Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Bajo las nieblas de Asturias

Ignacio Gracia Noriega

«Fanshawe»: Una novela de Nueva Inglaterra

«Fanshawe», la primera novela de Nathaniel Hawthorne (de las cinco que escribió), publicada sin firma en 1828, cuando su autor contaba tan sólo veinticuatro años, no mereció su posterior aprecio. Hawthorne se negó a reimprimirla en vida, llegando a calificarla como «una supuesta publicación mía del pasado», y en una carta sobre sus obras, dirigida a James T. Fields, le confiesa: «Puedes estar seguro de que estaría dispuesto a sacar a la luz cualquier cosa que sirviera para acrecentar mi reputación. Todo lo demás es nuestro mutuo interés ocultar, y, lejos de ayudarte en tus pesquisas en esa dirección, te pido encarecidamente, mi querido amigo, que no leas ninguna página no reconocida que se me atribuya». De hecho, Fanshawe, aunque no recibió críticas adversas, no volvió a publicarse mientras vivió Hawthorne. El crítico William Legett formuló a propósito de ella un augurio que el futuro se ocuparía de confirmar sobradamente: «La mente que ha producido este breve e interesante volumen es capaz de hacer grandes aportaciones a nuestra literatura nacional». En efecto, Hawthorne es uno de los grandes de la novela norteamericana: sólo Herman Melville, Thomas Wolfe y William Faulkner están a su altura. Su sentido del misterio, que ya empieza a expresarse en esta novela, es distinto del de Poe: podría decirse que en Poe es materialista y en Hawthorne de raíz religiosa. El sentido de la culpa es fundamental en la narrativa de Hawthorne, y también está presente en ésta, su obra inicial. Nadie, acaso, se encaró a la culpa como Hawthorne, salvo Dostoievski, aunque el sentido de la culpa en uno y otro es muy diferente: Dostoievski vislumbra la posibilidad de redención («Crimen y castigo»), en tanto que en Hawthorne, al tratarse de una culpa heredada, la liberación de ella no depende de quien la padece. Este trasfondo religioso nos traslada al Génesis: todos somos culpables del pecado de los primeros padres. Sobre Hawthorne estuvo siempre muy presente la culpa engendrada por sus antepasados. Los Hawthorne, procedentes de la aldea de Derby, en Somersetshire, habían llegado a América a bordo del «Arbella», el otro buque fundacional, junto con el «Mayflower», y a lo largo de los tiempos que transcurrieron sobre la nueva tierra habían participado en la represión de la brujería en Salem, en la persecución de los cuáqueros y en las guerras indias. Todo este pasado, ilustre para cualquier norteamericano, pesó sobre Hawthrone, que era hombre ensimismado, con tendencia a la soledad. Uno de sus buenos amigos, Herman Melville, observó con agudeza que «Hawthorne había escondido toda su vida un gran misterio que, de ser desvelado, explicaría todos los enigmas de su carrera».

En «Fanshawe» aparece ya un personaje misterioso y tenebroso, aunque sin la dimensión de Holgrave en «La casa de las siete chimeneas», y el personaje que da título a la obra es un apunte de personaje atormentado que posteriormente se desarrollaría en obras como «La letra escarlata» o «El velo negro». «Fanshawe» es más bien angélico y culmina en una renuncia melancólica. Al final, Ellen Langton se casa con el fuerte, vitalista y «bon vivant» Edward Walcott, y ambos viven una larga vida «de sosegada felicidad», sin obstáculos ni preocupaciones. «Fanshawe» se desarrolla en una aldea universitaria de Nueva Inglaterra: la Universidad de Harley, casi rural, que en la novela tiene tanta relevancia como la taberna de Hugh Crombie. La novela presenta las consecuencias de la pérdida de un buque en alta mar; además, un personaje maligno y misterioso regresa a su pueblo, se produce un rapto y luego resulta que el buque no se ha perdido. Al rapto sigue una persecución, y Fanshawe, personaje hasta entonces de fondo, se agranda en los últimos capítulos. En éstos hay vigorosas descripciones de paisajes umbríos de fuerte sabor romántico. Todo concluye con la renuncia de Fanshawe y la felicidad un tanto anodina de Ellen. La narración resulta rígida y, aun siendo una novela de interés, es natural que su autor la considerara inferior a sus mejores cuentos.

La Nueva España · 13 mayo 2007