Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Despedidas & necrológicas

Ignacio Gracia Noriega

En la montaña sagrada

La vertiente poética de un destacado intelectual enamorado del paisaje asturiano

Silverio Cerra, escribiendo sobre la sierra del Aramo, esas alturas en las que se cruzan caminos, por lo que lleva el nombre de la divinidad prerromana de las encrucijadas y de las rutas, dedica unas hermosas palabras a la montaña sagrada en la que, muchos años más tarde, había de morir. El Aramo, afirmaba, "abarca parajes de tanta belleza como el desfiladero de las Xanas o el Monsacro. Y lugares de tanto interés histórico como las minas prehistóricas de Llamo, el santuario megalítico de La Cobertoria o las iglesias románicas del Monsacro, sobre todo la capilla de arriba, cuya planta octogonal la convierte, pese a las agresiones de los bárbaros y las morosidades de la restauración, en una de las piezas más raras del medievo español". Estas líneas fueron escritas en 1992; veintidós años más tarde, Silverio Cerca fue a despeñarse al pie de esas capillas.

Cerra era un morciniego, como a él le gustaba decir, fervoroso además de ilustre. Morcín es uno de los concejos más quebrados de Asturias, hasta el punto de que sus montañas le dieron nombre, pues Morcín procede de "Muro cinctus", es decir, "cercado de montañas". Y Cera se fue a morir a la montaña, a sus raíces, el día que cumplía sus bodas de oro con el sacerdocio. No sabemos si se trata de una coincidencia macabra o gloriosa.

Silverio Cena era un gran intelectual, pero lo que tal vez no se diga de él es que era, asimismo, un poeta, tanto en prosa como, más raramente, en verso. Sus escritos no tuvieron demasiada difusión, por lo que habrán sido pocos los que tuvieron la oportunidad de reparar en lo muy bien que escribía. Tenía un sentido profundo y poético del paisaje del que dejó descripciones dignas de memoria: la descripción del valle de Cuna, al que denominaba "compendio del paisaje asturiano", que figura en su libro "San Cosme y San Damián, mártires de Cuna"; de Cudillero y de manera especial de Morcín, incluidas en un libro muy bello en el que abundan páginas magníficas, titulado "Ensayos en siembra". Es un libro que merece reedición, pleno de sentimiento y sensibilidad, donde, en pocas páginas, aborda muchos asuntos humanos con el latido divino como fondo. La primera parte de este libro se titula, a la manera unamuniana "Paisajes con alma"; la segunda se refiere a las efemérides de 1992, con páginas muy sensatas sobre "América, tema del año", y semblanzas de Alonso de Quintanilla, el asturiano que puso los medios para que Colón se hiciera a la mar, y del P. Vitoria, que proclamó los derechos humanos de los indios antes de que en Europa se hablara de derechos humanos. Artículos como "Melodías al aire de Oviedo" son antológicos: quise incluirlo en mi libro "Oviedo en los libros", pero se resistió, alegando que eran "pobre literatura" al lado de la de otros autores antologados (y algunos de los cuales no escribieron nunca como Cerra) En este artículo cita una frase de Hegel que merece ser recordaba a propósito de Cerra: "La aventura del hombre no es inútil".

Otro aspecto de Cerra que seguramente se ha olvidado es su disponibilidad. En los estertores del régimen anterior y primeros tiempos de la transición, el Seminario de Oviedo estaba abierto a todo el mundo, y allí se realizaban actos que no estarían permitidos en otra parte: desde la conferencia de Ruiz Giménez que convocó a todos los representantes de la oposición hasta la asamblea de UGT de comienzos de 1976, todavía clandestina. Aquellos actos fueron acogidos en el Seminario gracias a Cena. El cual, no obstante, no parecía interesado por la política, al menos las muchas veces que habló conmigo.

La Nueva España · 21 mayo 2014