Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Despedidas & necrológicas

Ignacio Gracia Noriega

El ovetense y el rector

La intensa trayectoria de Teodoro López-Cuesta

A lo largo de su larga vida, el polifacético Teodoro López Cuesta fue muchas cosas, y muy variadas, algunas de ellas sin necesidad de salir de Oviedo: fue el discípulo de Valentín Andrés Álvarez según consta en un papel manuscrito y plastificado firmado por el maestro que amplió estudios en Heidelberg y Brujas, además de bancario, pescador de salmones, esquiador, miembro correspondiente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, etcétera, pero dos destacan sobre las demás: la condición de ovetense en pleno ejercicio con sus inevitables apéndices de aficionado a la ópera y directivo del Real Oviedo, y la de rector de la Universidad. Como directivo del Real Oviedo intervino en episodios que rozan la picaresca, pero el "hombre del maletín" era a la vez el estudioso que redacta su tesis de doctorado con la máquina de escribir del club. En cuanto a rector, fue el rector por antonomasia de la Universidad de Oviedo y su nombre va unido al de don Fermín el otro gran rector de la etapa moderna de la institución. Teodoro era hábil, despierto, ingenioso y un excelente organizador y relaciones públicas, y como Ulises, "rico en recursos".

Entendió muy pronto que ya que era inevitable viajar con frecuencia a Madrid por necesidades de su cargo, una vez en el Ministerio lo importante no era entrevistarse con el Ministro sino llegar a él, a lo que se oponía una compacta y eficiente barrera de secretarias con el consabido "El señor ministro está reunido" como consigna, por lo que, para hablar con el ministro, había que ganarse previamente a las secretarias, y esta importante conquista la obtuvo por medio de cajas de bombones de Peñalba de un kilo que contenían medio kilo de dulces y el resto eran adornos y papel, porque el economista economizaba todo lo que podía, ya que en su tiempo era inconcebible el despilfarro que caracterizó a las instituciones de este reino durante las décadas posteriores. Teodoro llegó al rectorado en un momento crucial.

Cuando tomó posesión, la Universidad de Oviedo era una modesta Universidad de provincias, con no muchos alumnos y facultades, y donde todo el mundo se conocía. Era todavía la Universidad de "La regenta", en la que los cambios se producían de sesenta en sesenta años, según Ramón Pérez de Ayala. El cambio más trascendental de la Universidad en la época de Ayala fue que los catedráticos pasaran de las madreñas a los chanclos boston. El segundo fue el rectorado de Teodoro: él la condujo al siglo XX. Hizo muchísimo por la Universidad, y ésta le respondió con cicatería, regateándole la condición de emérito: uno de los episodios más sonrojantes de la larga y honorable historia del "alma mater" ovetense. Universitario ejemplar, sabía que la Universidad no es una oficina de empleo, como se pretende ahora, y protestó públicamente por ello siempre que fue necesario. Al margen de la Universidad, pero manteniendo el espíritu universitario en su plenitud, creó la Escuela de Estudios Hispánicos de La Granda, una de las más fascinantes realidades culturales de este tiempo, en la que él personalmente desarrollaba las más diversas funciones, desde conseguir fondos hasta presidir la mesa, procurando que todas las comidas se sirvieran a la hora, lo que según el P. Alesón, es indispensable en una casa bien ordenada.

No olvidemos sus trabajos como economista, elogiados por Juan Velarde, que señala que indagó muy seriamente sobre cuestiones relacionadas con el pensamiento económico y con la realidad económica asturiana. Es verdad que publicó poco, y en alguna ocasión pensó recoger sus escritos. Era, en fin, un humorista y hombre de buen humor, además de un gran amigo.

La Nueva España · 19 junio 2014