Ignacio Gracia Noriega
Los vikingos
Sobre las incursiones de los guerreros escandinavos en la costa asturiana
Dos incursiones de los vikingos, a cien años de distancia una de otra, fueron relatadas por una crónica inglesa y otra asturiana, con parecidas palabras. En 787, la "Crónica anglosajona" refiere: "En estos días llegaron los tres primeros barros de hombres del Norte, desde el país de los piratas (...) y éstos fueron los primeros daneses que visitaron la tierra de los ingleses". Por su parte, al Crónica de Alfonso III, en su versión “Rotense”, después de señalar que en 881 Ramiro, hijo del príncipe Bermudo, es elegido rey a la muerte de Alfonso II, y de relatar la guerra con el usurpador Nepociano, añade que "Por el mismo tiempo el pueblo de los normandos, antes desconocido para nosotros -un pueblo pagano e infinitamente cruel- vino con una armada a nuestras tierras". La versión "A Sebastián" es más escueta en lo que se refiere a la caracterización de los enemigos que llegaban por el mar: "Y así, en tiempo posterior (a la derrota de Nepociano y su triste suene) llegan las flotas de los normandos por el Océano Septentrional a la ciudad de Gijón, y de allí siguieron al lugar que se llama Faro de Brigancio (identificado con la Coruña y su libre de Hércules)".
Como puede comprobarse, las dos crónicas asturianas se complementan: en la "Rotense" se da una noticia importante (los normandos eran un pueblo hasta entonces desconocido en Asturias) y se ofrece un juicio adverso sobre ellos (paganos y muy mieles), en tanto que el Cronicón de Sebastián hace precisiones geográficas: primero llegaron a Gijón y de allí marcharon a La Coruña.
¿A causa de la resistencia de los gijoneses? No se especifica en ninguna de las dos crónicas, pero sí la rápida resolución del rey Ramiro: "Ante su llegada, el ya dicho rey Ramiro congregó un gran ejército y en el lugar que se llama Faro de Brigancio les plantó batalla; allí dio muerte a gran cantidad de ellos y sus naves las aniquiló por el fuego. Pero otra parte que de ellos quedó, se refugió en el mar y llegó hasta la provincia Bélica". Rotense, la versión de Sebastián, dice más o menos lo mismo.
Se sabe poco de las incursiones de los vikingos en Asturias, seguramente porque fueron escasas y de poca importancia. No obstante, no está mal haber tenido relaciones con ellos, aunque fueran violentas y de pasada. Como observa Caro Baroja, los latinos se sienten muy a gusto con su ascendencia germánica, los franceses con los francos y los españoles con los visigodos, pese a que francos y visigodos eran germanos de segunda categoría. Todavía en fecha muy reciente, cuando yo hice el servicio militar en El Penal del Bernesga, a los asturianos nos llamaban vikingos y nosotros llamábamos "turcos" a los de más allá de Pajares, dándose la circunstancia de que lo de "turco" era interpretado como insulto y "vikingo" como todo lo contrario. Lo mismo sucede a escala mayor a ningún pueblo europea actual le molesta haber sido invadido por Roma, pero considera denigrante que lo hayan invadido los moros. Los vikingos, a pesar de sus tropelías iniciales, no tardaron en convertirse al cristianismo, y en consecuencia, dejaron de molestar y de ser considerados como gente peligrosa.
Sobre los normandos encontramos una breve referencia a "Antigüedades y cosas memorables del Principado de Asturias" del P Carvallo, en su reseña del minado de Ramiro I: “Andaban por este tiempo gran número de piratas por el mar de España, llamados normandos, los cuales, habiendo salido de las provincias muy septentrionales, residían en Francia y andaban por el mar robando y saqueando algunos lugares marítimos de la Andalucía y Portugal, que poseían los moros, y tomando tierra en La Coruña para hacer lo mismo, despachó el rey de Asturias Don Ramiro sus capitanes con tanta brevedad que dieron sobre ellos antes que embarcasen, haciendo en ellos grande estrago y quemándoles muchas naves, como todos nuestros buenos historiadores afirman", Recorriendo la Catedral de Oviedo, Jovellanos encuentra una lápida que hace referencia a "los piratas gentiles que vienen por mar", preguntándose en la cuarta carta a Ponz quiénes eran esos piratas destructores y en qué época irrumpieron en nuestras costas, añadiendo que "este punto, no bien tratado todavía por nuestros historiadores, merece ser deslindado con más diligencia".
Hace acto seguido el polígrafo algunas consideraciones sobre la naturaleza de esos piratas, llegando a la conclusión de que quienes destruyeron el primer templo de Oviedo no fueron moros ni normandos.
La campaña punitiva de Ramiro I fue victoriosa, pero no alejó a los normandos de nuestras costas de manera definitiva, ya que durante el minado de su hijo Ordoño "Los normandos vinieron de nueve de piratería a nuestras costas por estos tiempos". Los piratas llegaron a establecer relaciones con algunos nobles levantiscos y turbulentos, y uno de ellos llamado Félix Alegase, embarcó en una de sus naves largas erizadas de escudos que desde lejos les daban el aspecto de las escamas de una serpiente de mar, igual que el personaje interpretado por James Donald en la película “Los vikingos”, de Richard Fleischer.
Con el paso de los siglos, hasta el recuerdo de los hombres del Norte se desvanece, sustituido por las piraterías de los franceses e ingleses por las costas cantábricas, entre los que destacó el famoso Drake, el cual, de haber sido el causante de tantas piraterías como se le imputan y de auténticas hazañas marineras como haber dado la vuelta al mundo, tuvo que haber vivido varias vidas. Aunque en sus tiempos hubo en Inglaterra muy buenos navegantes (Hawkings etcétera), Drake es el que más suena y hasta Lope de Vega le dedicó un poema épico "La Dragontea", del que no sale bien parado. Pero nos estamos desviando.
Don Juan Uría dedica un capítulo de su libro "El reinado dé Ramiro I" a las incursiones normandas, en el que ofrece una información bastante completa sobre ese pueblo legendario y, no obstante, tan real. Conjetura que la altitud de los Picos de Europa les habrá servido de referencia y que se acercaron a Gijón porque su ensenada abierta al sureste facilitaba el desembarco. ¿Se produjo tal desembarco o los gijoneses tornaron medidas, enviando emisarios que sembraron la alarma en la comarca? Nada puede asegurarse en este punto. Los papeles callan y restos arqueológicos no hay. Sin embargo, es innegable que los vikingos miraron alguna vez la costa de Asturias desde sus naves con mascarones en forma de dragones y que en los libros de rezos figuraba la súplica, escrita con tinta roja: "De furore normanurum, liberanos, Domine".
La Nueva España · 29 noviembre 2014