Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Despedidas & necrológicas

Ignacio Gracia Noriega

Dos reflexiones sobre Sergio Marqués

El ex-presidente, analizado como un caballero y un político de palabra

Con motivo del inesperado fallecimiento de Sergio Marqués, hubo unanimidad al valorar su caballerosidad como persona y su dignidad como político. Marqués, el primer presidente de la derecha del Principado, y, sin duda, el anteúltimo (porque después del lamentable papel que están haciendo sus dos facciones no creo que la derecha vuelva a gobernar en Asturias en los milenios próximos), fue zancadilleado y finalmente derribado por su propio partido, lujo que sólo la derecha española es capaz de permitirse, dado que el programa máximo del PP consiste en impedir por todos los medios que gobierne la derecha. De este modo, se envió al rincón de la minoría aun político con cualidades personales y políticas muy estimables. «Noble, grande, digno», le declara Pedro de Silva. Yo hablé muy pocas veces con él y me dio la impresión de ser un hombre modesto, virtud muy rara en un político, y bien educado, virtud mucho más difícil en un político actual. Tenía también aspecto de un hombre tranquilo y que sabía escuchar. Todas estas cualidades inmejorables me fueron confirmadas en diferentes ocasiones por Antón Saavedra, que siempre que se hablaba de Sergio Marqués decía que era un hombre en el que se podía confiar, pues era fiel a su palabra. Quien respeta la palabra dada se respeta a sí mismo, y poder confiar en un político es un don de cielo tan importante como el maná en este guirigay nacional en que el pueblo soberano está convencido de que su problema mayor es la clase política que padecemos. Sergio Herrero define a Marqués de manera muy expresiva: le llama «caballero de palabra».

Su caballerosidad se ha demostrado en los últimos sucesos recientes. Siendo presidente del Principado, FAC (entonces un individuo) le derribó en nombre de la ortodoxia del PP. Algunos años más tarde, a FAC (ahora un partido político) le impide gobernar el mismo PP de antaño considerándolo heterodoxo. Lo dicho: la derecha española sólo existe para que gobierne el PSOE. Mas pese a encontrarse FAC en parecida situación a Marqués cuando fue defenestrado, la discreción del ex presidente fue ejemplar. Apenas hizo comentarios, cuando podía haber cargado las tintas comparando su situación y la presente, e incluso, invocando algún tipo de «justicia poética» que pone las cosas en su sitio por aquello de donde las dan las toman.

Más significativo aún es que se destaque que era «político de palabra». Si en España no tendremos nunca una democracia que supere la fase bananera se debe al desprecio hacia la verdad y hacia la ley. No es problema nuestro sólo: le confiaba De Gaulle a Malraux que los latinos actuales se habían acostumbrado tanto a simular ante Roma que ya no sabían cuándo mentían o cuándo no. En España la mentira no tiene ningún coste político. En cuanto a la ley, a nadie le escandaliza la politización de sus tribunales y servidores. Marqués, ante todo, era un abogado, es decir, tenía por principio el cumplimiento de la ley y rechazaba la mentira como técnica política de primera clase. Hemos perdido, pues, a un ciudadano y a un demócrata.

La Nueva España · 20 mayo 2012