Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Bajo las nieblas de Asturias

Ignacio Gracia Noriega

Nabokov y el Quijote

Con motivo de estos fastos cervantinos, se han expresado algunosjuicios bastante duros contra Vladimir Nabokov, a causa de sus opiniones sobre el «Quijote» . Lo que no deja de ser injusto, además de sorprendente. A este país no hay quien lo entienda. La mitad de él vota con la mayor tranquilidad e inconsciencia a quienes van a liquidarlo por la vía rápida, a la vez que se enardecen, por fervor nacionalista (supongo), por el campeonato mundial obtenido por un piloto de carreras o porque un gran escritor contemporáneo se permite enjuiciar una novela que buena parte de los españoles consideran tan intocable que, para dar ejemplo, ni ellos mismos se han planteado leerla jamás. El fondo del problema, radica en la lectura. No sólo en la lectura del «Quijote» , sino también en la de Nabokov. Porque, después de haberlo leído, se descubre que no hay motivos para enfadarse porque haya hecho algunas consideraciones sobre la novela cervantina y el propio Cervantes que algunos mojigatos consideran, en el mejor de los casos, irrespetuosas. Pero es que Nabokov, para su suerte y la nuestra, tiene muy poco de cervantista (como tampoco lo tenía Azorín, según acusación de los propios cervantistas) y de respetuoso. Vladimir Nabokov, nacido en San Petersburgo en 1899, fue uno de los más grandes y civilizados escritores del siglo XX. El éxito fulgurante y, en cierta medida, extraliterario de «Lolita», en 1955, es causa de que sus otras novelas, numerosas y excelentes, sean menos conocidas. Para el gran público, es el autor de «Lolita», pero también lo es de «Pálido fuego», «Pnin» y «Ada o el ardor». Característico ruso blanco que en 1919 abandonó para siempre la Rusia revolucionaria; escéptico, culto, elegante e independiente, vivió en Berlín, París, Cambridge y, finalmente, en los Estados Unidos, donde fue profesor en las universidades de Stanford y Comell, y estuvo agregado al departamento de Entomología de Harvard. Su importante obra critica se encuentra resumida, principalmente, en sus cursos sobre literatura rusa y literatura europea, y en su tan mencionado (aunque, por lo que sospecho, poco leído) «Curso sobre el Quijote». Vivía en hoteles, y amaba los hoteles con grandes bañeras, y odiaba e socialismo, en cualquiera de sus variantes, y el psicoanálisis. El Quijote, aunque traducido al ruso en fecha tardía, tuvo una gran influencia sobre escritores como Turgueniev y Dostoiewski. Su curso sobre el «Quijote» fue dictado en la Universidad de Harvard, a petición de Henry Levin, y, según éste, había aceptado el Quijote como asunto porque lo consideraba el punto de partida lógico para hablar de la evolución de la novela moderna. Ahora bien: que destaque lo que para él son algunos defectos del libro, es algo que le debemos agradecer, antes que reprocharle. Nabokov señala algunos defectos de poca importancia en la construcción del «Quijote» , y, sobre todo, que en el libro predomina la crueldad: crueldad por parte de los personajes hacia don Quijote, hacia los animales, etcétera, especialmente por parte de los duques, pero también del propio Cervantes, que se ríe al describir auténticas atrocidades, considerándolas chistosas. La conclusión que de él saca Nabokov dista un tanto de la tolerancia y corrección política con que se le aureola: «El propio Cervantes, persona educada, encuentra "graciosas" formas de crueldad que hoy son absolutamente imposibles y que, por supuesto, son condenadas en los tiempos modernos por todas las gentes civilizadas. Sospechamos que de vez en cuando, el propio autor no seda mucha cuenta de la repulsiva crueldad con que los curas, barberos, venteros y demás tratan a don Quijote». No obstante, para Nabokov el «Quijote» es «un cuento de hadas», como también lo son «Almas muertas», «Casa desolada», «Madame Bovary» y «Ana Karenina». Esto es lo que yo encuentro más sorprendente en su juicio. Con agudeza, con inteligencia y con originalidad, Nabokov desmonta y examina una a una las piezas que componen la novela extraordinaria. Seguramente quienes le reprochan un inexistente juicio adverso no están acostumbrados a este tipo de consideración de la obra literaria. Por ello, considera que afirmar que el «Quijote» es la mejor novela de todos los tiempos, es una tontería. En cambio, «es uno de los libros más amargos y bárbaros de todos los tiempos». ¿Es que a nadie se le ocurrió descubrir en Cervantes amargura, además de escepticismo y tolerancia? En rigor, por lo que de su vida sabemos, no tenía muchos motivos para ser optimista y alegre. Nos gustaría exponer con mayor amplitud las opiniones de Nabokov sobre el «Quijote» . La falta de espacio lo impide. Bástenos, por tanto, reproducir la conclusión a la que llega: «Lleva trescientos cincuenta años cabalgando por las junglas y las tundras del pensamiento humano y ha crecido en vitalidad y en estatura. Ya no nos reímos de él. Su escudo es la compasión, su estandarte es la belleza. Representa todo lo amable, lo perdido, lo puro, lo generoso y lo gallardo. La parodia se ha hecho parangón».

La Nueva España · 3 enero 2006