticia, «Apuntes de historia. FSA, 1901-2001», que colecciona diversas conferencias, con los consiguientes coloquios, organizados por la fundación en torno a aspectos históricos y de otro tipo de la FSA; iniciativa digna de aplauso, ya que las conferencias, por interesantes que sean y por mucho público que haya acudido a escucharlas, si no se imprimen, más tarde o más pronto se convierten en nada: en algo que se lleva el viento, que cae irremediablemente en el olvido.
«A nivel de artes gráficas», como diría Alfonso, veterano socialista de Limares, los partidos de izquierda siempre estuvieron más atentos que la derecha, que no se preocupa por tales «nimiedades». De todas esas intervenciones, que van desde el papel de Asturias en los inicios del socialismo español a la actuación política de Manuel Llaneza en Mieres, desde las casas del Pueblo al exilio mexicano, desde la prensa socialista asturiana hasta la presencia de Asturias en el cartel de propaganda republicano, la que mayor interés general ofrece es la de Juan Luis Rodríguez-Vigil sobre «La lucha antifranquista en la Universidad de Oviedo en los 60-70»: período que él conoce bien, por lo que puede considerarse su testimonio como de primera mano. Por razones obvias, le concede un protagonista exagerado a FUDE, cuando es claro que la lucha en la Universidad de Oviedo, al menos la lucha efectiva, fue de iniciativa comunista. Asimismo, le da mucho rango a un personaje como Quintana Pedrós, acaso por cierta aureola de cosmopolitismo revolucionario que entonces le ornaba y se limita a la mención de individuos más decisivos como Pepe Feito y José Antonio López Brugos, entre otros. Como él bien dice, no va a citar a todo el mundo, pero en un recuerdo de este tipo es imprescindible recordar con más detalle la acción de Alberto Alonso. Manolo Mieres, etcétera, aunque eran un poco más jóvenes y, sobre todo, comunistas. Entre los catedráticos se realza, muy merecidamente, la labor de Luis Sela y se recuerda a otros hoy olvidados, como Rúa o Ramón Valdés de Toro. Gustavo Bueno, evidentemente, fue el único catedrático que mantuvo una actitud antifranquista decidida; pero también hubo otros, como Álvaro Galmés, de quienes nadie se acuerda. Y aunque no fuera catedrático de Universidad, un recuerdo para don Pedro Caravia es más que merecido. Dentro del PSOE prehistórico de 1976, no se le presta la debida atención al profesor José María Fernández. El gran Jesús Zapico recuerda en el coloquio a estudiantes como Ramón Rodríguez, Luis Posada, Agustín Tomé y también a Jaime Estrada, quien, junto con Juanjo Montoro y Carlos Piñeiro, fue defenestrado de mala manera y de manera ilegal, sin acudir a la comisión de conflictos, por Álvaro Cuesta. Señala también Vigil al Ateneo de Oviedo y a la Alianza Francesa como centros liberales: es lamentable que en torno a ellos no haya cuajado una oposición liberal y burguesa al franquismo. El PSOE, al salir a la luz, prefirió aparentar una fachada radical, por lo que se mantuvo alejado de esos ambientes, y cuando pacta con la derecha, como hizo en Llanes mucho más tarde, lo hizo con el fascismo más cutre.
La Nueva España · 24 diciembre 1999