Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Personas y hechos de Asturias

Ignacio Gracia Noriega

El campo asturiano

Mediterranean Magazine, publicación turística que se ocupa del estudio del turismo residencial y de los problemas ecológicos en las zonas turísticas, dirigida por Francisco Jurdao, el autor de España en venta y de España, asilo de Europa, dedica su último número al campo, y muy especialmente al campo asturiano. No es la primera vez que esta revista se ocupa de Asturias, ya que ha dedicado un número reciente a la especulación inmobiliaria salvaje y al «progreso perronero» en algunos municipios de la costa oriental asturiana sobre los que se cierne la amenaza de llegar a ser, en poco tiempo, sucedáneos de Marbella o de la Costa Brava al norte de la cordillera Cantábrica; y tal desastre, no sólo ambiental y ecológico, sino también cultural y económico (pues se va a fundamentar una economía en la actividad de poco más de mes y medio de verano), parece inevitable, y lo será mientras en Oviedo y en Madrid le sigan prestando apoyo a sujetos como Trevín Lombán, vendedor de paisajes y costas ajenos y lacayo de la especulación inmobiliaria. Ahora, Mediterranean Magazine analiza la situación del campo en un número cuya portada, en la que aparece una vaca en un prado verde, anuncia y denuncia: «¡En Bruselas! Se inicia el derribo del campo español. Vacas al matadero aunque importamos leche. En pocos años desaparecerán los campesinos. El campo español, solar para disfrute de los turistas ricos europeos». Y el coloquio que abre esta información lleva el título significativo de «El campo español vendido a cambio de nada», organizado por María Sánchez Elena y el propio Francisco Jurdao.

Hace algún tiempo que decía que Cuba era un país con el Ejército en África, la población en Miami y el Gobierno en Moscú. No sé si a la población agraria española, ahora en vías de desplazamiento, cuando no de extinción, se le concederá nuevamente la posibilidad de emigrar a los países comunitarios, entre los que España hace el papel del bobo de Coria, como en los años sesenta; pero, al cambio, amplias zonas de nuestro país han sido ya invadidas por una población extranjera estable, y es indudable que el Gobierno de España, que no español, está en Bruselas: el propio González Márquez lo reconoce en todas sus intervenciones, señalando, sin el menor pudor, que nos han mandado hacer esto o lo otro, al tiempo que recita una confusa e incomprensible retahíla de cifras y tantos por ciento.

El problema de los extranjeros ricos en España es también analizado por Jurdao en esta revista, en un artículo titulado «El voto de los extranjeros», en el que saca muy sombrías conclusiones del acuerdo de Maastricht, que prevé «la obligación de conceder a los ciudadanos de los países miembros de la CE residentes en España el derecho a ser elegidos como concejales, propuesta por el presidente del Gobierno español». Si los actuales concejales, en muchos ayuntamientos, se comportan como si fueran extranjeros, será terrible siquiera imaginar en lo que va a convertirse este país cuando lo gobiernen los propios extranjeros en persona, sin necesidad de cipayos intermediarios. La almoneda, entonces, será total.

España es un país eminentemente agrario que va a convertirse, por imposición de las circunstancias, en país de servicios. O sea, que a desempolvar la peineta y la bata de «bailaora». Al campo lo dejarán morirse, como con toda claridad dice Valeriano Lorenzo, alcalde de Yernes y Tameza: «Están hundiendo la ganadería.» Y por si esto fuera poco, Mediterranean Magazine denuncia que las cuotas ganaderas «no son realmente de los ganaderos, sino de las fincas»: una trampa vergonzosa, otra forma terrible de especulación. Pero es que, como escribió Mark Blaise: «En sus prisas por desempeñar un papel en la escena internacional, España podría haber descuidado sus obligaciones como nación.»

La Nueva España · 14 de mayo de 1992