Ignacio Gracia Noriega
Cervantes y los juristas
El nuevo aniversario de la publicación de la primera parte del «Quijote» ha sido pretexto para organizar actos más o menos retóricos (no demasiados, ciertamente) y para publicar un número más considerable de artículos, ensayos, conferencias y libros (entre éstos, el magnífico «Monda y desnuda», de Cesáreo Bandera, que pasó injustamente inadvertido), no sólo referidos a la gran novela, sino también a su autor, de quien se suele olvidar que fue el mejor narrador de su tiempo (ahí están las «Novelas ejemplares» para confirmarlo), el novelista más original (no sólo por el «Quijote», sino también por «Los trabajos de Persiles y Segismunda») y el dramaturgo que se adelantó con mucho a su época: en «Numancia» está el «teatro épico» de manera mucho más clara que en «Fuenteovejuna» de Lope de Vega. Por tanto, no se ha perdido el tiempo en 2005, como se perdió en 1905, año en que se mojó la pólvora de los homenajes y le faltó el resuello a los homenajeadores.
Cervantes, lo mismo que otros grandes novelistas, como Fielding (que se consideraba discípulo suyo), Dickens o Dostoiewsky, no se limitó a escribir novelas, sino a reflejar un mundo en el que están presentes todas las cosas: desde la bacía de un barbero hasta altos conceptos sobre la poesía. Podrían hacerse múltiples trabajos sobre las diversas resonancias del mundo cervantino: no sólo con las cosas e ideas que atañen a don Quijote y Sancho, sino también a Rinconete y Cortadillo, a Cipión y Berganza y al licenciado Vidriera. Del mismo modo que ya se han - publicado utilísimos diccionarios de la Biblia, de la «materia de Bretaña» y Shakespeare, podría elaborarse otro del Quijote o, para que sea más universal, del mundo cervantino, del que puede ser guía la "Enciclopedia Cervantina", que se edita en Alcalá de Henares. Acaso ya se han elaborado -alguno que yo desconozco; pero, en cualquier caso, abundan las monografías sobre aspectos y contenidos muy concretos de la obra de Cervantes.
«Los millones de palabras escritas en honra de Cervantes contienen muchas nacidas de la semilla del Derecho -afirma el profesor José Manuel Pérez-Prendes Muñoz-Arraco, quien añade a la condición de jurista e historiador ilustre la constante atención a la literatura y el excelente gusto literario-. Gracias a ellas se nos confirma que la obra del alcalaíno está atravesada en su conjunto por la preocupación sobre el sentido que debía inspirar la acción jurídica, en cuanto medio de realización de lo justo al servicio del hombre». Con estas palabras resume Pérez-Prendes su sugestivo ensayo «Cervantes y los juristas», que modestamente subtitula «Esbozo de una guía historiográfica», publicado en la revista Foro (número 2, año 2006) y está previsto que un resumen del mismo, desprovisto de notas, aparezca en la «Enciclopedia cervantina», editada por el Centro de Estudios Cervantinos de Alcalá de Henares. Pérez-Prendes analiza con precisión y exhaustivo conocimiento, tanto de la obra cervantina como de los diferentes aspectos jurídicos que ésta plantea o roza, la muy destacable relación de tos personajes de Cervantes, y de él mismo, con la jurisprudencia y los juristas. Relación más bien tormentosa en muchos casos, sobre todo en algunos episodios poco gratos de la vida del escritor, lo que le obligó a familiarizarse con la justicia y el léxico jurídico seguramente más de lo que él hubiera deseado. «Ese su manejo cuasi profesional de textos jurídicos muy importantes en vivencias sórdidas estuvo tristemente potenciado por reiteradas situaciones que le obligaron a comparecencias, tanto suyas como de sus familiares, ante la justicia civil y criminal de la época-señala Pérez-Prendes-. Poseyó por ambos caminos una inevitable relación con el Derecho, pero jamás placentera, ni de uso sosegado al menos». Por lo general, quien no es profesional del Derecho, no suele tener relaciones sosegadas con la justicia. Cervantes incorpora esas desgraciadas relaciones a su experiencia personal y a su mundo literario: con lo que algo sacó de haber andado por tribunales. Clemencín rastrea huellas del Ordenamiento de Alcalá en el Quijote. Y los aspectos jurídicos que juegan algún papel en sus novelas y en su teatro son tan variados que van desde la elección de alcalde a la ordenación de una ínsula, desde las cuestiones matrimoniales a los problemas planteados por extranjeros en tierra ajena. Incluso se rastrea un todavía inexistente derecho laboral. ¿Es laboral la relación entre Quijote y Sancho? El comportamiento de Juan Haldudo azotando a su criado Andrés es antijurídico; como lo es el del rey, en el sentir de don Quijote, trasladando cuerdas de forzados. ¿Quién es el rey para forzar a nadie? En esta actitud y en otras muchas se resume la actitud de Cervantes frente al derecho. «No pretende revolucionar la sociedad del tiempo que le tocó vivir, ni reformarla -escribe Pérez-Prendes-. Simplemente encierra el anhelo de algo más humano».
La Nueva España · 20 octubre 2006