Ignacio Gracia Noriega
Biografía y naturaleza de Jovellanos
La Fundación Foro Jovellanos ha publicado, con escaso intervalo y el sobrio y elegante formato editorial que es su marca de fábrica, dos obras sobre aspectos muy importantes del polígrafo: su biografía y otro libro sobre los lugares por los que anduvo en Asturias: la «Biografía de Jovellanos» (2005), de José Miguel Caso González, y «Jovellanos y la naturaleza» (2006), que lleva las firmas de José Miguel Caso González, Bernardo Canga Meana y Carmen Piñán. Dos obras recomendables y del mayor interés para los jovellanistas y para los asturianos en general (pues el libro «Jovellanos y la naturaleza» no sólo se refiere a Jovellanos, sino que permite conocer mejor Asturias, la tierra que Jovellanos pisó y amó tanto y que es, según Unamuno, recorriéndola y pisándola la única manera de conocer y amar a cualquier tierra), en una época en la que, a pesar del olvido (y precisamente por ello) la lección jovellanista sigue ,siendo necesaria y permanece vigente.
Desde que Agustín Ceán Bermúdez publicó en 1914 las «Memorias para la vida del Excmo. señor don Gaspar Melchor de Jovellanos y noticias analíticas de sus obras», se han hecho diversos intentos de biografiar al insigne asturiano, sin que ninguno haya sido, hasta el momento, el definitivo; pese a que, como señala un párrafo de Julio Somoza que figura en la portada de «La vida de Jovellanos al alcance de los muchachos», de José María Palacios: «La vida de Jovellanos es ejemplar, y como tal, enseña a todos, principalmente a los españoles, lo que más nos precisa: moderación y templanza en el lenguaje; prudencia en la conducta, respeto a la virtud, amor al trabajo y al estudio, freno a las pasiones (harto desmesuradas en el día) y utilidad provechosa en el empleo de la vida». Tales virtudes, evocadas por el bueno, aunque gruñón, don Julio Somoza, hoy no sólo no son necesarias, sino que se han extinguido o pesa sobre ellas el sambenito de la «incorrección política». El desenfreno sexual, tan patrocinado por el Gobierno, parece no pretender otra cosa que la bestialización del hombre, su devolución a la caverna.
La persona más idónea para escribir la gran biografía de Jovellanos era el difunto José Caso; la muerte le impidió hacerlo. No obstante, como anuncia Jesús Menéndez Peláez: «En un futuro más o menos lejano verá la luz de la imprenta una biografía más exhaustiva, dentro del proyecto general de las «Obras Completas» que el profesor Caso preparaba con ilusión».
La escueta biografía que ahora se publica procede de la realizada para la obra «Asturianos universales», dirigida por José Antonio Mases, y fue adaptada por Carmen Caso, hija del ilustre jovellanista y ex rector de la Universidad de Oviedo.
Se trata, tanto por su extensión como por su pro-pósito divulgativo, de una obra que se lee con facilidad y ofrece una visión panorámica de la vida de este asturiano prototípico, que, por serlo, fue considerado también como el español por excelencia. Su biografía, pese a ser la de un intelectual que dedicó la mayor parte de su vida al estudio, es extraña. Vive apaciblemente, salvo altibajos debidos a su proximidad a la política, hasta cumplido el medio siglo de su vida; a partir de entonces se acumulan sobre él las amarguras y las persecuciones, el cambio de la vida tranquila en el retiro de Gijón por el ajetreo de una existencia errante: él mismo lo presiente, según anota en su diario el día 16 de octubre de 1797, cuando se le acaba de comunicar su nombramiento de embajador español en Rusia: «Cuanto más lo pienso, más crece mi desolación. De un lado, lo que dejo; de otro, el destino a que voy».
«Jovellanos y la naturaleza», por su lado, se divide en dos partes: abre el libro un ensayo sobre «El sentimiento de la naturaleza en Jovellanos» de José Caso, adaptado por María Teresa Caso, y sigue la descripción de una serie de «Rutas jovellanistas», tomadas de sus diarios y nuevamente recorridas por Bernardo Canga y Carmen Piñán, tan expertos montañeros como destacados escritores montañeros.
Para quien recorra Asturias, conózcala o no, los diarios de Jovellanos resultan de excepcional utilidad. Todavía algunos parajes quedan tal como él los vio, aunque, por desgracia, no demasiados. El hormigón y la especulación están destrozando Asturias: ya han destruido la costa y es de temer que los destrozos se extiendan hacia los valles.. Y pronto sólo de la verdadera Asturias quedará lo consignado en los diarios.
Mas hoy, todavía, puede recorrerse esa Asturias, guiados por Jovellanos y conducidos por Bernardo Canga y Carmen Piñán, que releyeron los diarios para volver a mostrar los caminos.
La Nueva España · 12 septiembre 2006