Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Bajo las nieblas de Asturias

Ignacio Gracia Noriega

Puerto pesquero, puerto deportivo, puerto político

Aunque a la noticia no se le ha concedido todavía demasiada importancia (en cualquier caso, no tanta como a las andanzas del alcalde Trevín), lo cierto es que resulta sorprendente que el Principado se disponga a adjudicar cinco mil millones de pesetas para un puerto deportivo al que acaban de destinarse dos mil millones, y que, para colmo, quedó mal, mientras que para otro puerto pesquero tan sólo se invierten 1.500 millones. Expuesto el asunto así, es decir, del modo más objetivo posible, sólo cabe preguntarse en qué país estamos y quién paga las juergas. Que se prefiera un puerto deportivo a un puerto pesquero acaso indique algo, o mucho (y muy grave) sobre el rumbo que ha tomado este país, del que decía Pío Baroja que tiene, como mayor aspiración, trabajar como un moro y ganar como un judío. A lo que se ve, lo de la «sociedad del ocio» se ha tomado en Llanes al pie de la letra, y que se invierta más en el ocio que en el negocio tal vez sea norma de los tiempos nuevos que ha vuelto muy prosocialista a míster bañitos y a míster barquitos y a otras gentes de orden, aunque desatendiendo aquel precepto de Baltasar Gracián de que no se debe hacer negocio del ocio. Sin embargo, y desatendiendo a la «o» de obrero que todavía ostentan los actuales regidores del Principado, parece que hoy en Asturias se prefiere la aventura del ocio a la seguridad del trabajo. Es lamentable empeñarse en que la solución de Asturias tiene que ser el turismo. Podrá ser una posibilidad, pero compartida con otras; y nunca la principal. Porque de este modo se condena a los asturianos a que no tengan otro horizonte que el de ser camareros o peones de la construcción. El turismo, además, es pan de hoy y hambre para mañana. Hace unos años, un individuo que vino por aquí le explicó a los llaniscos que iba a traer turistas que gastaran 17.000 pesetas diarias. Tengo entendido que de esos turistas se vieron muy pocos, si es que se vio alguno. Ahora los turistas que van a venir para ocupar esos hoteles de cine habitaciones -o más- que se prevé construir donde antes había «campings», traerán su yate debajo del brazo. Como es sabido, la mayoría de los ciudadanos españoles y parte de los europeos, tienen yate, y todos ellos, naturalmente, son expertos en navegar por un mar tan peligroso como el Cantábrico.

Tienen toda la razón los marineros de Luanco por el agravio comparativo y de todo tipo que representa destinar 1.500 millones a un puerto pesquero en tanto que se anuncian 5.000 para un puerto deportivo más que problemático. Ciertamente, en Llanes apenas hay actividad pesquera, pero la deportiva es nula. Hace unos años había un grupo de individuos con sucedáneos de «lanchas de recreo», que protestaban por la inseguridad de la entrada del puerto, pero cuando el Ayuntamiento dijo que todo estaba en orden, callaron como muertos. ¡Vaya tropa! ¿Es que van a invertir cinco mil millones de pesetas para solaz de esos «lobos de mar»? No, dirán algunos. Lo que se pretende conseguir con esos cinco mil millones es un turismo de elite, después de rechazar el errabundo un tanto zarrapastroso que de momento define el turismo llanisco. Es decir: hasta ahora el turista venía con mochila, y a partir de ahora vendrá en yate.

Se ha dicho que el puerto deportivo va a suponer un gran impulso para la comarca llanisca. Yo lo niego. ¿En qué se van a beneficiar los vecinos de Nueva, de Posada, del Valle Oscuro, etcétera, etcétera, con eso que algunos ya denominan con entusiasmo pedantillo, «macropuerto»? Temo que en nada, y mucho menos si se tiene en cuenta que en el concejo de Llanes y, en general, en toda la comarca oriental, existen prioridades mucho más importantes, y algunas apremiantes. En Llanes no hay hospital; mas, por si esto fuera poco, el Hospital Grande Covián de Arriondas está pasando por malos momentos. ¿No sería más oportuno, rentable y mejor inversión para todos reforzar económicamente al Hospital Grande Covián (que está trabajando por encima de sus posibilidades, y, no obstante, lo está haciendo muy bien) que andarse con fantasías de puertos deportivos que conviertan a Llanes en la soñada «Marbella del Norte»? La propia villa de Llanes, que últimamente huele a cloaca que es una vergüenza, se plantea entre otros muchos problemas urgentes el de sus saneamientos, que, pese a ser ineficaces, ya nos costaron un ojo de la cara.

El puerto deportivo de Llanes seguramente beneficiará a algunos, no digo que no. Pero de ningún modo a todos los habitantes de la villa, y muchos que no tenemos nada que ver con estos negocios saldremos claramente perjudicados. Llanes es caro; no quiero imaginarme lo que puede ocurrir si se impone un turismo de elite. Además, si en una villa de menos de cinco mil habitantes se invierten cinco mil millones de pesetas, cada llanisco toca a más de medio millón de pesetas; a los que hay que sumar los dos mil millones del anterior puerto, que está demostrado que no sirve para nada. Aparte que ni aumentó la pesca ni mejoró el turismo. El puerto de Llanes es peligroso, difícil, depende de las mareas. ¿Dónde van a hacer un «macropuerto», si el actual tiene el tamaño de un par de piscinas olímpicas? Para hacer un gran puerto tendrán que ganarle terreno al mar -con lo que aprovecharán para construir adosados- y convertirán en puerto las playas del Sablón y Toró, imagino, con lo que la máxima industria de la comarca perderá prioridad ante el improbable puerto. Y yo me pregunto: los de los yates, ¿de dónde van a venir? ¿De Madrid? ¿De México? Y es que cuando se proyectan obras públicas atendiendo a motivos políticos y no al interés general se plantean numerosas preguntas.

La Nueva España · 24 de diciembre de 2000