Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Despedidas & necrológicas

Ignacio Gracia Noriega

En la muerte de Modesto González Cobas

Una figura clave en el estudio de las costumbres

Modesto González Cobas era un erudito asturianista de vieja escuela y muy buena planta, alto, elegante, elocuente, que cuidaba mucho el sonido de las palabras y el ritmo de las frases (a fin de cuentas era músico), trataba a las señoras como damas (que con esto del feminismo ha dejado de ser norma) y tal vez resultaba un poco campanudo. Hablaba, en fin, como quien está escribiendo una página o dirigiéndose a un público amplio.

Durante muchos años tuvo como público a casi toda Asturias a través de las ondas de la radio. Su programa «La Asturias popular», el recuerdo de aquella Asturias «olvidada pero nunca perdida», fue de mucha audiencia y gran utilidad pública, ya que rescató del olvido, recopiló, ordenó y difundió un folclore popular asturiano a punto de desaparecer. En este aspecto, fue el continuador de la labor de La Quintana. Si a finales del siglo XIX algunos asturianos que amaban a su tierra se dieron cuenta de que sus costumbres, ritos, mitologías, arquitectura, canciones, cuentos y leyendas, etcétera, se habían perdido o estaban en trance de perderse, a mediados del siglo XX la pérdida era ya un hecho consumado. Se trataba de rescatar lo que aún permanecía entre las ruinas, por lo que Cobas emprendió prácticamente en solitario una meritoria labor recopiladora y divulgadora. Es el legítimo heredero de la obra de Eduardo Martínez Torner, y su continuador. Gracias a Cobas los asturianos pudieron reparar de nuevo en la belleza de su folclore, de canciones de un valor poético no menor que el musical, como aquella de ronda recogida por Torner y considerada por Madariaga como digna de Shakespeare:

¡Ay, qué noche tan profunda que no tiene movimiento!
¡Ay, quién pudiera tener sereno el pensamiento!

Su asturianismo era de excelente ley, sin contaminación política ni pretenciosidades académicas. Y como la musicología va pareja al estudio de las costumbres, a Cobas se le deben trabajos de considerable valor etnográfico. Como miembro del RIDEA pretendía que el erudito riinstituto tuviera unos fines claramente marcados, independientes de otros intereses como los bombos mutuos, ser una academia de consuelo para quienes no llegan a académicos de las reales academias y, sobre todo, que no fuera una sucursal de segunda categoría de la Universidad de Oviedo. No le hicieron caso y el nefasto «perezcastrismo», cargado del complejo de inferioridad de quienes están fuera de la Universidad, hizo todo lo contrario de lo que el riinstituto debiera ser. Tampoco pudo evitar que el partido al que perteneció se convirtiera en el desastre demencial que actualmente es. Por lo que se retiró a la vida privada.

Durante muchos años, una vez al mes, Modesto Cobas, Ramón Díaz «el ingeniero de la vida» y yo nos reuníamos en diferentes establecimientos entre Infiesto, Cangas de Onís y la raya con Santander, mas al cumplir Modesto los ochenta se retiró también de estas amables salidas. Consideraba que había llegado al otoño, que es, según fray Luis de León, «la estación de los severos estudios».

La Nueva España · 22 mayo 2012