Ignacio Gracia NoriegaIgnacio Gracia Noriega


Gracia Noriega, Semblanzas

Ignacio Gracia Noriega

Manuel Suárez: un recuerdo

Hace tiempo que planeaba escribir una semblanza del empresario asturiano Manuel Suárez, y para esto todavía no hace una semana que estuve hablando acerca de él con el también empresario asturmejicano Amable Concha; y de pronto, me llega la noticia de su fallecimiento en México, en nota publicada en La Nueva España y firmada por Jorge Jardón. En rigor, la muerte de don Manuel Suárez tampoco puede sorprender a nadie, ya que contaba noventa y un años de edad; pero Amable Concha decía que andaba bien de salud, porque era un hombre de mucha fortaleza, de mucha energía y de mucha voluntad, capaz de sobreponerse a los años incluso; el problema mayor era que ya no veía demasiado bien, y tan sólo mirando hacia abajo, podía ver. No obstante, hacía pocos días que había estado en Asturias, a donde solía venir con motivo de las fiestas de San Pedro en su pueblo natal, a donde iba a comer, todos los años, «la empanada de San Pedro», según Jorge Jardón. En sus viajes le acompañaba, últimamente, su médico personal.

Nació don Manuel Suárez en Teifaros, en el término de Navia, y era un personaje realmente fabuloso, un indiano a la vieja usanza, aventurero y empresario, protector de las artes y defensor implacable de sus negocios. Había emigrado a México en 1910 y anduvo empeñado en algunas turbulencias de la Revolución mexicana: quienes lo conocieron cuentan que él aseguraba que había cabalgado con Pancho Villa y que había llegado a ser teniente coronel de aquella fuerza: me dicen que puede ser. Con quien sí tuvo amistad fue con el presiden-te Manuel Ávila Camacho, aunque ésta no influyó en la prosperidad de los negocios de don Manuel Suárez, dado que para estos asuntos era muy suyo y no admitía concesiones ni repartos. Nunca solicitó ni un crédito, ni de bancos ni del Estado, después de que una sola vez que lo hizo le salió mal. Prefería dejar sus obras inconclusas a dar ganancia a los bancos; y así quedó sin terminar un hotel de cincuenta pisos y tres mil habitaciones, en México D. F., o el Polifórum Cultural Siqueiros, que es el resultado de su continuada colaboración} con el pintor muralista mexicano David Alfaro Siqueiros. En México se produjo una notable generación de pintores muralistas, cuyas figuras más destacadas son Diego Rivera, Crezco, Tamayo y Siqueiros: pintores de estilos y puntos de vista muy diferentes, pero muy radicales en el terreno político, especialmente Rivera y Siqueiros, el cual, en período de estricta observancia stalinista, intentó asaltar, al frente de una pintoresca tropa, la fortaleza que servía de residencia a Trotski en Coyoacán, con el ánimo. de asesinarlo. Sin embargo, esto no fue inconveniente para que mantuviera una buena relación con don Manuel Suárez, el cual estaba en un bando totalmente opuesto, y al finalizar la guerra civil española envió al Gobierno un barco cargado con mil toneladas de azúcar que puso a la venta a precio de mercado. Uno de los negocios de don Manuel Suárez eran los ingenios azucareros, junto con fábricas de uralita, periódicos y cadenas de hoteles; uno de estos hoteles, el «Hotel Casino La Selva», en Cuerna-vaca, sirve de escenario a buena parte de la acción de una de las más importantes novelas de este siglo, «Bajo el volcán», de Malcolm Lowry; con el paso del tiempo, ni el Polifórum Cultural Siqueiros ni la Fundación Benéfica Docente «Manuel Suárez» de Navia, alcanzarán la importancia cultural del «Hotel Casino La Selva», en lugar que se menciona y se describe en la que para algunos (y yo no soy de los que dice que no lo sea) es la más grande novela del siglo XX. Malcolm Lowry describe el hotel en la primera página de su novela, después de describir México y Cuernavaca, en una presentación de escenarios tan grandiosa y épica como vertiginosa: de la Tierra vista desde arriba se pasa al paralelo 19, al sur del trópico de Cáncer, donde está Cuernavaca; y de Cuernavaca se llega al hotel: «En las afueras de la ciudad, cerca de la estación del ferrocarril, se yergue, en una colina ligeramente más alta, el Hotel Casino La Selva. Está situado bastante lejos de la carretera principal y lo rodean jardines y terrazas que, en cualquier dirección, dominan un amplio panorama. Aunque palaciego, lo invade cierta atmósfera de desolado esplendor. Porque ya no es casino. Ni siquiera se puede apostar a una partida de dados las bebidas que se consumen en el bar. Lo rondan fantasmas de jugadores arruinados. Nadie parece nadar jamás en su espléndida piscina olímpica. Vacíos y funestos están los trampolines. Los frontones, desiertos, invadidos de hierba. Sólo dos campos de tenis se mantienen en buen estado durante la temporada».

Sobre «Bajo el volcán» realizó un filme John Houston hace pocos años. El lugar pertenece a la leyenda literaria y cinematográfica, pero no creo que en Asturias nadie lo haya puesto en relación con el formidable don Manuel Suárez, que acaba de morir.

La Nueva España · 30 julio 1987