Ignacio Gracia Noriega
Marino Busto, cronista y erudito
Lo que hemos dicho el otro día en Salas, con motivo del homenaje de la asociación «Salas en el Camino», modelo de sociedad civil, a don Luis Iglesias, párroco jubilado y cronista oficial en activo, sirve también para Marino Busto, cronista oficial de Carreño. Yo creo que estos dos hombres representan el cronista oficial por antonomasia, y también lo que debe ser un cronista oficial. Podríamos decir que «cada cronista es un mundo», pero la vinculación de Luis Iglesias y de Marino Busto a sus respectivos concejos les otorga un aspecto muy peculiar. Casi toda su vida transcurrió en Salas y en Carreño, respectivamente, y a Salas y Carreño dedicaron todo su esfuerzo investigador y erudito.
Con esto no pretendo insinuar que el cronista de Cudillero, el de Nava, el de Teverga, el de Cangas de Onís o el de Pola de Siero no dediquen todo su esfuerzo a sus concejos y a Asturias, como lo hace Joaquín Manzanares, cronista oficial del Principado. Pero algunos de los cronistas citados son más jóvenes, y otros, como el de Luarca, Modesto G. Cobas, han realizado importantes trabajos de carácter musicológico y etnográfico que trascienden el ámbito valdesano. En don Luis Iglesias y en Marino Busto se reconoce una vida entera de total dedicación. De total, absoluta, leal, monográfica y fructífera labor de investigación, clasificación, descubrimiento y escritura de sus concejos respectivos.
Los cronistas oficiales de Asturias somos pocos, pero felizmente bien avenidos. El número de concejos con cronista oficial es mínimo. ¿Será que en muchos no se encuentra a la persona adecuada para cumplir esa función? En algunos casos, salta a la vista que si no hay cronista, no es por falta de la persona necesaria, sino porque al Ayuntamiento no se le ocurrió llamarla; es el caso de Miguel Ángel Fuente Calleja, vecino de Noreña, autor de un libro sobre las calles de Noreña que saldrá próximamente y promotor entusiasta de las cosas de Noreña a través de la Orden del Sabadiego. Aquí sí que no hace falta andar buscando al posible cronista oficial con la linterna, y, sin embargo, Noreña sigue sin cronista oficial.
Pasemos a ocuparnos ahora del cronista de Carreño, a quien los cronistas oficiales asturianos proyectamos hacerle un homenaje en una casa tan vinculada a él como es Casa Gerardo, de Prendes, donde se hace una de las mejores fabadas del mundo. Muy cerca de Casa Gerardo, en La Rebollada, parroquia de San Esteban de Guimarán, concejo de Carreño, nació Marino Busto García, el 13 de abril de 1916, hijo de labradores. Él mismo se considera labrador, y si le preguntan puede contestar que es labrador, del mismo modo que Benjamín Franklin contestaba que era impresor, cuando le preguntaban.
Pero, además, Marino Busto es un hombre abierto al mundo, que ha colaborado en periódicos y revistas de Argentina, Cuba y Suiza, y ha pronunciado conferencias en diversos centros asturianos, principalmente sobre mitos y supersticiones, costumbres y tradiciones de la vieja Asturias: esa Asturias a la que calificó Modesto G. Cobas como «un tanto olvidada, pero nunca perdida». Y, ciertamente, nunca estará perdida del todo gracias al esfuerzo de cronistas y eruditos tenaces y amantes de su tierra, como es Marino Busto.
Marino Busto es un escritor con obra considerable. No toda ella es de carácter erudito; también ha escrito un volumen de cuentos, que él denomina «sarta de cuentos», titulado «Alma de la tierrina»; la novela corta «Josefín el emigrante» (1950), y la novela «El beso de la catedral de Erfurt» (1953). Su primera publicación importante son las «Noticias históricas del concejo de Carreño», aparecidas en 1948.
A este trabajo siguieron la documentada «Historia del concejo de Carreño en la general de Asturias» (1984), «El príncipe de los poetas asturianos. Antón de Marirreguera» (1985), «Diccionario bable de González Posada y Academia de las Buenas Letras» (1986), «Carlos González de Posada. Noticias históricas del concejo de Carreño» (1989) y la muy completa «Historia heroica de Carreño en la guerra de la Independencia española» (1990). Observamos que Busto jamás desvincula a Carreño de la historia general de Asturias, ni de la de España, lo que le confirma como asturiano cabal. Encontramos también inevitablemente su firma en el porfolio de la Sociedad de Festejos de Candás, escribiendo sobre el tabaco en Carreño y las famosas fumadas de la noble condesa de Carrió, sobre «De "Boroña" a Falmuria de Prendes», sobre «El Palacio de Espriella en la Arena de Logrezana»... Ahí tenemos una vida y una obra enteramente dedicadas a su pueblo. Carreño debiera sentirse tan orgulloso de Marino Busto como Marino Busto se siente de Carreño. Me consta que va para seis años que la Asociación de Vecinos «Dolmen de Guimarán-Valle» le ha propuesto como hijo predilecto de Carreño.
Pero ni Marino Busto es todavía hijo predilecto de Carreño, ni Luis Iglesias lo es aún de Salas. ¿Por qué tanta cicatería municipal hacia quienes han trabajado desinteresadamente por su tierra como éstos a quienes he citado lo hicieron?
La Nueva España · 29 de diciembre de 2001