Ignacio Gracia Noriega
Jovellanos y la minería
La minería del carbón constituyó una de las preocupaciones concretas de Jovellanos, dentro de su gran preocupación asturiana, que tan poco tenía de teórica, ya que sus planteamientos se afianzaban sobre bases materiales y prácticas; y conectado con la minería se plantea otro problema, el del transporte, según han estudiado los profesores Rafael Anes y Germán Ojeda en «La minería del carbón en Asturias y los problemas del transporte en las primeras décadas del siglo XX» (1981) o «Caminos y Economía» (1995), de Joaquín Ocampo Suárez Valdés. En el período acotado por los profesores Anes y Ojeda (primeras décadas del siglo XX) el problema del transporte no se había resuelto, ni mucho menos; y ahora que parece resolverse el problema de las comunicaciones, resulta que terminó la minería: hay manera de sacarlo, mas parece haber llegado a su final de gallina de los huevos de oro del carbón.
Tanto en el aspecto minero como en el de las comunicaciones, Jovellanos vio claro, y por ver claro, vio ambos aspectos íntimamente conectados, y en uno y otro se adelantó a su tiempo. Según Gabriel Santullano, en su breve pero imprescindible «Historia de la minería asturiana», «quien tuvo decisiva participación en promover el interés del Estado y de los particulares por la industria hullera, fue Gaspar Melchor de Jovellanos, siempre preocupado por impulsar todo tipo de industria beneficiosa para sus compatriotas. Fruto de tal interés sería que el 28 de marzo de 1789 fuese encargado por el ministro de Marina, el también asturiano Antonio Valdés, de redactar un informe sobre el carbón asturiano que, con su habitual diligencia, terminó el 9 de abril del mismo año, prueba de lo maduras que tenía las ideas al respecto».
Nadie más adecuado que Luis Adaro para estudiar en profundidad la labor desarrollada por Jovellanos en los orígenes de la explotación del carbón en Asturias, ya que este ilustre investigador ha trabajado tanto sobre las comunicaciones en Asturias («El puerto de Gijón y otros puertos asturianos»), la minería («Sobre la historia de la minería prehistórica y de la edad antigua», «Datos y documentos para una historia minera e industrial de Asturias», «Las Reales Minas de Langreo y Establecimientos del río Nalón», etcétera) como sobre Jovellanos («Documentos inéditos de Jovellanos relativos al Real Instituto Asturiano», «Minería e industria en tiempos de Jovellanos», «Jovellanos y los comienzos de la minería del carbón en Asturias»).
«Jovellanos y la minería en Asturias», libro editado por la Fundación Foro Jovellanos del Principado de Asturias y Unión Española de Explosivos, S. A., posee, en primer lugar, ese atractivo formal que caracteriza a las ediciones de obras de Luis Adaro; más sobria la edición en este caso que los monumentales volúmenes de «El puerto de Gijón», no faltan las láminas de encanto antiguo, como la n.° 9, que representa una pelea a palos rematando una romería (pues el capítulo VIII de esta obra está dedicado a la Asturias bucólica y pastoril de la época de Jovellanos), o la n.° 27, que muestra el transporte del carbón en chalanas por el río Nalón, y que bien podría ilustrar una novela de Julio Verne. Del texto hemos de decir que es claro y ameno, salpicado de anotaciones curiosas sobre antigüedades asturianas; incluso con canciones: «Desgraciado del carretero / que de cama tiene el carru / y de cobertor, el cielo».
Por su concepción y propósito totalizador, «Jovellanos y la minería en Asturias» es obra enciclopédica. Adaro acota una época crucial y un personaje clave, y no deja cabo sin atar; a que cada pieza encaje en el conjunto del libro contribuyen su erudición y su familiaridad con el asunto que desarrolla: a fin de cuentas, se trata del mejor historiador del industrialismo asturiano. La obra se estructura en dos bloques: los dos primeros capítulos detallan las explotaciones del carbón de piedra antes de Jovellanos; el resto se centra en Jovellanos, con una parte dedicada a los hornos de coke y a Casado de Torres, y otras dos a las comunicaciones: fluviales por el río Nalón y terrestres por la carretera carbonera, y culmina con una sexta parte dedicada al Real Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía. En definitiva, como escribe el propio Adaro, este libro narra «un momento interesantísimo de la historia de Asturias», que supuso el inicio de una etapa nueva después de muchos siglos inmutables.
La Nueva España · 9 abril 2004