Ignacio Gracia Noriega
La miel y las abejas
No nos podemos quejar por falta de atención, académica y práctica, a la apicultura en Asturias. Después del hermoso libro de Xuaco López Álvarez «Las abejas, la miel y la cera en la sociedad tradicional asturiana», los apicultores recuperan las «nociones de apicultura», de Carlos Flórez, breve y sabrosa monografía, editada por la Diputación Provincial de Oviedo en 1960 y reeditada ahora con prólogo del profesor José Fernández Fernández, presidente de APILENA.
En primer lugar, esta reimpresión nos acerca a la figura simpática y entusiasta de don Carlos Flórez, hoy olvidada como corresponde a quien trabajó, dentro de su pequeña parcela, aunque de manera infatigable, por su tierra. Y sin embargo, en 1960 escribía Gabino Figar Álvarez en el prólogo a la primera edición de esta monografía: «Don Carlos Flórez, el Patriarca de la Apicultura en Asturias, no necesita presentación. Su labor asidua de más de 60 años recorriendo montes y valles asturianos, estableciendo colmenares y enseñando a cientos de campesinos a manejar y sacar provecho de las abejas, creó la figura regional que por antonomasia se conoce con el nombre de "el cura de les Abeyes". Lo que no sepa don Carlos de las abejas, no lo sabe nadie del Principado; esa es la opinión general».
Don Carlos nació en Saliencia, concejo de Somiedo, en 1870, y falleció, casi centenario, en 1967. Ordenado sacerdote en 1894, fue mayordomo del obispo Ramón Martínez Vigil y posteriormente capellán del Hospicio y del Hospital. En 1925 comienza a trabajar en los servicios agropecuarios de la Diputación Provincial, siendo encargado de «dar lecciones de Apicultura en los centros de enseñanza, para propagar los métodos modernos de dicha industria». En 1935 instala y rige las secciones de apicultura, cunicultura y avicultura de la Granja del Hospital Psiquiátrico, a las que regresa una vez concluida en Asturias la guerra civil. Según él mismo decía, «las abejas, además de mi interés, fueron mi medio de vida». Aparte de la monografía a ellas dedicada, don Carlos Flórez es autor de «De Piscicultura: Artículos de propaganda ictícola publicados en El Carbayón» (1905).
Don Carlos seguía la norma china de no darle pescado al pescador, sino enseñarle a pescar, según nos dice López Álvarez: «Carlos Flórez pensaba que era fundamental que los propios campesinos pudieran observar y convencerse por sí mismos de las ventajas de la apicultura moderna; por ello, toda su labor de divulgación se basaba en un contacto permanente con los aficionados a la apicultura y sobre todo con "los más afamados apicultores", pues éstos siempre podían influir en el resto de los campesinos». «Nociones de apicultura», obviamente, es divulgación destinada a un público más amplio. Sin duda don Carlos tenía la idea de que leyendo su trabajo muchos descubrieran una desconocida afición a la apicultura; respecto a la afición a la miel, ni se la plantea, habida cuenta de que debía tener la impresión de estar dirigiéndose a personas sensatas; de sus delicias dice sin cuento. Y hablando de las abejas se convierte en otro cantor de ellas, equiparable a Virgilio, Fray Luis de Granada, Maeterlinck o Pepín de Pría: «Las abejas figuran a la cabeza de los insectos útiles por la abundancia y riqueza de sus productos, disfrutados por el hombre desde el Paraíso, sin haberse preocupado de tan generosas donantes hasta que la zoología (estudio de los animales, acota), conquistó en los últimos siglos categoría de ciencia». La miel y la cera merecen su atención por igual; a la primera le dedica una página entusiasta: «Es el más exquisito, saludable y reparador alimento», afirma; y menciona, en apoyo de la miel parda, el gusto de los ingleses, «maestros en gastronomía». Esto puede resultar sorprendente, aunque acaso no le falte a don Carlos razón. Como no le falta al exaltar como merece el noble arte de la apicultura.
La Nueva España · 29 diciembre 1996