Ignacio Gracia Noriega
La Candelaria y las Nieves
Las festividades asociadas a la climatología
No nos debemos fiar de los refranes metereológicos, porque atienden más a la rima y al metro (sin ser poéticos) que a lo que dicen, que a veces es puro disparate; por ejemplo, "Por Santa Lucía, tanto como salta la pulga crece el día", al que ya me he referido en más de una ocasión. No crece el día por Santa Lucía porque todavía no estamos por esa fecha en el solsticio de invierno, y además, el salto de una pulga en relación con su tamaño, es fenomenal: si fuera cierto, el día crecería hasta proporciones desmesuradas. Lo mismo podríamos decir de “por San Blas, la cigueña verás", cuando en Asturias no se ven las cigueñas ni por San Blas ni cualquier otro día del año. En cuanto a la Candelaria, que se celebra el día antes de San Blas (sin ser su víspera), es corriente afirmar que “ya está el invierno afuera”. Este año, por la Candelaria, cayó la mayor nevada del año y el frío es polar. Volvimos a los viejos tiempos de aldeas de montaña aisladas durante días y de las comunicaciones con Castilla interrumpidas. Si esta invernada por la que hemos pasado no es invierno, baje Dios del cielo y 1a vea, que el famoso oso de la leyenda ya se acercó a la entrada de la cueva asomó el hocico y volvió al interior, a continuar su confortable sueño invernal.
La Candelaria o la Candelera es una fiesta de "cuarenta días después", como el Carnaval se celebra cuarenta citas después de Cuaresma. Se trata de la festividad de la Purificación de la Virgen y conmemoraba (en la actualidad no es fiesta solemne de la Iglesia) el antiguo rito hebreo de que una mujer a los cuarenta días de haber alumbrado un varón (o a los ochenta, si había nacido una niña), debía presentarse en el templo para ser purificada. Se trataba de una ceremonia a la vez religiosa y legal. La purificada debería contribuir con una ofrenda, por lo que San José le compró al administrador del templo una par de tórtolas o dos palominos", Lucas, 2, 24). La ofrenda se completaba con el pago de cinco sales.
Ahora bien, dejando aparte este ritual bíblico, la Candelaria es una fiesta de luz en lo más crudo del invierno. Se encendían candelas o velas, que según don Enrique Gra-Rendueles, una vez benditas, se llevaban a las casas donde eran conservadas “con fines piadosos”. En Oviedo, asimismo se celebraba la “romería de las naranjas” delante del convento de San Pelayo, descrita por Palacio Valdés en “La novela de un novelista”. Las naranjas, por su redondez y su vivo color, son frutos solares y están en relación con un toque de atención al sol para que no sea remolón y luzca de nuevo, lo mismo que se encienden fogatas y candelas por el solsticio de invierno con el mismo fin. En Proaza, según Giner Arivau, son tantas las luces que se le encienden a la Virgen que es el único día del año que los niños del Limbo ven los reflejos luminosos de la tierra. También de Proaza es el refrán:
Por la Candelaria está el invierno fuera; si nevó o quier nevar el invierno por pasar.
Es decir, que este año, con las nevadas y el frío polar de la Candelaria, tenemos invierno por delante todavía.
En realidad, los rituales de la Candelaria (encender fuegos, suponer que el invierno ya ha pasado) son más antiguos que la propia fiesta cristianizada. Más bien esa fiesta es un eco del calendario céltico, según el cual el verano se echa a descansar desde la festividad de Todos los Santos, hasta la Imbolc, que es el 2 de febrero, coincidiendo con la fiesta cristiana de la Candelaria. Por Imbolc se produce el destete de las ovejas y empiezan a ser ordeñadas las madres, lo que indica el principio de la primavera, un tiempo que dura hasta Beltaine, el primero de mayo y comienzo del verano, que dura hasta Bron Trogain, cuando “el invierno entristece la tierra”.
Beltaine, el primer día de mayo, se celebraba encendiendo hogueras y engalanando con flores los árboles y las fuentes, mientras que la última noche de octubre, llamada Samain, es la primera del invierno, por lo que, con este motivo, los fantasmas, las hadas y otros seres del trasmundo vagan libremente por la tierra. En la actualidad esta fiesta se extendió bastante fuera del ámbito anglosajón, dando lugar a casos de mimetismo bochornoso, de carácter moderno comercial-hortera con niños carpetovetónicos disfrazados de pijos niños yanquis (en este país la progresía es muy antinorteamericana salvo para hacer el tonto).
Según Frazer, “en toda Europa, desde tiempo inmemorial, los campesinos se han acostumbrado a encender hogueras en ciertos días del año y bailar a su alrededor. Las costumbres de esta clase pueden rastrearse por testimonio histórico hasta la Edad Media, y sus analogías con costumbres parecidas practicadas en la antigüedad nos muestran que es preciso buscar su origen en una época muy anterior al cristianismo”. Señala como “festivales ígnicos” de invierno el día de Todos los Santos, el de Navidad y la víspera de los Reyes Magos, quedando desvinculada la Candelaria de estos festivales invernales, aunque la noche anterior a la Candelaria en las tierras altas de Escocia se tenía la costumbre de dejar encendidas durante la noche una o varias velas. En Hesse y otros lugares de Alemania, la festividad de la Candelaria guarda una similitud gastronómica con la del Miércoles de Ceniza, ya que en ambas se comen guisantes con costillas de cerdo ahumado, recogiéndose y guardando los huesos hasta la época de la siembra, en la que se siembran junto con la semilla del lino, lo que es remedio infalible contra los insectos y los topos, y para el lino crezca alto y en abundancia.
En Asturias la Candelaria no está asociada a ninguna celebración gastronómica, aunque al día siguiente, San Blas, se celebra en Proaza un festival que tiene el pote de nabos como plato principal. A estos nabos les añaden pavo, cosa que no hacen en Morcín ni en Sotrondio y que no sé hasta qué punto deberá ser considerado como una influencia extraña. En cualquier caso, y aunque son fiestas próximas, la Candelaria no tiene ninguna relación folclórica con San Blas, santo de las afecciones de la garganta, como figura, de manera muy viva con el Arcipreste de Talavera.
Este año nevó por la Candelaria, luego vamos a tener todavía bastante invierno, de acuerdo con la tradición. Que el invierno iba a ser frío ya me lo dijo Pelle, que es una bola de pelo que crece hasta en las orejas. La nieve ha descendido a los valles y las montañas están cubiertas de una blancura resplandeciente cuando los cielos cetrados se abren y permiten verlas. Los meteorólogos ya habían anunciado borrascas procedentes de Noruega, por lo que podríamos recordar “los raudos torbellinos de Noruega”, de don Luis de Góngora, aunque también se habla de frío ártico y siberiano. Todo esto para decir que hizo mucho más frío y que no se acabó el invierno. El cielo está negro y a veces cuando llueve quedan estrellitas blancas sobre los cristales. Aguanieve.
La Nueva España · 14 febrero 2015