Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Por los caminos de la Asturias central

Ignacio Gracia Noriega

El poeta que triunfa desde el silencio

El éxito de José Antonio Iglesias, sin apenas promocionar sus libros ni salir en televisión

José Antonio Iglesias, poeta de Mieres que, de acuerdo con el calendario, suma ya los sesenta años, es uno de los poetas más extraños y, sin duda, extraordinarios, de esta monarquía, en la que los poetas viejos tienden a repetirse a sí mismos o a repetir a otros, y los jóvenes a cultivar un cosmopolitismo de aeropuertos, y luces de neón. En definitiva, una poesía ya muy vista que se ofrece como si fuera la gran novedad de la nueva cocina servida por un cocinero pedante vestido de negro. Una de las ventajas de Iglesias radica en que no es pedante ni viste de negro como si fuera cocinero o un viejo "rockero".

Para dar con él es preciso salir un poco, solo unos pocos kilómetros, de los caminos de Asturias, más allá del Puerto de Pajares: en Villamanín le encontraremos, con una breve y muy selecta biblioteca, y miles de hojas de papel manuscritas. Cada hoja es un poema, cada dos o tres hojas, el poeta sabe que ha compuesto un nuevo libro. Y así, es autor de miles de libros, de los que tan solo se han publicado dos, brevísimos. Iglesias vive prácticamente desconectado de los poetas asturianos de más allá del puerto, de los que él apenas tiene noticias y ellos de él, ninguna. En cambio, mantiene relaciones afectuosas y poéticas con los poetas leoneses, algunos de los cuales construyeron esa gran revista de versos que fue "Claraboya". Iglesias, que aunque vive en la raya entre las dos provincias, está más bien orientado hacia el Sur y Ángel Viejo, el gran poeta leonés, le ha puesto prólogo, a su poemario más reciente. Pero no se crea que el mundo poético de José Antonio Iglesias se parece al de los de "Claraboya", sino que es un mundo muy personal en el que el poeta doma el mito a través del aforismo y desprecia el verso, escribiendo versos que dicen pero no suenan. Algún poeta andaluz amigo mío leyó poemas de Iglesias y quedó espantado: ¡si estos versos dicen muchísimas cosas pero no suenan, no hay rima en ellos, no hay metáforas ni juegos verbales!

Pero hay lo que más importa en poesía: la Palabra. Palabras que nunca se incrustan en el poema al azar, que están en el poema para decir, para expresar un pensamiento. Iglesias se plantea de nuevo la alternativa entre la poesía que suena y la poesía que dice.

Él es un poeta que tiene muchas cosas que decir y de ahí su poesía sin afeites ni adornos: el poeta habla de la vida, de la muerte, del paso del tiempo, del peso de historias lejanas que ya se convirtieron en míticas. La Historia no tiene sentido para él.

Este poeta del silencio ha escrito palabras más fuertes que el Silencio: de ahí la necesidad de que estas palabras se oigan: "En nudos de palabras entrelazo mi silencio". Hasta 2011, Iglesias era un poeta de una vocación poderosa, que escribía para explicarse a sí mismo un mundo oscuro y complejo, lleno de cosas sorprendentes, y ahora, puesto en orden el mundo ("estando ya mi casa sosegada"), se dispone a explicárselo a los demás: y quien quiera escuchar, que escuche. No se trata de una obra improvisada. Son muchos años de ejercer calladamente el oficio, de escribir decenas de miles de palabras para rescatar dos o tres docenas de ellas, claras y verdaderas, sin que le importe esa obstinación profesional llamada originalidad:

"Del fragor de la risa y llanto aquilatado en el crisol del / silencio, / el canto nace libre y prohijado por las Parcas, el Poeta, / siempre extraño en tierra extraña, / como yerba acamada por vientos despiadados, / aunque sea doblegando la furia de los hados, no lo quiebra". Transitar por el mundo poético inédito de José Antonio Iglesias es tarea muy ardua. Cada palabra es un camino y cada verso es un destino: pero no hay mojones ni guías, porque todo está mezclado en la naturaleza y todo tiene un sentido, razón por la que el poeta puede afirmar tranquilamente que "nadie es inmune a la estulticia" o imprimir en la página anterior un poema de amor: "Si cuando tus ojos miran hacia adentro...".

Con "Palabras aladas" sucedió una cosa curiosa: no tuvo ninguna reseña crítica en la prensa, mucho menos en la tele, porque Iglesias jamás coqueteó con la política, y, sin embargo, su primer libro, se ha agotado. Ahora aparece, en una edición preciosa "De un viento que viene de Avalon", que recopila su poesía de 1989-2115 (Eola Ediciones, León, 2016).

Estos dos libros, aunque son una ínfima parte del todo, revelan un mundo unitario. El poeta se equipara a Merlin, el creador de la Palabra. Solo se puede ser un gran poeta teniendo una buena opinión de sí mismo, como Dante, sentado entre los Señores del Altísimo Canto. Y saber qué es poesía: Iglesias lo sabe muy bien porque ha lidiado muchas décadas con ella, y lo expresa con palabras sencillas: "Poesía es hollar lo inabarcable con lo mínimo".

La Nueva España · 9 abril 2016