Ignacio Gracia Noriega
Sosa Wagner va a los juristas
Cada nueva obra de Francisco Sosa Wagner es, digámoslo a la manera del clásico, «fuente de instrucción y de contento». Sosa Wagner es un escritor que no sólo cultiva determinados géneros (el narrativo, el ensayístico, el aforístico, el profesional jurídico y el periodístico), sino que los modifica, mezcla e incluso reinventa su imaginativo modo de entender la literatura. Las «soserías» son su particular interpretación de las «greguerías» de Ramón Gómez de la Serna, y ahí tenemos una selección de ellas reunidas en un libro que es una delicia, titulado «Guindas en aguardiente». Buen narrador, tanto en espacios cortos («Escenas históricas pero verdaderas...» ) como más amplios (las novelas «Es indiferente llamarse Ernesto» e «Hígado de oca a las uvas» ), y buen conocedor de la historia del siglo XIX, tarde o temprano tenía que arribar a ese género que es híbrido de novela e historia, la biografía; y después de escribir la biografía de Posada Herrera para hacer dedos, publicó en 2000 «Pío IX, el último soberano», que es, me atrevo a señalar sin exageración, una de las mejores biografías publicadas en España en época reciente. No sólo es biografía del personaje biografiado, sino de buena parte del siglo XIX, del que el Papa Rey fue protagonista destacado.
El último libro de Sosa Wagner, «Maestros alemanes del Derecho Público (I)», publicado bajo el rótulo de «Monografías jurídicas» (Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales, Madrid, 2002), se inscribe, de pleno derecho, en el género biográfico, enriquecido con adiciones procedentes de la especialidad académica del autor. Entre obras de carácter jurídico de Sosa Wagner, como «La construcción del Estado y del Derecho Administrativo» y estos «Maestros alemanes del Derecho Público», existe un puente, la conferencia «Los juristas en las óperas», publicada en la «Revista Jurídica de la Universidad de León» en 1997 y más tarde dando título a un volumen de recopilaciones varias: «Los juristas, las óperas y otras soserías». Reparemos en la transformación del título. «Los juristas en las óperas» (ahora «Los juristas, las óperas...» ) no sólo es una conferencia pronunciada por Sosa el 23 de enero de 1997 en la Universidad de León, sino ahora es, además, otra «sosería», es decir, literatura, y la literatura más peculiar de su autor, precisamente.
¿En qué se parecen «Los juristas en las óperas» y «Maestros alemanes del Derecho Público» ? En primer lugar, en el asunto jurídico. En segundo lugar, y principal, en el tono desenfadado de ambos trabajos, que resulta sorprendente, aunque muy conveniente, en un género que suele ser austero. Por lo general, se entendía hace años (y todavía se sigue entendiendo en eruditísimos boletines) que el «trabajo científico» debe ser un bloque de prosa donde nada brille. Por eso estalló el escándalo cuando Jean Paul Sartre aludió, en una obra de carácter filosófico, a los bellos ojos de Michele Morgan. Sosa Wagner es capaz de compensar el rigor académico con la soltura literaria, y por ello dota de amenidad e interés a asuntos que generalmente son abordados de modo áspero: pero no porque sean ásperos por sí ni carezcan de interés para el público en general, sino porque tales trabajos se escriben ásperamente y sólo para especialistas. Sosa Wagner advierte que un 80 por ciento de su libro puede interesar al lector no especialista. Es un tanto por ciento realmente alto, y estimulante. Ya quisiera yo que el 80 por ciento de lo que se publica en España con enorme éxito pudiera interesar a un 80 por ciento de los lectores.
Al tratarse de una versión peculiar de un asunto profesional, la obra lleva un prólogo igualmente peculiar, en el que el autor confiesa que «casa vez estoy convencido de que los libros no todos, claro, pero sí algunos libros no se escriben, sino que simplemente salen de nuestras entretelas». Eso ocurre con los personajes de novelas todavía no escritas, que a veces acosan y presionan al novelista. Antes de escribir este libro, Sosa Wagner se dio cuenta de que Jellinek, Otto Meyer, Laband, Wilhelm Eduard Albrecht y otros, le estaban presionando como si fueran los hermanos Karamozov o Ángel Guerra; de modo que decidió darles salida como si fueran personajes de novela. Ofrece Sosa Wagner su versión de estos personajes, pero, como bien dice Goethe, «todos somos los que debemos a los demás», el autor, persona bien educada, cosa notable en estos tiempos de «zafiedad y mugror», que decía Alarcos, agradece la colaboración prestada para escribir la obra de la Universidad de Tübingen, y, entre otras personas, a la gran Mercedes. «Maestros alemanes del Derecho Público» es libro organizado en seis capítulos, desde el panorama general hasta las biografías particulares como las del «incansable» trabajador Robert von Mohl o el revolucionario Lorenz von Stein, autor, entre obras de mayor empeño, de «La educación económica y las tareas del ama de casa», en colaboración con su mujer, y sobre quien Sosa acota que «tuvo agujetas de datos, calambres de estadísticas y fue por eso un ser dolorido». Jellinek quería estudiarlo todo, saberlo todo, y fue hasta algo poeta, con metáforas científicas; Otto Meyer era hijo de un farmacéutico improvisado diputado, y, como buen hijo, iba a escuchar a su padre al Parlamento; Albrecht tuvo que quedarse en la Universidad de Leipzig, porque se lo impuso su mujer (a la que había conocido en un balneario), y Mohl era «un cegato que logró ver limpio».
Y así, toda una galería de tipos, que valen por sí mismos, además de valer por sus importantísimas contribuciones al Derecho. Sosa nos los presenta como hombres que además fueron juristas. No se reducen, en consecuencia, como en los trabajos académicos, a un seco nombre sobre el papel. Y como promesa de nuevas lecturas amenas, este libro termina como las películas por episodios: «Continuará».
La Nueva España ·4 de junio de 2002