Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Semblanzas

Ignacio Gracia Noriega

Palabras para Emilio Llaneza

Pocos homenajes tan justos como éste que se le hace al veterano luchador socialista (y excelente persona) Emilio Llaneza Prieto: justo por los méritos relevantes de quien lo recibe. Llaneza, con sus ojos quemados, con sus pies abrasados, lleva en el PSOE más de la mitad de la historia del partido, sin haberse tomado vacaciones, sin haber desmayado un solo día. Arrastrando los pies con sus botas grandes, Llaneza lleva consigo las penas y las alegrías del PSOE, las penas y las alegrías que el partido le produce: lloró lágrimas de alegría cuando después de tantos años, de tantos sufrimientos, el partido volvía a salir a la luz; y ahora que el partido es «socialdemócrata», como él dice, y hay dentro tanto falangista y tanto opusdeísta; introducidos para medrar, la cosa es para echarla a gritos. Pero no llora Llaneza, porque es infatigable e incombustible, como reconoció el propio comisario Ramos el día que, sin haberlo reconocido, le entregó un panfleto: «Llaneza, ¿pero todavía andas metido en estas cosas? Eres el más grande». Los elogios, cuando vienen del enemigo, parece que son mayores elogios.

Emilio Llaneza Prieto (dos buenos apellidos para un socialista de raza), asistió a la huelga revolucionaria de 1917; a la Revolución de 1934; a la guerra civil; y luego participa activamente en la resistencia antifranquista (ahí están, para probarlo, sus años de cárcel, sus horas y días de angustia y temblor en las comisarías). Más tarde lo hicieron presidente de la agrupación socialista de Oviedo; pero no un presidente inactivo: si hacía falta barrer los locales, él era el primero al coger la escoba; y cuando alguien insinuó que podía dársele una compensación económica por las labores que ejecutaba, contestó con dignidad y cólera que el dinero del partido le quemaba las manos. Recuerda a los muertos y los honra: siempre asistió a los entierros de los compañeros fallecidos y procura identificar las tumbas de los fusilados durante la represión. Gracias a él, el comandante Ros obtuvo póstumamente el homenaje que Oviedo le debía.

Desde su casa de Cabornio, en. La Manjoya, fue la conciencia y la historia de Latores, localidad de arraigo socialista, en la que se organizó la primera sección de la agrupación del PSOE de Oviedo, inaugurada a finales de agosto de 1976 por Agustín Tomé, en ausencia del secretario político señor Cuesta, que estaba de vacaciones. De Latores eran Prisciliano, Amalio, Romanillos, Pepín, Avelino Cadavieco, etcétera. De Latores era también el comandante Flórez y en Latores tenía sus cuarteles de invierno el comandante Mata cuando andaba por el monte.

En Emilio Llaneza se reconocen la fidelidad hacia una idea, por la que no reparó en sacrificios. Desde la base siempre -para que haya quien dice que hay que ser por lo menos concejal para intervenir en política- es, no lo dudo, uno de los mayores socialistas asturianos de toda la Historia; y debiera ser el símbolo de los socialistas ovetenses. Por esta razón y por tantas otras se merece Emilio Llaneza este homenaje, aunque ya no puedan estar a su lado los viejos compañeros: Genaro el del «Niza», Leonardo Velasco, Gelu ... Noble, generoso, valiente Emilio Llaneza.

La Nueva España · 30 noviembre 1986