Ignacio Gracia Noriega
Asturias romana
Me llega La romanización de Asturias de Narciso Santos Yanguas, impecablemente editado por Istmo, al tiempo que leo Roma contra cántabros y astures, de Eutimio Martino, y Vindius. El lado septentrional clásico de Hispania, obra impresionante y pozo de erudición, editada a ciclostil en Madrid en 1964, el nombre de cuyo autor, Eduardo Martínez Hombre, por extraña e incomprensible omisión o bien por injustificada modestia, no aparece en la portada. Los puntos de vista y la interpretación de los datos de ambos autores en buena medida son contrapuestos, y es que, entre otras cosas, Martino barre para su casa, es decir, para Santander. En la vecina provincia existe un cierto sentimiento nacionalista, a costa de Asturias, que viene ya de hace mucho tiempo y del que puede ser exponente el curioso libro Recuerdos de Liábana, de Llorente, al que algún día le dedicaré un artículo.
Eduardo Martínez Hombre, por su parte, arrima el ascua a su sardina asturiana. El caso es curioso, y en él la erudición y la interpretación histórica tienen inevitables derivaciones polémicas. Martínez Hombre, sin ser un historiador profesional, dedicó buena parte de su vida a investigar aspectos oscuros de la Asturias romana, en la tradición de aquellos eruditos por su cuenta a los que tanto les debe la ciencia histórica. Como él mismo escribe al comienzo de Vindius: «Hará cosa de veinte años que deseando conocer algo sobre la historia antigua de Asturias nos dirigimos a la Biblioteca Nacional, donde leímos las noticias en que Pomponio Mela y Ptolomeo aludían al 'lado septentrional de Hispania'. Como pensábamos que aquellos astures clásicos, con las curiosas informaciones de Strabón, constituían una verdad inalterable, pronto formaremos un concepto clásico y fijo de que informaciones actuales aplicadas a Asturias, como consecuencia de las noticias clásicas, estaban completamente alteradas y mal entendidas».
Narciso Santos Yanguas, autor también de El ejército romano y la romanización de los astures, no parte del mismo propósito que Eduardo Martínez Hombre: su tono es tranquilo y objetivo, científico, por así decirlo. «'La romanización de Asturias' –escribe el prologuista, José María Blázquez Martínez– es un libro que se basa en el manejo de las fuentes. Muchas de estas fuentes son indudablemente arqueológicas, pero hay que tener en cuenta que la arqueología, aunque sea una ciencia que tiene fines propios en sí misma, constituye una de las grandes ciencias auxiliares de la historia, y muchas veces, como en el caso de la Asturias romana, ante la escasez de fuentes escritas, viene a constituir la única fuente de información». En este sentido, por lo tanto, el libro de Santos Yanguas, aunque menos elocuente, es más preciso que otros sobre el mismo asunto.
La obra se divide en nueve capítulos, cuya enumeración pueda dar idea exacta de su contenido: indigenismo y romanización; política administrativa en la Asturias alto imperial; las civitates astur-romanas; la economía astur-romana del alto imperio; las villas; las villas astur-romanas; y arte provincial romano en Asturias; y la cierra un apéndice sobre «La religiosidad astur-romana». Y aquí, una objeción. Este apéndice va detrás de la bibliografía y de los índices. Habida cuenta que en obras como ésta es imprescindible consultar los índices a cada poco, hubiera sido mejor que estos estuvieran al final.
Sólo para comodidad del lector, pues tal disposición no afecta en modo alguno el interés y la importancia de la obra.
La Nueva España · 11 de octubre de 1992