Ignacio Gracia Noriega
La política en Asturias
El profesor Girón Garrote, compañero de carrera y de algunas actividades conspiratorias con motivo de la detención de los cineastas Pedro Costa, Antonio Drove y el cámara Gil Olivares, contratados por el SEU local para dar unos cursillos sobre cine en la Universidad y denunciados al día siguiente por el mismo SEU a la policía político-social por "incumplimiento de contrato", siempre estuvo interesado por la política, en el aspecto práctico como en el teórico e histórico. Por ejemplo, con motivo de las detenciones referidas, elaboramos un escrito de protesta seguramente inspirado por los comunistas pero que redacté yo y que firmaron media docena de estudiantes, entre los Girón Garrote, publicado bajo presión en el diario "Región", que amenazaba con publicar algunos "documentos comprometedores" de los cineastas detenidos. Por lo que fuimos en delegación al periódico para forzarle a que publicara nuestro escrito, y entre el grupo de estudiantes se encontraba una chica, Alicia Castro (no Alicia Castro Masaveu, sino otra Alicia Castro, que más adelante fue diputada comunista, creo). Ricardo Vázquez Prada nos recibió paternalmente, pero no permitió que la chica nos acompañara a su despacho porque el material incautado a los cineastas por la policía y que él iba a mostrarnos era "pornográfico". Lo más parecido al erotismo, no a la pornografía, era lo que la policía denominaba un "guión", y que en realidad era una sinopsis de tres líneas, en la que un chico lleva a una chica al Naranco para hacer lo que por entonces se denominaba "repoblación forestal" y puestos a ello, el chico se puso nervioso y nada, no hubo nada que hacer. El gran Ricardo, mostrándonos este "guión", comentó: "Ninguno de los que hacernos "Región" se hubiera encontrado en situación tan desairada" (lo que fue repetido en la contestación que acompañó a la publicación de nuestro escrito). Esto, contemplado desde la perspectiva actual, puede parecer insignificante, pero en los años del régimen anterior, firmar un artículo en el que se atacaba una intervención conjunta del sindicato único estudiantil (SEU) y de la policía político-social, exigía algo que por no ponerme retórico no denominaré valor, pero que al menos representaba una actitud pública contra la dictadura. Más tarde Girón Garrote perteneció al PSP, el partido socialista de aquel pintoresco pedante a quien sus fervorosos llamaban el Viejo Profesor y como es normal entre dos partidos que dicen más o menos lo mismo y reclaman una herencia ideológica común, sus relaciones con el PSOE eran cuando menos recelosas, y cuando al fin se integraron en el PSOE, el notario Ro-sales, encargado de darles la bienvenida y que no era un modelo de sutileza, los recibió de manera altanera, diciéndoles: "Vinieron los sarracenos y los molieron a palos, que Dios ayuda a los malos cuando son más que los buenos". En la época anterior a esta "reunificación; Girón pertenecía a la facción dialogante de su partido y siempre andaba diciendo que habla que sentarse a una mesa y dialogar, como si fuera Cherines ahora, sólo que Girón, a diferencia de Cherines, sabe de qué está hablando cuando habla de política.
Entre las numerosas publicaciones de Girón figuran diversos trabajos sobre la historia de la UGT y del socialismo en Langreo y una antología de discursos de Melquíades Alvarez. Cito estos trabajos y no otros porque son los más directamente relacionados con la obra que nos ocupa "Los partidos políticos en Asturias (1875-1923)", dividida, de momento, en dos tomos, "los partidos monárquicos" y "los partidos republicanos, reformista, socialista y comunista", publicados por Nobel (2013). Ambos tomos van precedidos de tres páginas de "Introducción" en las que el autor expone sus cuitas de doctorando, después de profesor universitario, y, en definitiva, de espíritu independiente. Los obstáculos que se le opusieron, por motivos políticos y personales, para alcanzar la condición de catedrático no figurarán entre los capítulos de su historia que la Universidad de Oviedo pueda recordar con orgullos. Por su condición de socialdemócrata, proclamada por él mismo, Girón fue acosado y perseguido primero por los miembros de un piadoso instituto y posteriormente por el "soviet" instalado en el Departamento de Historia y a cuyo frente figura un sombrío y siniestro personaje a quien el autor flama el Montañés, y que tal vez sea el tipo más nefasto que pasó por las aulas ovetenses desde su fundación. A Girón, pues, le pasó como a don Pío Baroja a comienzos de la guerra civil, que estuvo a punto de ser fusilado por los carlistas y los socialistas lamentaron que no lo hubieran hecho. En la "introducción" Girón, como bien nacido, agradece a sus amigos y a quienes le apoyaron y dispara flechas indignadas contra dos funcionarias que le impidieron la consulta de los archivos a su cargo mientras él redactaba su tesis, no por motivos políticos, sino "pueriles e infantiles". Pues no "todo el mundo é güeno", y como recomendaba T. S. Elliot, hay que llamar pícaro al pícaro y bribón al bribón, haciendo constar nombres y apellidos.
Los dos tomos de "Los partidos políticos en Asturias" constituyen una parte de su tesis doctoral sobre "Elecciones y partidos políticos en Asturias, 1890.1936", cuya publicación completa está prevista en cuatro tomos. Estos dos primeros tomos forman una unidad, ya que estudian y describen a los diferentes partidos que actuaron en Asturias durante la restauración, destinándose los dos tomos restantes a los procesos electorales. "Algún día le llegará el turno a la Segunda República", acota Girón como optimismo. Al primer tomo se le añaden dos artículos publicados anteriormente de manera independiente sobre "Elecciones y caciquismo en el municipio y distrito de Tineo" (1982) y "Partidos, elecciones y caciquismo en el municipio de Grado" (2004), ambos revisados, corregidos y ampliados.
Nos encontramos ante un trabajo muy completo y meticuloso sobre algo que en Asturias siempre interesó mucho: la política. Leyéndolo, el lector atento puede reparar en que la política del pasado en Asturias no se reduce a caciquismo dio figuras tan características del género como Alejandro Pidal y el socialismo un político especialmente lúcido y razonable como Manuel Llaneza. Las portadas de los libros van ilustradas con las efigies de los políticos más representativos: Vázquez de Mella, Alejandro Pidal y Mon y Julián García San Miguel en el primer tomo y Manuel Pedregal, Melquíades Álvarez y Teodomiro Menéndez en el segundo. Esta disposición de la portada ha sido idea del autor de la obra.
Especial interés tienen los capítulos del segundo tomo dedicados a los partidos republicanos de vida efímera o pronto absorbidos en otras alianzas, y también las páginas sobre el Partido Reformista de don Melquíades Alvarez, partido de los republicanos de orden, que también lo hubo y habrá, aunque no salgan a la calle en manifestaciones antimonárquicas y antisistema. El melquiadismo tiene que ser la gran decepción de los republicanos actuales, que no conciben otra república que un nuevo Frente Popular presidido por un krausista. La documentación aportada en todos los casos es muy importante y hasta ahora parte de ella no estaba al alcance del lector interesado. Anotemos la falta de índices, imprescindibles en obras de consulta como ésta, y carencia que esperemos que se subsane en los dos tomos que quedan por publicar.
La Nueva España · 12 julio 2014